Atrapadas en Gaza, madres palestinas llevan un año separadas de sus bebés

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Las trillizas de la gazatí Hanan Bayuk (Najmeh, Najwa y Nur, de izquierda a derecha) juegan en la unidad pediátrica de hospital Al Maqased en Jerusalén-Este, el 31 de julio de 2024 (HAZEM BADER)

Las trillizas de la gazatí Hanan Bayuk acaban de cumplir un año. Pero desde su nacimiento en un hospital de Jerusalén antes de la guerra, su madre las ha visto solo una vez en sus incubadoras y teme “morir sin besarlas”.

La mujer de 26 años tuvo que volver al territorio palestino sola después de dar a luz a Najwa, Nur y Najmeh el 24 de agosto de 2023 porque su permiso de viaje a Israel había expirado.

Después de siete años de dolorosos procesos de fertilización in vitro, Bayuk recibió permiso para salir de Gaza y dar a luz en el hospital Al Maqased en Jerusalén-Este, ocupado y anexionado por Israel.

Tras el nacimiento, solo pudo contemplar un rato a sus hijas en sus incubadoras, “apenas media hora”, antes de volver a Gaza porque su permiso “caducó y el hospital me instó a marchar”.

Supuestamente, Bayuk tenía que volver a principios de octubre al hospital una vez sus hijas hubieran pasado varias semanas en incubadoras, muy escasas en los hospitales de Gaza incluso antes de la guerra entre Israel y Hamás.

– “Lejos de la guerra” –

Dos días después de que pidiera un nuevo permiso para salir de Gaza el 5 de octubre, comandos de Hamás penetraron en el sur de Israel en el ataque sin precedentes que desencadenó la actual guerra.

Los milicianos islamistas mataron a 1.199 personas, en su mayoría civiles, según un recuento de la AFP en base a datos oficiales israelíes, en la acción más mortífera de la historia del Estado de Israel.

La campaña militar israelí contra Gaza ha causado cerca de 40.500 muertes en Gaza, según el Ministerio de Salud de este territorio palestino gobernado por Hamás. La oficina de derechos humanos de la ONU asegura que en su mayoría son mujeres y niños.

Como Bayuk, Heba Idris se encontró rodeada de repente por la guerra e incapaz de volver a Jerusalén para llevarse con ella a su única hija, Saida, nacida prematuramente en el mismo hospital de Al Maqased dos meses antes.

La palestina de 27 años confiaba en poder traerla en el otoño boreal a su casa en Shujaiya, en el norte de la Franja de Gaza.

Pero desde entonces, ella y su marido Saleh, que solo ha visto a su hija en fotos, han tenido que desplazarse nueve veces por los bombardeos o las órdenes de evacuación del ejército israelí.

“Quiero ver a mi hija. Sufro tanto al estar separada de ella”, afirma entre llantos.

Hanan Bayuk también tuvo que dejar su casa y vive ahora en un campo para desplazados en el sur, compartiendo tienda con siete miembros de su familia política.

“Me vuelve loca. Me llevó tanto tiempo quedarme embarazada y ahora estoy llorando todo el tiempo”, explica a la AFP en uno de los pocos días en que funciona la maltrecha red telefónica de Gaza.

“A veces pienso que me gustaría que mis hijas volvieran a Gaza antes de que muera porque nunca las he besado, pero entonces me tomo un segundo y me digo que es mejor para ellas estar a salvo lejos de la guerra”, afirma.

– “Lloro cada vez” –

El personal del hospital de Al Maqased se ocupa de las niñas. El director de su unidad de cuidados intensivos neonatales, Hatem Jamash, afirma que en tiempos normales no podrían hacerse cargo.

Pero el número de partos en el centro ha caído drásticamente porque Israel dejó de emitir permisos de viaje a mujeres embarazadas en Gaza y también recortó considerablemente los concedidos a las palestinas de Cisjordania ocupada.

Además, como los puntos de control cierran más frecuentemente, incluso aquellas con permisos se encuentran con dificultades para acceder a tratamientos especializados en Jerusalén.

“Antes de la guerra, teníamos siete u ocho bebés de Gaza en nuestro departamento, que puede acoger 30 a la vez”, explica Jamash. Desde octubre, no ha nacido ninguno.

Pero a los trabajadores del hospital no les falta trabajo. Algunos de ellos llaman regularmente a Hanan Bayuk para que pueda hablarles por teléfono a sus trillizas.

“Mi marido no puede, pero yo sí y lloro cada vez que cuelgo. Tengo miedo que mis hijas crezcan sin conocerme”, dice la madre.

Majeda EL-BATSH

Yahoo Noticias Agencia AFP