El talento de la región está siendo protagonista en la creación de modelos más responsables, éticos y humanos
Mientras el mundo avanza hacia la automatización total, en Colombia el principal reto no es tecnológico, sino ético y se enfoca en cómo lograr que la Inteligencia Artificial (IA) potencie a las personas sin reemplazarlas.
La IA ya forma parte de la cotidianidad. Desde plataformas que agilizan trámites hasta algoritmos que analizan datos en salud, educación o finanzas, la promesa de la automatización parece imparable. Sin embargo, el verdadero riesgo no está en la IA en sí, sino en dejarla actuar sin supervisión humana.
Un sistema mal entrenado puede reproducir desigualdades, excluir comunidades o amplificar errores. En un país con brechas territoriales, culturales y tecnológicas, esos sesgos pueden tener consecuencias profundas.
El Marco Ético para la Inteligencia Artificial en Colombia, publicado por MinCiencias en 2021, advierte que: “Las personas deben comprender cómo y por qué los sistemas de IA toman decisiones que pueden afectar su vida”. Esto significa que ningún algoritmo debería decidir sobre un ciudadano sin una revisión humana clara y explicable.
El nuevo paradigma global en IA no busca eliminar la participación humana, sino integrarla. El enfoque Human-in-the-Loop (HITL) propone que los sistemas inteligentes trabajen junto a las personas, combinando lo mejor de ambos mundos: la precisión de las máquinas y el criterio de los humanos.
Según Juan Rojas, Design Lead Senior Consultor de Endava, “HITL es el principio que sostiene la evolución actual de la inteligencia artificial, porque involucra al ser humano dentro de los propios algoritmos y modelos”. A diferencia de la automatización total, este modelo promueve una colaboración activa donde la intervención humana ocurre en etapas clave: validación, interpretación y ajuste.
“No se trata de negar la automatización, sino de garantizar que el criterio humano, con toda su complejidad, sea parte del proceso de aprendizaje y decisión de los sistemas inteligentes”, puntualiza Rojas.
En Colombia, este enfoque es especialmente relevante en sectores críticos como la salud y las finanzas. En la medicina, por ejemplo, los modelos de IA pueden identificar patrones o posibles diagnósticos, pero la decisión final sigue en manos del médico. “Un radiólogo no solo valida los resultados, sino que retroalimenta el modelo, aportando nuevos datos que lo hacen cada vez más preciso. Ese diálogo constante entre máquina y humano es lo que garantiza la seguridad y exactitud en las decisiones”, afirma el experto.
El enfoque HITL también invita a pensar en los límites de la automatización. Según Rojas, “no debemos delegar el 100% de los procesos a la inteligencia artificial. El ser humano debe seguir validando, refinando y mejorando los modelos para garantizar información más precisa”.
Esta visión coincide con las recomendaciones del Marco Ético de MinCiencias, que subraya que la IA debe desarrollarse de manera que respete la autonomía humana y garantice la capacidad de decisión y control por parte de las personas.
El especialista advierte que la IA no es neutral: puede reproducir sesgos, amplificar desigualdades o incluso manipular emociones. Por ello, la supervisión ética y la regulación clara son indispensables. “La IA puede generar imágenes o videos falsos con gran realismo, lo que implica riesgos incluso emocionales. Por eso, quienes trabajamos en tecnología debemos garantizar que la innovación esté guiada por principios éticos y humanos”, enfatiza.
Latinoamérica: talento, innovación y desafíos
Aunque la región enfrenta retos de inversión, el talento técnico latinoamericano está siendo clave en la evolución de la IA global. Este talento, especialmente el colombiano, “está ayudando a definir las buenas prácticas y las reglas del juego de la IA a nivel global. Los profesionales de la región están siendo protagonistas en la creación de modelos más responsables, éticos y humanos”, finaliza el experto.
El futuro de la inteligencia artificial en Colombia no se mide en algoritmos más complejos ni en procesos más rápidos, sino en cuánto contribuye a mejorar la vida de las personas.
El enfoque Human-in-the-Loop no busca desacelerar la innovación, sino asegurar que el progreso mantenga su propósito esencial: potenciar las capacidades humanas, sin perder la perspectiva ética, crítica y sensible que solo las personas pueden aportar.



