15 de octubre: ocasión para celebrar el Día Mundial de las Mujeres Rurales

369
Vivero San Luis, de Olga Yara.

Más del 60% de los viveristas de Ecoaguas, iniciativa socio ambiental de Syngenta creada en 1995, son mujeres rurales colombianas

En 29 años el programa ha sembrado 1.900.000 árboles en Valle de Cauca, Cauca, Antioquia y Magdalena

Valle del Cauca y Cauca son los departamentos con más viveros familiares, comunitarios y escolares pertenecientes a Ecoaguas

El 18 de diciembre de 2007, la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas estableció el 15 de octubre como el Día Internacional de las Mujeres, con el objetivo de reconocer a las mujeres rurales por su contribución al desarrollo rural y agrícola, la erradicación de la pobreza, la mejora en la seguridad alimentaria y el cuidado del medio ambiente.

Las mujeres rurales son las que aseguran la mitad del sustento alimenticio en el planeta y cuidan y protegen el medio ambiente y la biodiversidad. Como agricultoras han aprendido a adaptarse al cambio y han liderado iniciativas de reforestación y recuperación de cuencas hidrográficas.

Precisamente a Ecoaguas, la iniciativa socio ambiental de Syngenta creada en 1995 cuyo objetivo es preservar los bosques nativos tropicales y establecer procesos de educación para fomentar una cultura ambiental en las comunidades, están vinculadas muchas mujeres de las zonas rurales de los departamentos del Valle del Cauca, Cauca, Urabá antioqueño y Magdalena.

Actualmente el programa Ecoaguas “Sembrando agua”, que impacta directamente a 18 municipios, trabaja con población vulnerable rural de estrato 1 y 2, mucha de ella desplazada por el conflicto armado y formada por familias lideradas, en la mayoría de los casos por mujeres.

De los 1.164 viveristas vinculados al programa, el 60% corresponden a mujeres, que obtienen ingresos económicos con los que mejoran sus vidas y las de sus núcleos familiares. Ecoaguas les ha brindado la posibilidad de ejercer una labor remunerada con un gran impacto ambiental.

A lo largo de 29 años de existencia de este programa de Syngenta, se han obtenido datos relevantes para la protección y cuidado del medio ambiente en el territorio nacional, gracias al trabajo de las mujeres rurales que se vinculan como viveristas. Los datos son: 

* Producción y siembra de 1.900.000 árboles nativos de más de 170 especies protegidas.

* Intervención de 4.051 hectáreas, distribuidas en Antioquia, Cauca, Magdalena y Valle del Cauca.

* Reforestación, diagnóstico y protección de 18 microcuencas hidrográficas y 372 nacimientos de agua en el país.

* Más de 220 km de aislamiento de las cuencas hidrográficas intervenidas.

A continuación 3 historias de mujeres viveristas que cuentan cómo este programa les ha cambiado positivamente la vida a nivel social y económico. Ellas son:

  • María Teresa Gamboa, del vivero Nuestro Castillo, ubicado en el corregimiento de La Unión, municipio de Florida, Valle del Cauca
  • Gabriela Mestizo de la comunidad indígena Los Calenos, del municipio de Florida, Valle del Cauca
  • Olga Yara fundadora del vivero San Luis, ubicado en el corregimiento de Potrerito, municipio de Pradera, Valle del Cauca.

HISTORIA DE MARÍA TERESA GAMBOA RAMÍREZ

VIVERISTA DE ECOAGUAS Y ASODES

Quiero contar la historia del vivero Nuestro Castillo, ubicado en el corregimiento de La Unión, municipio de Florida, Valle del Cauca, el cual fundé y funciona actualmente como vivero familiar.

Mi primer acercamiento a los viveros de Ecoaguas de Syngenta fue el 11 de enero de 2010, cuando visité a una amiga que vivía en la vereda de El Llanito, aquí en el Valle. Mi amiga se encontraba en el vivero Fuerza verde y me llamó mucho la atención, porque amo todo lo que tiene que ver con los jardines, plantas y árboles. En ese momento quería sembrar unas Durantas, que son plantas que se caracterizan por sus hermosos racimos de flores en forma de campana de color rojo. 

Recuerdo que me atendió la señora Idali Moreno, quien era la tesorera y líder de ese vivero. Ella me explicó cómo era la dinámica del vivero, cómo funcionaba y la importancia de cuidar el medio ambiente. También me habló de los ingresos económicos extras que podía obtener si pertenecía al vivero y ayudaba en la producción y siembra de los árboles.

Me devolví a mi casa en La Unión, pensando en la idea de crear un vivero y luego se la comenté a dos señoras, que eran cabeza de hogar. Les pareció interesante y organizamos un grupo de 9 personas para formar un vivero comunitario en mi finca. En ese entonces trabaja el señor Jorge Eliécer González, como técnico y director encargado de Asodes, (Asociación de Usuarios de Aguas Superficiales y Subterráneas de la Cuenca del Río Desbaratado), y el nos vio el primer visto bueno.

