Papa reza por cuba y los isleños en Roma expresan su angustia

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Después de dirigir el rezo del Ángelus este domingo, el Papa Francisco se refirió a Cuba, expresando su cercanía y la esperanza de que el país se vuelva más justo y fraternal.

Si bien esas palabras pueden provocar sólo una reacción silenciosa dentro de la propia Cuba, un grupo de expatriados cubanos que se reunió en la Plaza de San Pedro para rezar junto al Santo Padre no disimuló su angustia.

“Estamos aquí por la libertad de Cuba, porque necesitamos un cambio”, dijo Deborah, explicando por qué el grupo estaba en la plaza antes de que hablara el Papa. “Hay mucha gente desaparecida, y no están diciendo la verdad”.

“Todo el pueblo está bajo arresto domiciliario”, dijo Jonathan. “La gente ha sido encerrada en sus casas por fuerzas policiales que responden a un líder que tiene miedo de su propio pueblo”. Los cubanos, liderados por las generaciones más jóvenes han despertado, y nos arrodillamos para que no sólo el gobierno, sino también el mundo, se den cuenta de que esto podría ser un punto de inflexión.”

“Los que estamos fuera estamos siendo amenazados por el gobierno: no se nos permitirá volver a casa, y nuestras familias podrían perder lo poco que tienen si siquiera intentáramos volver”, dijo.

Como todos los presentes tienen aún familia en Cuba e incluso habiendo dejado su patrian son aún amenazados por el régimen, solicitaron que se los identifique únicamente con su nombre de pila. Aunque viven en Roma hace años, el domingo fueron a la Plaza de San Pedro con la esperanza de que el Papa Francisco se refiriera a la situación que atraviesa el país, que hace una semana vio las mayores protestas contra el régimen en tres décadas.

El 11 de julio, la perenne olla a presión que es Cuba estalló, con decenas de miles de personas saliendo a la calle para protestar contra el régimen, cansados del hambre, la pobreza, el miedo, la falta de libertad y los estragos causados por el COVID-19.

El gobierno respondió con creces: reprimiendo violentamente las protestas y bloqueando Internet.

“Estoy cerca del querido pueblo cubano en estos momentos difíciles, en particular de las familias que más sufren”, dijo Francisco el domingo, esforzándose por reanudar después de que los de la nación isleña rompieran en vítores al escucharlo decir Cuba. “Rezo para que el Señor ayude a la nación a construir una sociedad cada vez más justa y fraterna a través de la paz, el diálogo y la solidaridad”.

Fue la primera aparición pública de Francisco desde que regresó el jueves del Hospital Gemelli, donde había sido operado del colon el 4 de julio.

Aunque las declaraciones políticas están prohibidas en la Plaza de San Pedro, los cubanos que se reunieron el domingo tenían banderas, llevaban camisetas rojas y azules o blancas, el color que representa a los que protestan contra el régimen comunista de Cuba. Dos de las mujeres presentes tenían un cartel que decía: “Dios ven junto a nosotros en estos momentos de angustia, sostenga a nuestra amada patria, que nuestra nación no caiga en el luto. Ten piedad de Cuba”.

Desde las protestas, al menos 400 personas han sido detenidas por las fuerzas de seguridad, y muchas de ellas no han podido contactar a sus familias, razón por la que los movimientos de derechos humanos califican sus detenciones como “desapariciones forzadas”.

Entre los detenidos hay varios periodistas, tanto locales como internacionales.

Las detenciones fueron realizadas por fuerzas afines al régimen y por civiles, que iniciaron sus redadas después de que el dirigente Miguel Díaz Canel llamara a los “revolucionarios comunistas” a salir a combatir a los que protestaban contra el régimen, en su mayoría jóvenes de entre 14 y 20 años.

Desde el Malecón, el famoso paseo marítimo de La Habana cerca de la ciudad vieja, pero replicado en varias otras ciudades de la isla, vídeos transmitidos en directo por Facebook mostraron a miles de personas caminando y en bicicleta mientras coreaban “¡Libertad!” “¡Abajo el comunismo!” y “Patria y Vida”. Este último se ha convertido en un grito de fuerza entre los activistas en directa oposición al lema comunista cubano de “Patria o Muerte”.

“No me sorprendió que el pueblo saliera a la calle porque la gente ya no tiene miedo”, dijo Eva, una de los cubanos que estaban en la Plaza de San Pedro. A pesar de reconocer que sienten temor de que el gobierno vaya a por sus familias por hablar contra el régimen a un medio de comunicación estadounidense, Eva dijo que los hermanos Castro y quienes los apoyan “nos han robado todo. Incluso el derecho a tener miedo”.

“Tenemos demasiadas generaciones de oprimidos, con adolescentes que ven a sus padres luchar día a día”, dijo Eva. “A los que todavía están en Cuba, me temo que no les queda nada que el Estado les quite, por lo que no me sorprendió que la gente saliera valientemente a la calle”.

Deborah señaló que, aunque se suele decir que Cuba ofrece educación y sanidad gratuitas a sus 11 millones de habitantes, esto es una “mentira descarada: nada ha sido gratis en Cuba. Sólo hemos sido esclavos, trabajando para un Estado que nunca nos dio lo que nos correspondía”.

“Lo único que queríamos era que el Papa tuviera piedad e interviniera, porque pudimos salir, pero nuestros hermanos no viven en libertad. Los que están en la cárcel están en condiciones inhumanas” dijo. “Es reconfortante saber que no ha defraudado. La pregunta ahora es, ¿quién responderá a su llamado para que el mundo ayude a Cuba?”.

El lunes, Díaz Canel definió a los manifestantes como “delincuentes vergonzosos” y denunció que intentaban “fracturar” la revolución comunista de su país.

En un discurso televisado, el líder que recientemente sucedió a Raúl Castro como máxima figura del partido comunista cubano, definió las protestas como parte de un complot respaldado por Estados Unidos e impulsado a través de las redes sociales para derrocar al régimen.

“El planteamiento no fue pacífico”, dijo, criticando el comportamiento “completamente vulgar” de algunos manifestantes a los que acusó de lanzar piedras a la policía y destruir coches. Díaz-Canel admitió que otros manifestantes tenían preocupaciones legítimas por la escasez de alimentos y los apagones, aunque culpó de esos problemas a las sanciones de Estados Unidos.

Por Inés San Martín –angelusenespanol.com