Los habitantes de esta favela, la segunda más grande de Sao Paulo, lo celebran con música y juegos.
Comenzó siendo una barriada de chabolas dispersas en la ladera de una colina, a quince kilómetros del centro de la ciudad brasileña. Ahora es una activa comunidad con casas de ladrillo y miles de negocios, que dan servicio a sus 80.000 miembros.
‘Derecho a soñar y a hacerse ricos’
Aunque aún queda mucho por hacer, como recuerda Gilson Rodrigues, uno de sus líderes.
“Espero que en los próximos cien años podamos construir una Paraisópolis mejor, para que nuestros hijos puedan tener derecho a soñar, a transformarse, a hacerse ricos y estudiar”.
Una población orgullosa de sus logros e iniciativa, que ha inspirado a otros grupos.
“Durante estos años hemos creado programas que han contribuido a que nuestra comunidad se desarrollase por sí misma incluso sin ayudas públicas. Y este movimiento está emergiendo. Paraisópolis ha inspirado a otras comunidades a hacer lo mismo. Y el Gobierno se ha visto obligado a hacer su parte.
Los retos, de abajo a arriba
Temoila Veloso vende comida en un puesto callejero.
“El mayor reto vendrá de abajo a arriba. No podemos quedarnos con los brazos cruzados esperando a que el Gobierno dé órdenes. Tenemos que luchar, mostrar que estamos aquí”.
Están ahí, tienen fuerza y enormes retos, como seguir reduciendo la pobreza , la delincuencia o la expansión de la pandemia de COVID-19.
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