Solicitamos una visita de los técnicos de Syngenta y de Asodes y al ver nuestro interés nos dieron la oportunidad de pertenecer a la gran familia de Ecoaguas y desde el vivero reforestar y recuperar la cuenca del río Desbaratado.

Gracias a los ingresos que recibimos al vender los árboles que producimos y sembramos, mejoramos las condiciones económicas de nuestros hogares. Por ejemplo, mi compañera Marleny Viera pudo terminar su casa, y el vivero Nuestro Castillo se convirtió en el lugar para que los bachilleres de la vereda puedan hacer labor social , y de paso aprender a cuidar el medio ambiente.

También el hijo de otra compañera, Brayan Andrés Velazco, una vez terminó el bachillerato ingresó como técnico a Asodes y actualmente es el encargado de supervisar los trabajos de reforestación en la zona alta, media y plana de la cuenca del río Desbaratado.

En mi caso personal estoy muy agradecida con el programa Ecoaguas, pues gracias al dinero que gano en el vivero familiar que actualmente lidero, he podido pagar las cuotas del banco para arreglar mi casa, comprar los regalos que quieren mis hijos y nieta y preparar una gran cena en navidad, pues no es fácil para las personas del campo tener unos ingresos fijos, pero gracias al vivero he logrado cumplir mis sueños y los de mi familia.

Yo sigo con mi vivero Nuestro Castillo, y estoy muy agradecida con Dios y con Ecoaguas por haberme dado la oportunidad de conocer el programa y hacer parte de él, pues con este además de recibir ingresos importantes para mi familia, ayudo a sembrar agua y vida en mi territorio del Valle del Cauca y en el mundo.  Invito a otras mujeres rurales a que pertenezcan a este hermoso programa, ya que se siente una gran satisfacción al ayudar a recuperar las cuencas de los ríos y la biodiversidad que se encuentra a su alrededor.

HISTORIA DE GABRIELA MESTIZO

PROYECTO: ÁRBOLES NATIVOS “FXTU WESX NASA”

COMUNIDAD INDÍGENA LOS CALENOS, RESGUARDO TRIUNFO CRISTAL PAEZ, MUNICIPIO FLORIDA, VALLE DEL CAUCA – Ecoaguas y Asofrayle

ANTECEDENTE HISTÓRICO: Debido a la tala indiscriminada de árboles de especies nativas maderables, frutales y conservadores de agua, entre otros, que históricamente se ha venido dando en el territorio por parte de los colonos y personas de la comunidad, el cabildo indígena junto con la comunidad vio la necesidad de crear y establecer unos mecanismos que permitieran el cuidado y conservación del medio ambiente, de la fauna y la flora y que además la comunidad tomara conciencia y de manera gradual fuera aplicando y cumpliendo los compromisos de cuidar y conservar los árboles, los animales y las cuencas hidrográficas. Se inició este proceso con proyectos de conservación por parte de la EVE.

Nuestro proceso de producción y siembra de árboles nativos nació a partir del 2007, en cabeza del entonces gobernador del resguardo, José Vicente García y lo continuó la compañera Fanny Mestizo. Posteriormente, en 2011 decidimos organizarnos en un grupo de 24 mujeres cabeza de hogar y madres solteras, con el objetivo de fortalecer este proyecto de emprendimiento comunitario, también estaba 1 hombre en el grupo.

Para esta iniciativa recibimos el apoyo de Asofrayle (Asociación de Usuarios del Río Frayle), y de Ecoaguas, con su director Alexander Joya. Ha sido clave la colaboración recibida por parte de ellos para fortalecer este emprendimiento manejado por el grupo de mujeres.

También hemos contado con el apoyo de todas las autoridades mayores del resguardo (gobernadores), quienes han visto con muy buenos ojos el emprendimiento para implementarlo dentro y fuera de nuestro territorio, porque además es una fuente de economía para nuestras familias.

 Inicialmente, el proyecto del emprendimiento tuvo una proyección de 500 árboles nativos Se inició el trabajo con la adecuación de los viveros y la consecución de las semillas y plántulas. Luego subimos a 1000 árboles, 2000 y 3000 es la meta que tenemos con Ecoaguas para este año.

Quiero contarles que ha sido de gran ayuda los ingresos económicos que recibimos y que invertimos en nuestros hijos, en su estudio, en la mejora de las viviendas, en la canasta familiar, y vestido, entre otros. Agradecemos mucho a todos los que han colocado un granito de arena para que este emprendimiento tenga gran acogida dentro y fuera del territorio. Especialmente a Ecoaguas y Asofrayle, por su gran apoyo y esperamos que siempre nos tengan en cuenta en los procesos de comercialización de nuestros productos forestales.

