Análisis: el mundo empieza a cansarse del liderazgo a latigazos de Trump

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El presidente de EE.UU., Donald Trump, y el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau. - Getty Images

Vuelve el gobierno del caos.

Un día, el presidente Donald Trump impuso un régimen arancelario punitivo contra Canadá y México. Al siguiente, congeló los aranceles a los automóviles durante un mes tras darse cuenta de repente de que –como todo el mundo había predicho– podían hundir una industria estadounidense por excelencia.

La semana pasada, el presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, acudió al Despacho Oval para firmar un acuerdo sobre minerales de tierras raras que Trump calificó de triunfo para Estados Unidos. Pero Zelensky fue provocado por el vicepresidente J. D. Vance y expulsado de la Casa Blanca. Los líderes europeos llevan días intentando arreglar la debacle.

Elon Musk, mientras tanto, está llevando su motosierra a la burocracia, despidiendo indiscriminadamente a trabajadores y metiendo a las agencias en la trituradora de madera; lanzando a los ciudadanos y a las industrias que dependen de los pagos del Gobierno a la incertidumbre justo cuando la economía se suaviza y es más vulnerable a tales sacudidas.

Vista aérea con dron de la planta de ensamblaje Chrysler Windsor de Stellantis en Windsor, Ontario, el 4 de febrero de 2025. - Carlos Osorio/Reuters
Vista aérea con dron de la planta de ensamblaje Chrysler Windsor de Stellantis en Windsor, Ontario, el 4 de febrero de 2025. – Carlos Osorio/Reuters

Al principio, la energía de Trump en los primeros meses de su mandato fue un rayo de impulso, mientras trazaba su rotulador sobre decretos y disipaba la apatía que marcó los últimos meses de Joe Biden en la presidencia.

Seis semanas después, sin embargo, a medida que Trump hace llamamientos viscerales para desmantelar los acuerdos de seguridad nacional posteriores a la Guerra Fría, el sistema de libre comercio mundial y la maquinaria federal –todo lo que ayudó a convertir a Estados Unidos en una superpotencia–, se va abriendo paso una nueva conciencia.

No parece haber un plan.

Los desordenados esfuerzos de Trump por lograr la paz en Ucrania, reactivar la industria del cinturón de óxido con aranceles al estilo del siglo XIX y recortar drásticamente el Gobierno son tan improvisados como el “tejido”, el nombre que da a sus discursos de campaña.

Y el mundo vuelve a quedar pendiente de los caprichos y obsesiones del presidente del lema “Estados Unidos primero”.

“Hay demasiada imprevisibilidad y caos saliendo de la Casa Blanca en este momento”, dijo el ste miércoles la ministra de Asuntos Exteriores de Canadá, Mélanie Joly, describiendo la política comercial de Estados Unidos como un “psicodrama” que su país no puede atravesar cada 30 días.

El presidente de EE.UU., Donald Trump, y el presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, se reúnen en la Oficina Oval de la Casa Blanca en Washington, el 28 de febrero de 2025. - Saul Loeb/AFP/Getty Images
El presidente de EE.UU., Donald Trump, y el presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, se reúnen en la Oficina Oval de la Casa Blanca en Washington, el 28 de febrero de 2025. – Saul Loeb/AFP/Getty Images

El liderazgo visceral de Trump puede obtener resultados, pero también puede fracasar

Los amigos de Estados Unidos a menudo se preguntan qué es exactamente lo que Trump está tratando de hacer.

El presidente, por ejemplo, dijo este miércoles que Canadá no había hecho lo suficiente para frenar el flujo de fentanilo a través de la frontera; pero solo cantidades minúsculas de la droga están involucradas. A veces, la Casa Blanca se queja del flujo de inmigrantes indocumentados hacia el sur, pero estas cifras también son pequeñas. Trump también quiere que la industria manufacturera abandone Canadá y se traslade al sur. No es de extrañar que algunos funcionarios de Ottawa hayan llegado a la conclusión de que está intentando debilitar su país para que sea más fácil anexionárselo.

