La lucha contra el reflujo gástrico: ¿un avance médico que devolvería el bienestar perdido?

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La Enfermedad por Reflujo Gastroesofágico (Erge) afecta a entre el 15% y 20% de los colombianos.

Con aval científico internacional, llegó un nuevo medicamento con una tasa de efectos secundarios menor al 1 %.

Esta nueva medicina no depende del metabolismo individual, lo que lo hace eficaz incluso en pacientes que no responden a los tratamientos actuales.

La sensación es inconfundible: un ardor que asciende desde el estómago hasta la garganta, robando el sueño, la calma y, en muchos casos, la calidad de vida. Es la Enfermedad por Reflujo Gastroesofágico (Erge), un enemigo silencioso que ha ganado terreno en Colombia sin hacer demasiado ruido, pero dejando una huella profunda en quienes la padecen.

Más de 7 millones de personas con síntomas

Aunque muchos la consideran una molestia pasajera, la Erge es una patología crónica que afecta a entre el 15 y el 20% de la población colombiana. Es decir, más de siete millones de personas viven con síntomas que van desde acidez persistente hasta tos crónica, náuseas, regurgitación ácida y dolor torácico.

Y el problema no es solo el número de casos, sino las implicaciones emocionales, económicas y laborales que esta enfermedad acarrea. Una noche de insomnio por ardor gástrico puede traducirse en bajo rendimiento laboral, irritabilidad, ansiedad o aislamiento social.

“Imaginen despertar cada noche a las dos o tres de la mañana con ardor, con dolor, y saber que el medicamento que tomas tardará horas en hacer efecto”, dice el doctor Pablo David López, médico cirujano con más de 15 años de experiencia en farmacovigilancia y gerente médico para Latinoamérica de Carnot Laboratorios.

Por lo anterior, en los últimos años, la Erge se ha convertido en una de las consultas más frecuentes en medicina general y especializada. El 40% de los latinoamericanos ha tenido síntomas al menos una vez al mes y cerca del 2% los sufre a diario.

La mayoría de los diagnósticos se realiza con base en síntomas, y la primera línea de tratamiento han sido durante décadas los inhibidores de bomba de protones (IBPs), considerados hasta ahora el estándar.

La medicina tradicional que ya no basta

Los IBPs, como el omeprazol o el lansoprazol, funcionan bloqueando la producción de ácido en el estómago. Sin embargo, su efectividad depende de varios factores: deben tomarse en ayunas, al menos una hora antes de las comidas, y en pacientes llamados “metabolizadores rápidos”, su efecto puede reducirse drásticamente.

Además, no actúan sobre las bombas de ácido inactivas, por lo que tardan días en alcanzar su efecto máximo. No es raro encontrar pacientes que, aún tomándolos dos veces al día, continúan con síntomas.

En Colombia, más del 80 % de la población es metabolizadora rápida, es decir, su organismo destruye el medicamento antes de que actúe. “Por eso muchos pacientes dicen: ‘me lo tomo, pero no me hace nada’”, asegura el doctor de Carnot Laboratorios.

Una nueva generación de alivio: Tegoprazan

En este contexto, el panorama parece empezar a cambiar con la llegada de una nueva clase terapéutica: los bloqueadores ácidos competitivos del potasio, conocidos como P-CABs. Dentro de esta categoría, Tegoprazan, un medicamento comercializado por Carnot Laboratorios, ha demostrado ser una alternativa más rápida, eficaz y tolerable.

A diferencia de los IBPs, Tegoprazan no necesita activarse en el organismo: empieza a actuar desde los primeros 30 minutos y puede tomarse con o sin alimentos. Además, su tiempo de vida media es hasta diez veces mayor, lo que permite controlar los síntomas durante todo el día, incluyendo las molestas noches sin sueño que aquejan a tantos pacientes.

“El primer estudio es en el cual se incluyeron a 1.250 pacientes, en el cual el objetivo fue evaluar su eficacia y seguridad comparado con otro producto. Dentro de este mismo estudio subdividieron de acuerdo con el grado de lesión y en este grupo hubo 463 pacientes con esofagitis”, añadió.

El medicamento actúa tanto sobre las bombas de ácido activas como sobre las inactivas, ofreciendo una cobertura total desde la primera dosis. También tiene la ventaja de no depender del perfil genético del paciente, lo que reduce el riesgo de falla terapéutica.

En otras palabras, se trató a personas cuyo ácido estomacal ha lesionado severamente el esófago. El resultado: una recuperación más rápida y eficiente frente a tratamientos tradicionales como el lanzoprazol. “Particularmente en pacientes con esofagitis grados C y D, Tegoprazan mostró un nivel de cicatrización muy superior”, añade.

Una esperanza con evidencia

El respaldo científico también es contundente. Corea del Sur, país de origen del medicamento, tiene una de las agencias regulatorias más estrictas del mundo, equiparable a la FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos) o la EMA (Agencia Europea de Medicamentos de Europa).

“Esto nos da confianza sobre su calidad y es por ello que aquí en Latinoamérica ha tenido muy buenos resultados. Los pacientes que lo prueban han quedado maravillados”, afirma López. Indicando también que sus los efectos adversos son mínimos, con una tasa de aparición menor al 1 %.

Para los médicos, Tegoprazan significa una herramienta con mayor precisión. “Entiendo que muchos médicos aún duden en migrar a nuevos tratamientos”, dice. “Pero también, ¿por qué retrasarle el tratamiento que sabemos que va a ser efectivo?”. Para los pacientes, es la posibilidad real de volver a dormir tranquilos, de recuperar el placer de comer sin miedo y de dejar atrás la sensación de estar en guerra con su propio cuerpo.

Así, mientras las cifras de Erge siguen en aumento en Colombia, la llegada de esta nueva molécula representa algo más que una alternativa médica: es un paso hacia una gastroenterología más humana, eficaz y centrada en las necesidades reales de quienes han sufrido, en silencio, durante demasiado tiempo.