Hoy en día se puede ver la variedad de especies de animales que, gracias a este proyecto de conservación ambiental, han regresado y se han propagado en nuestro territorio. Además, con las actividades de reforestación en las cuencas hidrográficas que se ha ido implementando a través de los viveros, se ha logrado un cambio progresivo del hábitat natural y se puede vivenciar y disfrutar en una sana convivencia con el media ambiente.

Hemos tenido bonitas experiencias en todo este trabajo, se han identificado varias especies de árboles que están en vía de extinción y hemos trabajado varias formas para reproducirlos en los viveros y luego llevarlos a diferentes espacios de reforestación.

Este es el recuento del proceso de creación e implementación del vivero de árboles nativos “Fxtu wesx nasa”, muchas gracias, Gabriela Mestizo T, coordinadora de viveros de la Comunidad Los Calenos.

HISTORIA DE OLGA YARA DE GALLEGO

VIVERISTA DE ECOAGUAS Y ASOBOLO

Mi nombre es Olga Yara de Gallego, soy nacida en Pradera y vivo en este municipio del Valle del Cauca, en el corregimiento de Potrerito. Yo antes me dedicaba a las labores del hogar, vivía con mi esposo Héctor Gallego, en el corregimiento La Carbonera, sector Los Negros, pero a raíz del conflicto armado que vivió el municipio nos vimos obligados a desplazarnos, a dejar abandonada nuestra finca y a radicarnos en el corregimiento de Potrerito.

Al principio fue difícil porque yo estaba acostumbrada a un espacio muy amplio, y al llegar a Potrerito el espacio era muy pequeño. Yo escuchaba que Asobolo y Ecoaguas hacían actividades, pero no sabía realmente a qué se dedicaban, hasta que un día la doctora Amalia Morales, directora de Asobolo de ese momento, nos abordó y nos invitó a participar en un proceso para conocer semillas y especies de árboles. Llegaron técnicos de Asobolo, Ecoaguas y un biólogo y nos íbamos para el bosque con otros vecinos a conocer los árboles y a identificar las semillas.

Mi esposo fue quien inició el vivero, yo estaba apoyándolo por los laditos porque a mi siempre me ha gustado la jardinería, y poco a poco me fui involucrando hasta hacerme cargo del vivero.  Asobolo y Ecoaguas me capacitaron y aprendí a preparar el sustrato para las semillas, a embolsar el suelo, a sembrar las semillas, también a hacer el riego para las plantas, a hacer y organizar los semilleros, a conocer especies y cómo era el proceso de germinación y trasplante de los arbolitos hasta llevaros a plántulas mas grandes. Aprendí también a que no necesito de un espacio muy grande para tener mi vivero bien organizado. Ecoaguas nos apoyó con la construcción de la infraestructura del Vivero, con la polisombra, las camas, y Asobolo me ayudó con los materiales para construir el vivero.

Yo pertenezco a Asobolo y a Ecoaguas desde el año 1998, llevo 26 años trabajando con ellos. Para mí, el vivero ha sido una fuente de terapia, pues fuimos afectados por el desplazamiento y la violencia y a mi edad en ninguna empresa me daban trabajo, además yo solo sabía hacer las labores domésticas y cultivar matas de jardín. Al llegar a este programa, nosotros vimos una oportunidad de empleo, de tener mi miente ocupada en mi vivero y luego cuando fallece mi esposo, fue una situación muy difícil, porque él fue un excelente esposo, un gran ser humano y nos apoyábamos mucho en el vivero, trabajábamos juntos. En ese momento, el vivero se convirtió en mi terapia, pues me dedicaba de lleno a las labores del vivero para mantener ocupada y distraerme. Asobolo y Ecoaguas, me apoyaron mucho en este proceso y gracias a ellos he aprendido a ver mi vivero San Luis como mi empresa. De la venta de los árboles que produzco y siembro obtengo los ingresos económicos para mi sustento, pues yo vivo sola ya que mis hijos están en Bogotá y yo acá en Pradera.

Vivo feliz, pues Asobolo y Ecoaguas me hacen sentir que soy una persona muy importante y valiosa para sus empresas porque me tienen como un referente y me traen visitantes nacionales y extranjeros, A mi vivero llegan también estudiantes de universidades para que yo les de charlas y les cuente mi experiencia como viverista. Gracias al programa de los viveros tengo trabajo digno, trabajo en mi casa, manejo mi tiempo y me permiten hacer una labor importante para el planeta. Me siento orgullosa de saber que tengo muchos “hijos” de diferentes especies que han sido sembrados en distintas partes de la región y del país. Con mi labor aporto mi granito de arena a la conservación de mi municipio y del planeta.