La región necesitará triplicar la inversión anual en redes eléctricas para 2035 para integrar más energía limpia y mejorar la confiabilidad del servicio.
América Latina y el Caribe requieren sistemas de transmisión más modernos, flexibles y preparados para incorporar una mayor proporción de energías renovables.
La nueva publicación del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), “Desbloqueando la red: cómo garantizar energía confiable y sostenible en América Latina y el Caribe”, analiza los principales retos que frenan el desarrollo de la transmisión eléctrica y propone una hoja de ruta para avanzar en planificación, regulación, financiamiento, permisos y adopción tecnológica.
Una red moderna es fundamental para:
- Integrar más energía renovable
- Aumentar la confiabilidad del suministro
- Reducir costos y fortalecer la competitividad
El Informe del BID destaca las siguientes conclusiones:
La transmisión eléctrica debe convertirse en un pilar activo de las estrategias de desarrollo en América Latina y el Caribe.
Superar su rezago histórico exige transformar profundamente la forma en que se planifica, regula y financia esta infraestructura crítica.
Fortalecer la planificación multisectorial, alinear los marcos regulatorios con los objetivos de largo plazo y consolidar capacidades técnicas permanentes son pasos indispensables para cerrar las brechas existentes y avanzar hacia redes más confiables, asequibles y resilientes.
La región cuenta con capacidades técnicas y experiencias valiosas para avanzar hacia una planificación más estratégica, ejecutable y sensible al territorio. La disponibilidad creciente de sistemas de información, herramientas de modelado y análisis territorial permite diseñar planes más robustos, especialmente si se integran con procesos de gobernanza efectivos, participación temprana de actores clave y una coordinación institucional sostenida.
La modernización regulatoria y la innovación institucional son clave para dinamizar la inversión y reducir barreras de entrada. Esquemas de remuneración estables, contratos estandarizados y marcos regulatorios predecibles han demostrado ser eficaces para atraer operadores especializados y capital institucional. Extender estas prácticas, adaptándolas a las condiciones de cada país, es fundamental para ampliar la escala y velocidad de las inversiones estratégicas. La falta de financiamiento no es el principal obstáculo: el reto es generar carteras bancables en entornos habilitantes.
La preparación técnica, legal y financiera de proyectos debe fortalecerse mediante unidades especializadas, mecanismos de coordinación entre entidades y una mayor previsibilidad institucional. Esta combinación es la que permite transformar planes en inversión efectiva. Incluir criterios de resiliencia en las decisiones de inversión es urgente y económicamente justificado, aunque aún enfrenta barreras metodológicas y financieras.
Incorporar el valor sistémico de la resiliencia requiere marcos de evaluación más amplios, que vayan más allá del Desbloqueando la red: Cómo garantizar energía confiable y sostenible en América Latina y el Caribe 190 retorno financiero, así como esquemas diferenciados de financiamiento que reconozcan sus beneficios a largo plazo para la seguridad energética y la estabilidad operativa del sistema.
La región tiene una gran oportunidad para demostrar nuevamente su liderazgo en el sector eléctrico. Tras décadas de avances en acceso, renovables y reformas institucionales, América Latina y el Caribe está en posición de consolidar una nueva etapa de desarrollo centrada en redes inteligentes, resilientes y eficientes.
Lograrlo requerirá visión compartida, capacidad técnica y marcos de gobernanza sólidos, pero los cimientos ya están presentes. Aprovechar esta oportunidad puede colocar a la región como referente global en la transformación de sus sistemas eléctricos. Finalmente, una futura agenda de trabajo podría avanzar hacia la elaboración de hojas de ruta concretas que operacionalicen las recomendaciones planteadas en este informe.
Estas hojas de ruta permitirían priorizar conceptos clave – como resiliencia, planificación anticipada, regulación funcional y tecnologías emergentes – y traducirlos en acciones específicas con cronogramas, responsables, condiciones habilitantes y mecanismos de seguimiento.
Dada la heterogeneidad de los marcos regulatorios y los desafíos intrínsecos de cada país, dichas hojas de ruta deberán ser diseñadas a nivel nacional, adaptadas a las realidades institucionales y técnicas de cada contexto, y orientadas a facilitar una implementación ordenada y efectiva de las transformaciones requeridas en los sistemas de transmisión de la región.
Al mismo tiempo, resulta indispensable incorporar una visión de integración regional que permita no s ó lo coordinar inversiones transfronterizas sino también la regulación, y así aprovechar las sinergias técnicas y económicas que ofrece la interconexión eléctrica en ALC



