Hasta septiembre del año pasado la Alcaldía de Barranquilla, liderada por Jaime Pumarejo, gastó $94.600 millones en publicidad oficial . Esa suma refleja, una vez más, la estrategia de la casa Char —en la Alcaldía barranquillera desde 2008— para controlar a los medios de comunicación e intentar imponer un relato hegemónico sobre la capital del Atlántico, construido desde la narrativa de bienestar y progreso.
Tan efectivo ha sido el trabajo de las agencias publicitarias y los asesores de la Alcaldía, que han logrado posicionar a Barranquilla como un modelo de gestión pública local, digno de replicar en otras regiones de Colombia.
Si bien, los resultados de la gestión charista son evidentes e innegables, también lo son las fisuras de ese modelo de gobierno, cada vez más desnudo por las denuncias de corrupción de la excongresista Aida Merlano y de posible pago de coimas del ganadero y ahora aspirante a la Alcaldía de Barranquilla, Luis Enrique Guzmán Chams.
Desde la primera administración de Alejandro Char (2008-2011), la disposición de los contratos de pauta, posicionamiento de marca y estrategia de comunicaciones ha tenido unos patrones recurrentes:
– Hay contenidos patrocinados que se publican como material noticioso, sin la debida notificación a la audiencia.
– En la gestión de crisis para mitigar posibles daños reputacionales participantes periodistas locales.
– Hay concentración de recursos millonarios en un grupo reducido de contratistas. Varios de ellos son agencias publicitarias.
– Prevalece la opacidad informativa porque no es fácil hacerle seguimiento a la ejecución de los recursos entregados a esas agencias, las cuales distribuyen la pauta.
Toda esta máquina de propaganda y autobombo político ha ido moldeando un periodismo que —con excepciones, por supuesto— evita el cubrimiento contrapoder de la administración distrital y, por el contrario, actúa más como caja de resonancia.
Por eso, ante la reciente ola de inseguridad o la crisis humanitaria que la pandemia por coronavirus se desencadenó en esta capital, la reacción nacional fue más de sorpresa: ¿cómo puede ser Barranquilla epicentro de una seguidilla de masacres y de denuncias de hambre si es la capital donde todo lo bueno lleva más de una década pasando? En la pauta abultada de la Alcaldía comienzan las respuestas para entender cómo hay una estrategia millonaria para vender un ‘milagro’ barranquillero, que lejos de brillar por su transparencia está llena de opacidades.
Por: Tatiana Velásquez, cofundadora de La Contratopedia Caribe