“La mujer es una rosa con espinas de pasión”: Catalino “Tite” Curet Alonso

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Fue un hombre amable y sencillo.

El compositor de los más grandes éxitos de la Salsa, como “Anacaona”, en la voz de “Cheo”, Feliciano”; “Periódico de Ayer”, Héctor Lavoe; “Isadora”, Celia Cruz; “Adelante siempre voy”, Ray Barreto; “Bandolera”, Héctor Lavoe; “Las caras lindas”, Ismael Rivera; “La tirana”, en la voz de “La Lupe”; y muchas canciones famosas, fue un hombre amable y sencillo.

Periodista, comentarista, escritor y conferencista, a quién la composición musical tocaría a su puerta en la edad adulta.

Tite Curet, ganó el Festival Internacional de Buga, Colombia, con su obra “Deja al poeta cantar” que interpretó Irma Bruno. En el Festival de la Salsa en Venezuela ganó con “Sal saludando” interpretado por Cheo Feliciano.

Tite Curet, fue hijo de una maestra de escuela y de un músico popular y profesor de español, quienes influyeron grandemente en su formación, no solamente con la música, sino con la literatura, siendo guías y correctores, ya que en sus primeros cuarenta años se dedicó al periodismo.

Nació en el barrio Hoyo, el 12 de febrero de 1926, en el municipio de Guayama, Puerto Rico, y se trasladó con su madre al barrio Obrero, en San Juan, al separarse ella de su esposo.

Su padre lo inició musicalmente, afianzándose luego con el profesor Jorge Rubiá en educación de teoría y solfeo. Sus primeros pasos en la composición los dio en Nueva York, en 1965, a los 39 años, cuando el maestro Tite Curet compuso para Joe Quijano “Efectivamente”. Tres años después, escribió la canción “El gran tirano” para el bolerista cubano Roberto Ledesma, quien la desechó, lo que le dio la oportunidad de adaptar la canción, en una versión femenina, para la cantante cubana La Lupe, como “La tirana”, quien también interpretó, “Carcajada final” y “Puro teatro”, éxitos indiscutibles.

En 1969 el trío Los Andinos grabó “Detuve el reloj”, y el trío Los Condes “Brujería”. Su consagración vino cuando Tito Rodríguez le grabó “Tiemblas” y “Don Fulano”.

Con la producción de Jerry Massucci para la Fania all Star, le entregó al decaído Cheo Feliciano la inmortal “Anacaona”, india cautiva, honor a su raza; también le compuso “Mi triste problema”, obra que escribió en media hora cuando le dijeron que faltaba un tema para el proyecto. Fue una canción donde se puso en el lugar de Cheo y le dio la solución. También le entregó: “Pa’ que afinquen”, “Si por mi llueve” y “Franqueza cruel”. Fue el renacer de Cheo, quien había caído en la droga y el alcohol.

Willie Colón grabó “Piraña” en 1971, y ese mismo año Ray Barretto se consagra “Testigo fui” y “Vale más un guaguancó”. Orgulloso de su raza afroantillana, compuso “Las caras lindas de mi gente negra” y “De todas maneras rosas” grabadas por el sonero Ismael Rivera.

Luego su cielo estelar refulge con “Periódico de ayer” interpretada por Héctor Lavoe; “Plantación adentro” por Rubén Blades, “La esencia del guaguancó” cantada por Pete “El Conde” Rodríguez y “El prestamista” por Rafael Cortijo.

Pero no todo fue salsa en la creación de Tite Curet.  Compuso baladas como “Tema de Nilsa”, para Johnny Olivo, merengues como “Yo me dominicanizo” para Los Hijos del Rey, y en nuevo folclor, “Cucubano”, para Tony Croatto, consagrada por el famoso grupo juvenil “Menudo”.

Tito Curet hizo las versiones en español de varias obras en inglés como “Candilejas” de Charles Chaplin que grabó Wilkins, y Roberto Carlos y  “Si yo fuera rico” para  Chucho Avellanet, así como muchas  versiones al español para Nelson Ned.

Tite Curet, fue un hombre muy ilustrado, que escribió para la raza humana, en un mundo sin fronteras, en el idioma de la música y el amor. Fue el rey de la salsa y el guaguancó, durante treinta años, y gracias a sus canciones se consagraron grandes estrellas. Como periodista trabajó para “El Mundo”, “El Reportero”, “Vea” y “El Vocero”, y escribió la obra “De la vida misma”.

Tite Curet Alonso, murió el 5 de agosto de 2003, dejando una huella profunda en el gran país afrolatino, del cual siempre se sintió orgulloso, y al que dedicó sus bellas canciones.

Por Óscar Javier Ferreira Vanegas