Por Amylkar D. Acosta Medina [1]
LOS MALOS AUGURIOS
En los últimos 15 años (2007 – 2022) las reservas de gas natural en el país han caído el 50%, situándose en los 2.3 TPC, que a duras penas apenas alcanzarían para 6 años y con ellas ha caído también la producción el 9% entre junio de 2023 y junio de este año, pasando de 1.170 MMPCD hasta los 900 MMPCD.
Según la Directora de la Gestora del Mercado de gas natural de la Bolsa mercantil de Colombia María Claudia Alzate, se prevé que el potencial de producción caerá el 19.8% entre los años 2024 y 2026. Y como la demanda crece y crecerá aún más hacia el futuro, como sustituto del carbón y de los combustibles líquidos, según la Gestora para el 2025 se estima el déficit en un 12% (120 MMPCD) y para el 2026 de un 30% (350 MMPCD). Déficit este que tendrá que cubrirse con importaciones.
EL NEGACIONISMO DEL MINISTRO
En ello coincide el Presidente de ECOPETROL, Ricardo Roa: “va a haber unos faltantes el año entrante que van a estar cercanos a los 160 de gigas de BTU [GBTUD, una medida de consumo energético], luego va a subir a 180, y de ahí en adelante a 300 y hasta a 500, si no incorporamos reservas”[2]. No obstante, el negacionismo del Ministro de Minas y Energía Andrés Camacho lo llevó a decir que “no es cierto que vayamos a tener escasez de gas los próximos años, no hay ninguna crisis energética y no estamos ante un riesgo inminente de desabastecimiento razón por la cual no hay ningún traslado de costos adicionales a los usuarios”[3]. Por su parte Roa se ratifica en lo ya dicho y afirma no sólo que “sí vamos a depender de la importación, de aquí a 2029”[4], sino que advierte que “eso va a hacer que se tenga un incremento significativo de la tarifa”[5]. Más claro sólo el agua!
El Presidente de la Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH) Orlando Velandia vino en auxilio del Ministro y afirmó sin pestañear que “estamos viendo es que algunos agentes están contratando más del gas que realmente necesitan. esto deja a otros sectores, como el residencial o el parque térmico, sin posibilidad de acceder al recurso”[6]. Es decir, que para ellos se trataba de un caso de acaparamiento y no de escasez. A ello le ripostó la Presidenta de NATURGAS Luz Stella Murgas que “el déficit del gas natural no es una alerta, es una realidad, no es una narrativa”[7], como aduce el Gobierno.
Según había asegurado el Ministro Camacho “nunca ha estado en nuestros planes opciones de importación desde otros países…No hemos visto ningún problema de abastecimiento porque estamos tomando medidas…No es cierto que vayamos a tener escasez el próximo año”[8]. Tal vez estaba imbuido de la idea de su antecesora, la ex ministra Irene Vélez, cuando vaticinó irresponsablemente que “según los cálculos, las reservas probadas, probables y posibles (P1, P2 y P3), así como los más recientes descubrimientos de Ecopetrol en el Caribe, garantizarían un suministro de gas hasta el 2037, es decir de 15 años más. Incluso, si se suman los recursos prospectivos a esa ecuación, reiteró Vélez, se garantizaría gas hasta el 2042, es decir 20 años más”[9].
LOS HECHOS SON TOZUDOS
Contra todos los pronósticos y previsiones del Gobierno nacional, desde el día 1 de diciembre de este año Colombia, por primera vez en 45 años, inició las importaciones de gas natural para atender el consumo esencial, el cual comprende, según el artículo 2º del Decreto 2345 de 2015, la demanda de gas natural para la operación de las estaciones de compresión del Sistema Nacional de Transporte de gas (SNT), la demanda de los usuarios residenciales y pequeños usuarios comerciales inmersos en la red de distribución, amén de la demanda de Gas Natural Vehicular (GNV) y la demanda de parte de las refinerías.
En efecto, a través de un Comunicado público la mayor distribuidora de gas importado TLP GAS informó que a través de la regasificadora SPEC (ubicada en la isla Barú, Cartagena), recibe 40 MMPCD desde el pasado 29 de noviembre, requeridos por 8 empresas distribuidoras. Y ese flujo se mantendrá por lo menos durante este mes. Los hechos son tozudos. Entre tanto el Ministro de Minas y Energía Andrés Camacho se obstina en negar y se rehúsa a aceptar, contra toda evidencia, las importaciones y sostiene que se cuenta con “excedentes”[10] de gas extraído en el país, que no se traducen en oferta firme en el mercado. Y no explica por qué.
La razón está en la norma aludida, que es muy clara al respecto cuando establece que “los agentes que atiendan la demanda esencial tienen la obligación de contratar el suministro y el transporte de gas natural para la atención de dicha demanda, según corresponda, con agentes que cuenten con respaldo físico”. Que no es el caso de aquella producción de gas proveniente de campos que aún están en prueba extensa. Y ello, por cuanto la misma está expuesta a factores de incertidumbre en cuanto a la capacidad de producción sostenida en el tiempo, así como en la inestabilidad en los niveles de la misma. En últimas la que cuenta es la oferta en firme, que no sea susceptible de interrupción en sus entregas por parte del proveedor.
