La responsabilidad de la mujer a la hora de tener hijos

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En Colombia se ha hablado de una población de 25 millones 898 mil 320 mujeres para 2020, mientras que se ha estimado en 24 millones 984 mil 564 la de hombres, para un total de 50 millones 372 mil habitantes.[i]

Vemos entonces que la población femenina es levemente superior a la masculina. La población de cero a 14 años es el 22.18 por ciento del total y la que va de 15 a 64 años es el 68.75 por ciento. De 65 años en adelante representa el 9.06 por ciento. En mujeres la esperanza de vida es de 80.02 años y en hombres de 74.53 años.[ii]

A partir del 2009 el riesgo de pobreza en Colombia comenzó a descender, pero diez años después pasó del 27.0 por ciento (2018) a 35.7 por ciento en (2019) (antes de pandemia). Es muy probable que el indicador se haya disparado durante los dos años de presencia del coronavirus con más de 125 mil muertos y más de 5 millones de casos de contagios en el país, en medio de un retroceso económico del que apenas empezamos a reaccionar.

Se han perdido millares de empleo y de acuerdo con los datos oficiales (aunque somos escépticas) se ha recuperado a la fecha el 75 por ciento de la ocupación que se tenían antes de la emergencia mundial por el Covid-19. Es evidente que el poder adquisitivo está menguado, a pesar de las ventas que se han registrado en los dos periodos de días sin IVA.

De lo que no me cabe ninguna duda es que los sectores de población ubicados en los estratos 1, 2 y 3 son los más impactados por la crisis de pobreza y de pandemia en Colombia. Tanto en zonas urbanas como rurales. El campo está duramente golpeado, en especial aquellas regiones que se debaten entre la pauperización económica, el conflicto armado y la pelea por el territorio entre grupos del narcotráfico. No podemos desconocer tampoco la incidencia social negativa de los flujos migratorios procedentes de Venezuela y de los desplazamientos internos por desastres naturales y la violencia.

No es fácil lo que estamos viviendo y sería menos grave si no enfrentáramos los niveles de corrupción que se toleran en todos los ámbitos públicos de la Nación, con la complacencia de algunos sectores de la empresa privada. Pero ya embarcados en este barco que navega sobre aguas cada vez más turbulentas, tenemos que emplear nuestros mejores esfuerzos en la redirección del rumbo y el cambio de nuestras costumbres políticas.

Desde el punto de vista de la ciudadanía, soy partidaria de una profunda reflexión respecto de lo que debemos hacer para no agudizar más la pobreza. En mi condición de mujer, invito a que nosotras con el apoyo de los hombres reflexionemos sobre la responsabilidad que nos cabe a la hora de pensar en traer hijos al mundo.

En visita reciente a varios municipios del Atlántico, observé un panorama que me impactó muchísimo. Si bien es una preocupación que siento desde mis tiempos adolescentes, el tema de la mujer y su situación social hoy me ronda con mayor nivel de angustia.

Duele mucho apreciar cómo un amplio número de mujeres deja ver el poco o nulo amor que tiene hacia ella y los seres que traen a la vida.  Una mujer tiene que ser consciente de que si no tiene para comer ella, mucho menos tendrá para 2, 4, 4, 6, 8 hijos.

En ese contexto se ubica gran parte de nuestra pobreza extrema en Colombia y otros países de América Latina. Pienso que es el momento indicado para que las mujeres maduremos en responsabilidad social y pongamos atención a la necesidad del control natal en todos los estratos de la población. Mientras en sectores más vulnerables no se haga énfasis en el control de natalidad, no se tengan convicciones sobre la importancia de parir, la pobreza no se va a acabar nunca y esto no es un problema solo del gobierno; también lo es de nosotros como seres humanos y más de las mujeres.

Las mujeres aquí jugamos un papel importante para disminuir la pobreza extrema, porque no hay derecho a que hagamos tanto daño con tanta paridera, les hacemos daño a esos niños y niñas que serán hombres y mujeres fracasados, que vienen ya con un lazo amarrado que dice aquí ya no hay más. El derecho a la vida y a la reproducción no se puede prohibir, pero no es dable ejercerlo condenando a la pobreza y a la frustración eterna a quienes no tuvieron la capacidad ni la voluntad de escoger cómo vivir en una situación de profunda y permanente desigualdad. Mujeres, pensemos.

Por Virna Fadul Yenis

Abogada


[i]  https://datosmacro.expansion.com/demografia/poblacion/colombia

[ii] https://datosmacro.expansion.com/demografia/estructura-poblacion/colombia