Así será el Gran Bazar 2022, la piedra angular del renacer de Barranquillita

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A finales de este año abrirá sus puertas el mercado que será la reivindicación de más de mil vendedores y, además, un eje comercial y turístico de la ciudad.

Estará ubicado en la calle 10, entre carreras 43 y 41, en un área de 20.000 metros cuadrados que será un polo de atracción por su diseño arquitectónico abierto.

A Daniel Cudriz no hay que contarle lo que significa ser un vendedor bajo el sol y la lluvia; la intemperie ha sido su cotidianidad en el sector de Barranquillita, donde se ha desempeñado como comerciante hace 20 años. Por eso no es difícil que vibre con esperanza y agrado cuando habla del proyecto del Gran Bazar: “Estoy muy emocionado por el proyecto que va a hacer el señor alcalde acá, que ha mirado para donde nosotros los vendedores”.

No serán pocos los compañeros de Daniel que pasarán de la calle a una galería comercial con todas las comodidades. Son 1.100 vendedores y sus familias -alrededor de 5.000 personas- los que se verán beneficiados directamente con los nuevos puestos de trabajo de estos comerciantes, ubicados en lo que hoy día es un parqueadero cercano a la Plaza del Pescado, en la calle 10, entre carreras 43 y 41.

Gran Bazar es un espacio de 20.000 metros cuadrados que el alcalde Jaime Pumarejo trazó como el eje de la recuperación el Centro. Para el mandatario, este desarrollo va unido a la recuperación de mercados como el de las EPM, recientemente inaugurado, y el de granos, que está en proceso, y otros como Miami II. “Nuestra apuesta es que cada uno de los comerciantes mejore poco a poco sus ingresos, su calidad de vida, y que sus familias están mejor que antes. Toda gran ciudad tiene un gran mercado y este será el lugar donde llevaremos a los turistas a comer, a conocer y a comprar, un centro cultural y gastronómico”, sostuvo el mandatario.

Los vendedores son el centro de esta iniciativa, que ya empezó a construirse. Así lo explica el gerente de Ciudad, Carlos Acosta: “No solamente es enviar vendedores a Gran Bazar, sino que se censaron y se hizo una caracterización de la labor que tenía cada uno y cómo esa labor continuaba o había una reconversión laboral, pensando en cómo ese vendedor se formalizaba, cómo se le dignificaban sus condiciones en las cuales vendía, y cómo se le monitoreaban esas ventas. Parecido a lo que se hace hoy en Caimán del Río, es ayudarles a vender más”.

Estos 1.100 vendedores estacionarios en su gran mayoría venden frutas y verduras, así como productos cárnicos y abarrotes, de acuerdo con la caracterización realizada por la Secretaría de Control Urbano y Espacio Público, a cargo de Angelo Cianci. “Ellos han vivido mucho tiempo en condiciones que no son las adecuadas. Esto transformará sus vidas, llevándole sustento a sus familias organizando la actividad económica, además, lo que vamos a hacer es cuidar el espacio público que hemos ido recuperando, y lo vamos a hacer con más personal, tecnología y con más elementos”.

Un diseño arquitectónico que sea un ‘imán’

La experiencia de caminar por el Gran Bazar será la de un lugar abierto, en el que se puede ir llegando a los puestos de los vendedores sin que el comprador sienta que está ingresando a un edificio, sino a una plazoleta. Ese concepto es una referencia a otros mercados, como el Gran Bazar de Estambul o el mercado de Oaxaca.

El modelo incluye cocinas tipo restaurantes que estarán al aire libre, donde el comprador no solo puede llegar a comprar frutas y verduras, sino quedarse a comer en el lugar, con acceso a baños y vista a una gran plaza central dentro del mercado, que articula todos los espacios de los vendedores.

“Se trató de diseñar un icono arquitectónico -explica Carlos Acosta-, que sea un imán para que la gente lo vaya a visitar, por eso se vuelve una infraestructura turística. No solo se van a beneficiar de un mercado en el Centro, sino también de turistas que van a llegar allá. Tendrá diseños de techos altos, ventilación, espacios abiertos, zonas de comidas”.

Si a esto se le añade que se pondrá en marcha una transformación urbanística de Barranquillita, se estaría hablando de un cambio sin precedentes en este sector, una apuesta del alcalde Pumarejo que pretende darles mejores condiciones a los comerciantes y una buena experiencia de compra al visitante. Ese plan incluye que todas las calles de la zona se pavimenten, se mejore todo el entorno y se disponga de estrategias de seguridad.

Para el gerente de Puerta de Oro, Ricardo Vives, empresa que estructuró el proyecto, lo fundamental es que los vendedores no queden encerrados en cuatro paredes.

“Aquí estarán en contacto con la gente, porque hay libre tráfico de personas, se buscaba conservar los puntos positivos de eso, por eso arquitectónicamente el proyecto es una serie de galerías abiertas con coberturas, unas semibóvedas que protegen del sol, de la lluvia, pero que no cortan la noción de estar en el espacio público, de estar en una plaza donde puede llegar cualquiera”, explica Vives.

Para comodidad del vendedor, Gran Bazar tendrá controles de seguridad, de salubridad y aseo; conexiones seguras a servicios públicos, una administración para que los espacios estén siempre bien cuidados, bien utilizados y mantenidos; baños públicos, parqueaderos y muelles de cargue y descargue.

La experiencia de compra del visitante le permitirá disfrutar de un lugar abierto, cómodo, donde pueda caminar libremente por zonas arborizadas y seguras.

“Los mercados se tienen que volver lugares atractivos, llamativos, seguros, donde los vendedores puedan vender mucho y los compradores quieran entrar. Y en ese orden de ideas el Gran Bazar es la piedra angular de ese sistema de mercados. Va a ser el mercado más grande en cuanto a vendedores y va a ser ese eje central de las frutas y verduras frescas de la ciudad, por supuesto con algo de cárnicos y otros productos”, añade Vives.

Uno de los desarrollos de infraestructura más importantes de los próximos meses será la recuperación de los caños del Centro, proyecto que está en marcha y que cambiará el entorno medioambiental, resolviendo un problema de décadas.

La apuesta por los mercados, sus entornos y el medioambiente representa la articulación definitiva para lograr un cambio duradero que beneficie a vendedores, compradores y turistas. “No hay Centro en Barranquilla sin los mercados y los mercados no existirían sin el Centro de la ciudad y ese gran tráfico de personas. La estrategia para recuperar el Centro va de la mano con los mercados”, concluye Vives.