El Ministro Camacho se niega a dar su brazo a torcer e insiste con terquedad aragonesa en que no hay necesidad de importar, que “las cifras revisadas muestran que las declaraciones de producción y disponibilidad de gas en los campos nacionales son adecuadas para atender la totalidad de los requerimientos del mercado”[11]. Para él este es un axioma que como tal no necesita demostración. Al parecer el Ministro hizo suya la truculenta frase atribuida al ex presidente de EEUU Harry Truman: “cuando no puedes convencerlos, confúndelos”.
Ello lo ha llevado a entorpecer y a poner en pausa la expedición del Decreto 2024 de 2024 que se publicó para comentarios en el mes de noviembre, que los agentes llevan meses requiriendo para habilitar las importaciones y dar vía libre para que la CREG expida la Resolución para homologar las condiciones contractuales para comprometer gas en firme proveniente del exterior y establecer el indexador de precios, los cuales, dicho sea de paso, serán mucho más alto. Según Luz Stella Murgas, “el Decreto que habilita ajustar la regulación a los estándares del mercado internacional y permitiría que las empresas puedan firmar contratos a largo plazo, lo que ayudaría a que este gas importado se compre a un precio mucho más económico”[12]. Aunque ella advierte que “el gas barato”[13], al que hemos estado acostumbrado, se acabó por fuerza de las circunstancias, porque hasta el gas producido en el país terminará por nivelarse con los precios internacionales. Son las leyes del mercado, qué le vamos a hacer!
VAMOS POR MÁS
Es de anotar que esta primera importación es solo la cuota inicial, ya que de acuerdo con el Gestor del Mercado, que maneja la cifra oficial, se estima un déficit del orden del 8,2% de la demanda total en el 2025 y en 2026 el mismo llegaría a un 20,6%. Sin fundamento alguno el Ministro Camacho se aventuró a afirmar que el uso del gas importado no será inmediato. Según él dicha importación sólo busca “cubrirse en caso de ser necesario”[14], pues “la producción nacional de gas será suficiente para cubrir la demanda de diciembre”[15]. Como las cuentas no le cuadran, espetó que “son materia de investigación las razones por las que, contando con disponibilidad de gas natural de producción nacional, agentes del sector han optado por gas importado y por qué algunos productores no cerraron contratación”[16]. Esta afirmación es contraintuitiva, pues a quien le cabe en la cabeza que las empresas distribuidoras van a importar gas porque “han optado” por ello y no por la imperiosa necesidad de cubrirse.
No se puede tampoco subestimar o desestimar, restándole la gravedad del hecho que representa para el país empezar a depender de las importaciones de gas natural, aduciendo que no es la primera vez que se importa. En aras de la claridad me permito explicar lo acontecido. Ciertamente, desde el año 2016 Colombia ha venido importando gas natural, pero sólo para la generación de energía por parte de las térmicas, siempre que se ha requerida de ellas, coyunturalmente, pero nunca, en los últimos 45 años se ha importado gas para atender la demanda esencial. La diferencia estriba en que hasta ahora hemos tenido la SPEC como respaldo para importaciones coyunturales, pero en adelante vamos a depender de las importaciones de gas natural, afectándose la seguridad y la soberanía energética del país. Ello es lo que está en juego en este momento. Como el título de la película de Cantinflas, ahí está el detalle!
LA TRANSICIÓN Y LA SEGURIDAD ENERGÉTICA
En estas circunstancias en las que estamos se está incurriendo en el mismo error en el que cayó la Unión Europea al precipitarse a abandonar prematuramente a las energías de origen fósil, a las que tuvo que volver apresuradamente ante el riesgo del colapso de su economía. De ese transe del que todavía no termina de reponerse le quedó una lección aprendida, de la cual debemos tomar atenta nota: la Transición energética no debe poner en riesgo la seguridad energética. La otra lección que se sigue de la anterior es que tan importante para un país como la seguridad energética es la soberanía energética[17].
A futuro, la esperanza que abrigamos de recuperar la seguridad y la soberanía energética más allá del 2027 está fincada en el offshore del Mar Caribe, en los 11 contratos que lidera ECOPETROL. Pero, definitivamente nuestra apuesta mayor está en el yacimiento SIRIUS (antes Uchuva), en el cual, según Comunicado conjunto de ECOPETROL y PETROBRAS[18], luego de evaluar los resultados de la exploración, estiman que tiene un potencial volumétrico capaz de producir con la operación de 4 pozos de 6 TPC, equivalente a casi tres veces las reservas remanentes con las que aún contamos. Ello le significará al país una producción de 470 MMPCD por lo menos durante 10 años. Claro está, sólo hacia el 2028 estaremos recobrando la autosuficiencia y agilando el fantasma que amenaza la seguridad energética del país.
Bogotá, diciembre 5 de 2024
ANEXO
[1] Miembro de Número de la ACCE
[2] El País. Septiembre, 27 de 2024
[3] El Colombiano. Agosto, 13 de 2024
[4] Noticias Caracol. Octubre, 4 de 2024
[5] Ídem
[6] El Colombiano. Octubre, 1 de 2024
[7] El País. Octubre, 8 de 2024
[8] El Colombiano. Agosto, 13 de 2024
[9] Portafolio. Noviembre 30 de 2022
[10] El Espectador. Noviembre, 5 de 2024
[11] Infobae. Diciembre, 4 de 2024
[12] El Tiempo. Diciembre, 4 de 2024
[13] El Tiempo. Diciembre, 1 de 2024
[14] Valora Analitik. Noviembre, 20 de 2023
[15] Ídem
[16] Ídem
[17] Amylkar D. Acosta M. La crisis energética global. Abril, 30 de 2022
[18] La República. Diciembre, 5 de 2024