45 años de El Binomio de Oro: Ese inolvidable mano a mano con Diomedes Díaz

779

En 1974 Alfredo Gutiérrez presentó en Bogotá un álbum romántico que revolucionó el vallenato. “Anhelos” fue el himno que cantaron los primeros amantes de este nuevo estilo.

Dos años más tarde, una nueva agrupación llegó para quedarse: El Binomio de Oro. Dos jóvenes: Israel Romero, con su forma mágica de tomar el acordeón y Rafael Orozco, con su estilo particular de cantar, acapararon la atención con “La Creciente”, un tema del maestro Hernando Marín:

“Un grande nubarrón se alza en el cielo/ Ya se aproxima una fuerte tormenta/ Ya llega la mujer que yo más quiero/ Por la que me desespero/ Que hasta pierdo la cabeza, (¡Clara!) / Ya llega la mujer que yo más quiero/ Por la que me desespero/ Que hasta pierdo la cabeza”, se convirtió en un himno para los bailarines de las primeras discotecas vallenatas de Bogotá.

En la capital, en esa época, ya vivían más de 400 mil costeños que contribuyeron con sus solicitudes en Radio Capital y Radio Santa Fe a pedir la canción.

El Binomio de Oro llegó con el apoyo de Codiscos. Presentaban una nueva forma de interpretar el vallenato. Eran muchachos bien uniformados, que bailaban, hacían coros y lograron el beneplácito del exigente Jorge Barón para llevarlo a sus programas.

El otro que llegó para quedarse fue Diomedes Díaz, de CBS. Se presentó una rivalidad y las emisoras contribuyeron al aumento de seguidores de uno y del otro grupo. Los promotores discográficos llevaron a temas casi de inmoralidad su actuar para obtener mejores resultados, al esconder los discos de sus contrincantes, romperlos o rayarlos con puntillas.

La idea era que sólo se escuchara su grupo.

Lejos, en Barranquilla, tanto Diomedes como Rafael Orozco e Israel Romero no estaban enterados de la guerra discográfica en Bogotá. Por la mañana un promotor pegaba afiches de su conjunto y por la tarde pasaba el competidor y pegaba el suyo justo encima del otro.

Era un mano a mano que traspasaba los micrófonos. Unos alababan a sus artistas y los otros les sacaban noticias de donde no tuvieran. “Nuestro artista viajará a Miami”, “Vendió un millón de copias”, “Tiene una novia en Puerto Rico”, “Sólo le gusta comer pescado con ají”, “Son hinchas del Unión Magdalena”, “Serán invitados de honor a una fiesta de gala en Nueva York”, inventaban con tal de tener tema para hablar de los dos grupos.

Raúl Campos encontró una posibilidad de negocio en aquellas peleas. Un día, Pacheco y Carlos “El gordo” Benjumea consiguieron hacer un “mano a mano” en “Sabariedades”, en la Media Torta. Fueron más de 15 mil personas al escenario del oriente de Bogotá. Los vendedores ambulantes hicieron su fiesta.

Raúl, ese mismo sábado, fue a la una de la tarde a la Media Torta, negoció tanto a Diomedes Díaz como a El Binomio de Oro por 220 mil pesos. Hizo que Pacheco lanzara la promoción de que esa misma noche se presentarían en El club de la Policía, en la Avenida de El Dorado. Desde la sede del escenario, Raúl contactó al gerente del Club y le pidió el arriendo del salón principal. Negoció con la venta del licor. Mandó a un familiar a comprar talonarios para las boletas y partió a Olímpica Estéreo, donde Alberto “El gordo” Suárez era el gerente.

“El gordo no quería pasarme las cuñas porque estaba de pelea con Diomedes Díaz. Luego de más de 40 minutos rogándole, accedió y comenzaron a sonar las promociones cada dos discos.”, cuenta Raúl Campos.

Tenía otro problema: no había contratado sonido. No sabía qué hacer, pero se acordó de su amigazo Nelson Díaz, de Los Reales Brass que contaban con un buen equipo sonoro. Los contrató por 50 mil pesos con la condición de que les amplificaran también a los dos grupos vallenatos.

En las afueras del Club de la Policía, decenas de personas comenzaron a hacer fila desde las seis de la tarde. Los agentes no entendían, en realidad, qué pasaría y los pocos que estaban de guardia, debieron llamar refuerzos. “En esa época las personas eran decentes y obedecían, tenían respeto por la autoridad y todos se portaban juiciosos”, rememora ahora Raúl, conocido en el mundo artístico como “el lobo feroz” por su agilidad para los negocios.

“Si quisiera hacer esa presentación de nuevo en Bogotá sería imposible por la cantidad de requisitos y autorizaciones. Hacer un espectáculo ahora se debe hacer por lo menos con un mes de antelación”, explica Raúl.

A las nueve de la noche no cabía una persona más en el Club. Quedaron por fuera miles de fanáticos que deseaban ver a el Binomio de Oro o al mismísimo Diomedes Díaz.

Jorge Henao, promotor de CBS en ese momento y ahora dirigente de El Líbano, Tolima, recuerda que nunca había visto un espectáculo de ese tamaño en Bogotá.

“La gente estaba feliz, gozaba con cada una de las canciones, bailó hasta las cinco de la mañana. Fue todo un espectáculo”, cuenta.

“Lo que más me impresionaba era cómo se lanzaban esas muchachas a besar a Rafael Orozco. Nunca había visto eso. Él no sabía qué hacer y nos tocó solicitar ayuda para defenderlo del acoso”, rememora.

Dos días después, el lunes, muy temprano, Raúl Campos llegó a CBS con el producto de las ganancias de su espectáculo del inolvidable mano a mano entre Diomedes Díaz y El Binomio de Oro: un Renault 4.

–“Le fue muy bien”, le dijo socarronamente don Gabriel Gutiérrez, gerente general de la empresa.

Él también estaba feliz porque las ventas de los discos de Diomedes habían subido.

En la calle 22 No. 8-21 de Bogotá los promotores de Codiscos también estaban contentos porque habían recibido mensajes de Medellín, aplaudiendo el acompañamiento al despegue de El Binomio de Oro, el grupo que en este 2021, llega a sus 45 años.

Por Guillermo Romero Salamanca