Rodolfo Segovia, el hombre de las letras

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Por Amylkar D. Acosta Medina [1]

“Hay que llegar a la historia con la mente abierta, sin doblegarse por la ideología”: Rodolfo Segovia

A sus 89 años cumplidos, falleció uno de los exponentes más connotados de la intelectualidad del Caribe, Rodolfo Segovia Salas. Estudioso, disciplinado, inteligente y deja tras de sí una honda huella por legado, después de una larga y fecunda existencia consagrada al estudio riguroso de historia, disciplina esta que lo cautivó después de graduarse como ingeniero químico en el Institute of Technology (M.I.T) en 1958 hasta cursar su Magister en Historia en la Universidad de California, Berkeley (1960).

De ello da buena cuenta la profusión de sus estudios y su basta y prolífica obra, destacándose entre sus múltiples publicaciones historiográficas las siguientes:

Las fortificaciones de Cartagena de Indias, estrategia e historia, El lago de las piedras: la geopolítica de las fortificaciones españolas en el Caribe (1586 – 1786), Cartagena en tiempos del Convento de Santa Teresa, 105 días: el sitio de Pablo Morillo a Cartagena de Indias y Del galeón San José.

Fueron más de 50 años de dedicación, casi que de tiempo completo, los que dedicó, con fruición y con su proverbial ritmo frenético a la actividad académica, de los cuales reservó para la Academia Colombiana de Historia 39 años, desde que fue recibido como miembro correspondiente en 1986, pronunciando a su ingreso un brillante discurso titulado El hundimiento del galeón San José en 1708.

Posteriormente ascendió a su calidad de miembro de Número en diciembre de 2017, con una de sus aquilatadas intervenciones, esta vez la tituló Cuando Providencia habló español.

Presidió, además esta Academia entre los años 2020 y 2022, uno de los periodos más difíciles, durante el cual, por fuerza de las circunstancias derivadas de la pandemia del Covid 19, debió migrarse a la virtualidad y desde entonces sus sesiones discurren bajo la modalidad híbrida.

Y más recientemente, el 26 de noviembre de 2024 fue honrado al ser exaltado por la Academia como miembro Honorario de la misma, la máxima distinción, la cúspide reservada sólo para quienes como Rodolfo poseen los méritos y los merecimientos para escalar hasta ella.

Y no era para menos, pues el Caribe y Colombia toda tuvo en él un referente, honra y prez para nuestra Nación, luz en la poterna y guardián en la heredad.

Su chispa, su gran elocuencia como expositor y su agudeza en el análisis de los temas que abordaba eran propios de quienes como él se caracterizan por su sólida formación y capacidad de discernimiento, pero siempre con la sencillez de la que hacía gala. Y cómo no destacar su estilo ameno, sardónico y a ratos satírico.

No menos importante fue su trayectoria profesional, destacándose en su ejercicio de la profesión de la ingeniería, siendo reconocido como miembro de la Academia Colombiana de Ingeniería, ora como Ministro del antiguo Ministerio de Obras públicas y hoy Ministerio de Transporte, ora como Presidente de Ecopetrol, cargos que desempeñó con lujo de competencia, con probidad, integridad y transparencia diamantina, sin una mácula en su hoja de vida como servidor público.

Sus amigos y sus paisanos nos enorgullecemos de él, por lo que fue, por lo que representó a lo largo de su excelso periplo vital, ejemplar y ejemplarizante tanto para las actuales como para las futuras generaciones.

Podemos decir, parodiando a Fernando Savater, que Rodolfo siempre trató de ensanchar la finitud angosta de la vida, viviéndola intensamente, para rebajar cuanto pudo la anchura agobiante de la muerte. Paz en su tumba!

Bogotá, julio 30 de 2025

www.amylkaracosta.net


[1] Miembro correspondiente de la Academia Colombiana de Historia