A un clic de reducir la contaminación 

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Cada vez son más las personas que se unen para alzar la voz en pro de la acción climática y avanzar en un mundo más sostenible. Como planeta necesitamos priorizar acciones audaces, creativas e innovadoras para afrontar la crisis ambiental que estamos viviendo, la contaminación, el cambio climático y la pérdida de la biodiversidad. Es por esto que hoy queremos hacer un llamado puntual a la sociedad en general para que tengan un proceso de concienciación sobre el impacto de la tecnología y la inteligencia artificial en el cuidado de la Tierra.


La tecnología y la internet sin duda han sido áreas que han venido creciendo exponencialmente con el tiempo, y que han traído consigo cambios positivos que aportan sustancialmente a la humanidad. Pero ¿qué pasaría si lo vemos desde una óptica ambiental? El panorama cambia totalmente ya que el costo que se esconde detrás de un concepto aparentemente inocente como “la nube”, nos pone a pensar. Para muchos puede sonar descabellado pero la realidad es que desde el 2017, se emitió una alerta en el informe Clicking Clean, donde se asegura que, si internet fuera un país, sería el sexto país más contaminante del mundo. No obstante, la Inteligencia Artificial (IA) como alternativa, puede ser considerada como una herramienta óptima para la mitigación, adaptación y resiliencia de este gran problema.  

La inteligencia artificial puede emplearse para ayudar a mitigar la crisis climática a través de la medición de las emisiones tanto a nivel macro como micro. Según el Boston Consulting Group, firma de consultoría de gestión global estadounidense, la inteligencia artificial puede ayudar a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en un equivalente a más del 5% de la huella de carbono de una organización. Según la misma entidad, la IA puede emplear un análisis sobre los fundamentos del cambio climático, reforzando la investigación, la financiación, el análisis del clima, la educación, el asesoramiento y el cambio de comportamiento.

No obstante, en términos de fabricación, las tecnologías digitales se sostienen gracias a objetos tangibles que se crean a partir de metales raros que se consiguen gracias a la minería a gran escala, la fabricación de tan solo un chip de 2 gramos requiere de al menos 32 kilos de material, esto sin hablar de la huella hídrica que genera la empresa líder en su fabricación, usa al menos 156.000 toneladas de agua diaria en la producción de sus chips, es decir, se usan al menos 60 piscinas olímpicas para desarrollar este pequeño elemento. 

Todo esto sin hablar de lo que la conexión a internet genera, cada clic o tap que hacemos a diario, parece inofensivo pero lo cierto es que navegar en sitios que solo existen en la red, genera un impacto alarmante: cada mil búsquedas en internet generan 200 gramos de dióxido de carbono, similar a lo que genera un carro andado durante un kilómetro, teniendo en cuenta que un auto que usa cuatro litros de gasolina emite hasta 9 gramos de CO2, o mantener la cámara encendida durante una videoconferencia genera entre 150 y 1.000 gramos de CO2); contribuyendo al efecto invernadero que acelera el cambio climático; para el 2022 se estimó que el 85% del tráfico global de internet fue netamente de los streamings de video.

El uso de internet por parte de todos, (gobiernos, entidades, instituciones, etc) demanda el 7% de la energía mundial y aunque parece irrelevante, el hecho de tener la bandeja de entrada de un email llena, esto genera un impacto ambiental importante. La presión por el uso excesivo de dispositivos tecnológicos y de internet empeora la presión sobre la eficiencia energética, pero trabajar en alternativas que reduzcan este impacto es una responsabilidad de todos, es trabajar en equipo para pensar en ¿cuántas de las comodidades que ofrece internet, el ser humano está dispuesto a resignar para cuidar de lo que nos queda del planeta? 

Es indispensable no caer en las necesidades generadas por la industria, las alternativas existen a la mano, entre ellas pensar en extender la vida útil de un dispositivo tecnológico, reducir la calidad de las películas a las que se acceden en las plataformas de streaming, eliminar las aplicaciones que ya no se utilicen o elegir palabras claves adecuadas en las búsquedas, parece poco, pero ¡son aportes y hay que darlos!

Por: Tatiana Céspedes, Coordinadora de Campañas Greenpeace Colombia