Es difícil marcarle puntos bajos a una selección que juega de la manera que lo hizo la Argentina ante Australia, por los octavos de final de la Copa Mundial de Catar 2022. Pero ningún equipo es perfecto y el combinado Albiceleste claramente no lo fue este sábado, de lo contrario no hubiese sufrido como sufrió en el final.
El conjunto de Scaloni tuvo momentos muy buenos ante los oceánicos, a partir de su posesión del balón, la paciencia en busca de romper el bloque rival y sabiendo adaptarse en otros momentos para atacar de contra cuando Australia quiso tomar la iniciativa del juego.
Sin embargo, el resultado deja en evidencia que no todo fue bueno, más aún si se tiene en cuenta que, de no ser por la tapada de Dibu Martínez en los instantes finales del pleito, el partido se hubiese marchado a tiempo extra y quizá hasta los penales, donde la resolución queda en manos de la suerte, antes que en las propias manos de los arqueros.
Como había ocurrido ante Arabia Saudita y en el primer tiempo contra México, Argentina sintió la presión en momentos importantes del cotejo ante Australia. En aquellos primeros partidos, los nervios de arrancar el Mundial con el mote de candidato pasaron factura. En esta oportunidad, fue el golpe de ver cómo se les complicaba el panorama tras tener la mesa servida de los cuartos de final.
El gol en contra de Enzo Fernández llegó acompañado de nervios. Se pudo ver en los gestos de Lautaro Martínez cada vez que desperdició chances claras para sentenciar el compromiso. Argentina no lo pudo liquidar y, en vez de apelar a su jerarquía y experiencia, permitió un ida y vuelta en los minutos finales que los hizo sufrir como nunca.
El pitazo final del árbitro del encuentro les permitió respirar a los jugadores argentinos, pero al mismo tiempo fue elocuente: la presión que sienten estos futbolistas por cumplir con el objetivo es grande y de no corregir estos puntos flojos, pueden volver a aparecer en el futuro.
Foto: Getty Images
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