Amor de lejos es amor de…………

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……pendejos, reza la sentencia en el argot popular. Pero, entre pantallas y kilómetros: cómo sobreviven hoy las relaciones a distancia.

Hace unas décadas también se popularizó el dicho “Amor de lejos, felices los cuatro”, una frase que resumía el escepticismo hacia las relaciones a distancia. En aquellos tiempos, mantener vivo un noviazgo separado por kilómetros dependía de cartas que tardaban semanas en llegar o de costosas llamadas internacionales que apenas permitían unos minutos de conversación.

Hoy el panorama es otro. Ese viejo refrán ha quedado relegado al pasado porque las relaciones a distancia no solo son más frecuentes, sino que, atención, no siempre terminan mal.

De hecho, una de cada cuatro parejas en Colombia vive actualmente un noviazgo de este tipo, sostenido por videollamadas diarias, mensajes instantáneos e incluso citas virtuales en el metaverso. Lo que antes parecía imposible se ha convertido en parte de la vida cotidiana y en una experiencia amorosa cada vez más normalizada.

Pero la tecnología, aunque acerca, no lo resuelve todo. Como señala Carlos Urueña, docente del programa de Psicología de Areandina, seccional Pereira:

“La distancia ya no es el mayor enemigo; lo son la falta de confianza, la ilusión de perfección en redes y la incapacidad de hablar de lo que duele”. En otras palabras, amar en tiempos digitales exige más que buena conexión a internet, también requiere acuerdos, autenticidad y un profundo compromiso emocional.

Descubra y supere los cinco retos más frecuentes

Las relaciones lejanas enfrentan desafíos invisibles que van más allá de la geografía. Para Urueña, el primero es la presión de las apariencias: “Convertir la relación en un espectáculo permanente para redes sociales termina desgastando su autenticidad y alejando a las personas de lo esencial”.

El segundo desafío es la fragilidad de la confianza: A falta de gestos cotidianos, las palabras y la coherencia emocional se convierten en el único sustento del vínculo. Un mensaje sin respuesta o un comentario malinterpretado puede escalar con facilidad.

El tercer reto es la desincronización afectiva: Uno celebra un logro mientras el otro atraviesa un mal día. “La distancia convierte las emociones no compartidas en barreras invisibles que, si no se hablan, terminan por separar”, explica el docente de Areandina.

La hipervisibilidad digital es otro factor crítico. Likes, fotos etiquetadas o publicaciones ambiguas generan inseguridad en relaciones donde no hay contexto físico para interpretar lo que ocurre.

Finalmente, está el riesgo de confundir conexión con consumo. Las plataformas ofrecen experiencias constantes —ver series juntos, jugar en línea, hacer videollamadas—, pero pueden convertir la relación en una sucesión de actividades, no en una construcción emocional profunda.

Frente a este panorama, Urueña propone enfrentar estos retos con estrategias claras y realistas.

Cómo conectar sin agotamiento tecnológico: 5 consejos para poner en práctica

  1. Hable con emoción, no solo informe. No basta con contar lo que hiciste en el día; hay que preguntar cómo te sentiste, qué te preocupa o qué te hizo feliz. “Eso convierte la conversación en intimidad y no en simple reporte de actividades”, señala.
  • Tenga metas compartidas con horizonte concreto: planear visitas, proyectos o incluso la posibilidad de vivir juntos en el futuro. “El propósito compartido sostiene cuando la pantalla no alcanza para abrazar”, enfatiza.
  • Acorde reglas de comunicación: evitar discutir por texto, reservar temas delicados para videollamadas y pactar tiempos de calidad para no convertir la relación en una obligación digital.
  • Integre las realidades de cada uno: conocer a la familia, amigos y espacios del otro ayuda a que la relación no sea una burbuja aislada, sino parte de la vida real.
  • Acepte la rutina y la imperfección: la intimidad no se construye solo con momentos espectaculares, sino también con las llamadas mientras se cocina o los silencios compartidos que transmiten compañía.

“Una relación sana no necesita perfección ni estética; necesita confianza, planes y conversaciones sinceras —con personas que existan más allá de la pantalla—”, subraya Urueña.

Del mito al metaverso: ¿Cómo reinventar el amor en la era digital?

Hoy, las parejas experimentan con citas en realidad virtual, dispositivos hápticos que simulan abrazos y aplicaciones que sugieren mensajes o regalos. Pero Urueña advierte: “La tecnología puede acercar o distraer; si confías tus emociones a un algoritmo, pierdes lo esencial: el cuidado humano”.

En cuanto a fidelidad, el psicólogo es tajante: “La distancia no provoca infidelidad, lo hace la lógica de consumo que nos hace creer que siempre hay algo mejor por conocer”.

Por eso, el futuro de estas relaciones no depende del próximo avance tecnológico, sino de la capacidad de hablar con honestidad, planear con realismo y cuidar el vínculo emocional. Como concluye Urueña: “La distancia no destruye el amor. Lo pone a prueba. Y quienes aprenden a construir confianza y proyectos compartidos convierten cada kilómetro en un motivo para valorar más la relación”.