Aun así, el presidente puede apuntarse algunos éxitos con su política exterior basada en amenazas. Por ejemplo, su furia por el hecho de que una empresa con sede en Hong Kong fuera propietaria de dos puertos en ambos extremos del canal de Panamá está precipitando su compra por parte del gigante inversor estadounidense BlackRock. El presidente había afirmado falsamente que estos puertos significaban que China controlaba la vital vía navegable construida por EE.UU., pero el cambio de propiedad puede mejorar la posición estratégica estadounidense.

Y Trump podría estar degradando la alianza transatlántica que ha mantenido la paz mundial durante 80 años; pero ha puesto en marcha un programa de rearme sin precedentes entre los aliados de la OTAN que otros presidentes han exigido durante años.

Pero, con la misma frecuencia, parece que Trump está más interesado en el poder personal por la fuerza bruta que en seguir una estrategia a largo plazo.

Michael Froman, un exrepresentante comercial de Estados Unidos que preside el Consejo de Relaciones Exteriores, dijo a Jim Sciutto en CNN International este miércoles que, si bien el costo de imponer aranceles a menudo supera los beneficios, pueden ser una herramienta que lleve a otras naciones a la mesa de negociaciones. Esto es cierto en el caso de México, con el que EE.UU. tiene problemas fronterizos mucho más amplios que con Canadá. Pero, añadió Froman, “tienes que saber qué es lo que quieres que hagan para que esa palanca sea útil”.

La esencia del trumpismo

Hasta cierto punto, el caos es la cuestión. Y la teatralidad de un presidente adicto a la política acrobática es la clave de su atractivo político.

Para algunos partidarios del movimiento MAGA, el genio de Trump para enfurecer a los demócratas, los medios de comunicación y los gobiernos extranjeros es un fin en sí mismo. Y para los ideólogos de la derecha nacionalista populista, desatar el pandemonio en Washington y destruir los organismos gubernamentales es una forma de deconstruir el Estado administrativo.

El método de Trump se perfeccionó en su despacho en lo alto del rascacielos que lleva su nombre en Manhattan.

El entonces futuro presidente aprendió en su carrera inmobiliaria a desequilibrar a sus oponentes con exigencias extravagantes, enfrentamientos verbales y cambios repentinos de posición. En el Gobierno, hace lo mismo para desorientar a los adversarios y trata de imponer el poder en medio del caos.

Pero mientras que la imprevisibilidad es una superpotencia inmobiliaria, es un lastre a la hora de dirigir un país, una economía y un planeta, donde se prefiere la continuidad y la previsibilidad.

“Es simplemente constante, y es agotador”, dijo Julian Vikan Karaguesian, un exfuncionario del Ministerio de Finanzas de Canadá, refiriéndose a la ofensiva arancelaria de tierra arrasada de Trump. “Es casi surrealista. ¿Es real? ¿Va a ser real esta vez?”. Karaguesian, que ahora da clases en la Universidad McGill de Montreal, añadió: “Quizá el modus operandi aquí sea la incertidumbre. No son los aranceles, no es otra cosa, sino crear intencionadamente una sensación de caos y de incertidumbre”.

Vista aérea con dron de la planta de ensamblaje Chrysler Windsor de Stellantis en Windsor, Ontario, el 4 de febrero de 2025. - Carlos Osorio/Reuters
Vista aérea con dron de la planta de ensamblaje Chrysler Windsor de Stellantis en Windsor, Ontario, el 4 de febrero de 2025. – Carlos Osorio/Reuters

Trump cede en los aranceles a los automóviles

Los aranceles automovilísticos que el presidente congeló durante un mes este miércoles, un día después de imponer aranceles generales del 25% a Canadá y México, muestran cómo a veces piensa dos veces sobre su propia agresividad.

