Entre uvas y conciencia: así se democratiza el vino en Colombia

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En un país donde el aguardiente ha sido por años el alma de las fiestas y el símbolo de la celebración, hablar de vino es aún, para muchos, terreno desconocido.

Pero esa realidad está empezando a cambiar. Cada vez más personas se interesan por entender qué hay detrás de una copa de vino: su origen, sus uvas, su proceso y, sobre todo, su capacidad de acompañar momentos con profundidad, sabor y sentido.

Además, están surgiendo prácticas más cercanas, accesibles y educativas que permiten democratizar el vino, alejándolo de su imagen elitista y acercándolo a la vida cotidiana de más personas, sin pretensiones y con el deseo genuino de disfrutar y aprender.

El propósito es claro:

“Queremos formar una nueva cultura alrededor del vino, donde no solo se beba por costumbre, sino por conocimiento, disfrute y conexión. Y en ese camino, la educación juega un papel clave. Aprender sobre vino no significa volverse experto de la noche a la mañana, sino descubrir que detrás de cada botella hay una historia viva, un territorio y una expresión cultural”, segura Diego Rodríguez, conocedor de vinos y fundador de Franc Vinos Vivos, un espacio en Chapinero Alto (Cra 4bis # 58-40), dedicado a la difusión de vinos naturales y experiencias de aprendizaje.

Un proyecto que nació del entusiasmo de un grupo de aficionados que decidieron presentar el vino de una forma distinta: sin pretensiones, con cercanía y desde la autenticidad.

¿Qué son los Vinos Vivos?

Dentro de esta nueva ola del vino, están tomando protagonismo los llamados vinos vivos. Estos son vinos elaborados con una mínima intervención humana, lo que significa que fermentan de forma natural, sin aditivos ni químicos innecesarios, y suelen embotellarse sin filtrar, conservando sus levaduras naturales. También se les conoce como vinos naturales, auténticos o de mínima intervención.

Beneficios de los Vinos Vivos

“Los vinos vivos no solo ofrecen una experiencia sensorial más auténtica y emocional, también representan una elección más consciente para el planeta y para nuestro cuerpo”, asegura Diego.

Desde el punto de vista ambiental, estos vinos suelen producirse en viñedos sostenibles o biodinámicos, sin pesticidas ni fertilizantes sintéticos. Esto no solo protege la tierra, sino que fomenta la biodiversidad y respeta los ciclos naturales del entorno. Además, al evitar procesos industriales y químicos en la bodega, se reduce la huella ecológica del producto final.

En cuanto a la salud, al ser vinos sin aditivos artificiales, clarificantes químicos ni exceso de sulfitos, muchas personas los encuentran más ligeros, menos agresivos para el organismo y con menor riesgo de provocar efectos como dolores de cabeza o reacciones alérgicas. No son “medicinales”, pero sí más naturales y nobles con el cuerpo.

El vino no tiene por qué ser lejano, complicado o reservado para unos pocos. Hoy, gracias a espacios como Franc Vinos Vivos y al creciente interés por el consumo consciente, se abre la puerta a una forma distinta de beber: más conectada con el origen, con la naturaleza y con sigo mismo.

La invitación es sencilla pero poderosa: acercarse, probar, preguntar, aprender y dejarse sorprender. Detrás de cada botella de vino vivo hay mucho más que una bebida: hay una historia, una tierra, una manera de ver el mundo. Y lo mejor es que está al alcance de todos.