Quizá su barómetro favorito, el mercado bursátil, le obligó a actuar. Su concesión revirtió dos días de fuertes pérdidas en el Promedio Industrial Dow Jones con un práctico rebote de casi 500 puntos.

CNN informó este miércoles que Trump cedió tras mantener conversaciones con los consejeros delegados de los tres grandes fabricantes de automóviles. Y su secretaria de Prensa, Karoline Leavitt, dijo que estaba abierto a “escuchar sobre exenciones adicionales”.

La idea de que los CEO bien situados puedan utilizar su acceso a los poderosos para adquirir exenciones y favores especiales que no están disponibles para los estadounidenses de a pie es la antítesis de una economía equitativa. Pero Trump ha mostrado poco respeto por los sistemas basados en normas que eliminan el tipo de clientelismo y el potencial de corrupción que prospera en las sociedades autocráticas.

El enfoque de Trump también puede significar que le gusta más amenazar con aranceles que imponerlos. Pero al amenazar constantemente con aranceles y luego crear dudas sobre si se mantendrán o cuándo, el presidente está causando una enorme incertidumbre para las empresas que necesitan establecer la certeza de los costos y el suministro y los consumidores que podrían dañar una economía ya debilitada si frenan el gasto.

“Hay tanta incertidumbre sobre lo que está haciendo la administración que la mera perspectiva de los aranceles está creando un gran ancla en la economía”, dijo Bharat Ramamurti, exsubdirector del Consejo Económico Nacional de Biden, a los periodistas en una conferencia telefónica el lunes. “La perspectiva de aranceles significativos sobre nuestros aliados ha dado lugar a la retención de inversiones y aumentos de precios preventivos que van a ser soportados por las pequeñas empresas y, en última instancia, por los consumidores”.

Cómo la imprevisibilidad de Trump puede ser contraproducente

El implacable acoso de Trump a los amigos de Estados Unidos –mientras aparentemente hace todo lo que puede para hacer avanzar a su tradicional adversario Rusia en Ucrania– también puede agotar el poder de Estados Unidos a largo plazo.

“Lo que hemos visto esta semana es que el dólar ha sufrido una caída muy fuerte”, dijo Ruchir Sharma, fundador y director de inversiones de Breakout Capital, a Richard Quest en CNN International. “Es revelador que el resto del mundo se esté poniendo las pilas (…) y creo que los inversores están empezando a darse cuenta de que hay otros países en los que merece la pena invertir, dada toda esta volatilidad política que está surgiendo en EE.UU.”, afirmó.

Por lo tanto, el peligro para Estados Unidos es que cuatro años más de payasadas de Trump podrían remodelar el mundo, de una forma que no se ajuste a su visión del dominio estadounidense, pero que deje a los estadounidenses mirando desde fuera. México y Canadá, por ejemplo, no pueden cambiar la geografía que hace que sea una obviedad comerciar con el poderoso EE.UU. Pero ambos también pueden ver ventajas en la expansión del comercio y la inversión con China, rival en ascenso de Estados Unidos. Y la Unión Europea, que espera pronto su propio aluvión de aranceles de Trump, puede examinar horizontes similares.

Los aliados occidentales de Estados Unidos han invertido demasiado en generaciones con lazos con Washington como para querer que fracase. Pero también tienen sus propios intereses nacionales. Canadá no puede ganar una guerra comercial contra su vecino más poderoso. Pero su paciencia se está agotando ante las bravuconadas e intimidaciones de Trump.

Doug Ford, el primer ministro de Ontario, sede de la mayor economía provincial de Canadá, dice que la única manera de avanzar es que Trump erradique todos los aranceles en lugar de una flexibilización a la carta de los derechos industria por industria, como con los automóviles.

“Todo lo que esto nos da es incertidumbre de nuevo”, dijo Ford a Phil Mattingly de CNN este miércoles. “Hay una persona que está causando ese problema hoy: ese es el presidente Trump”.

Análisis por Stephen Collinson

CNN Espanol

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