En la Loma de la Dignidad, uno de los puntos de congregación de las protestas contra el Gobierno colombiano en la ciudad de Cali (suroeste), penden de una cuerda decenas de historias que fueron escritas en homenaje a los estudiantes asesinados durante el conflicto armado del país.
Historias como las de José, asesinado en 1971 en una masacre ocurrida en la Universidad del Valle a manos, presuntamente, del F2, un escuadrón secreto de la Policía Nacional.
Con ese caso, escrito en máquina de cinta y acompañado con una fotografía estampada en hoja de papel reciclado, se tropezó un joven transeúnte quien, en un primer momento, pensó que se trataba de la muerte de un guerrillero: “Pensé que era el Ché. ¡1971!, vea pues, y uno creyendo que a los estudiantes solo los matan ahora”, dijo y continuó su camino.
Los textos hacen parte de ‘Cartas Ambulantes’, una jornada de escritura de la Comisión de la Verdad -creada a instancias del acuerdo de paz firmado entre el Gobierno de Colombia y la guerrilla de las FARC en 2016- como ejercicio de memoria sobre hechos que afectan a los movimientos estudiantiles durante el conflicto armado.
MI VERDAD
En la Loma de la Dignidad permanecen Hernando y Alba, padres de Jonny Rodríguez Rodríguez, asesinado en 2019 en la Universidad del Valle, reconocida por ser uno de los centros de educación superior con más estudiantes asesinados en protestas sociales.
En los medios de comunicación, en su momento, dijeron que Rodríguez, estudiante de Derecho de la Universidad Santiago de Cali, líder social y barrista, había muerto como resultado de la manipulación de explosivos.
Sin embargo, su mamá, atrapada en el luto desde hace dos años, asegura que ya no le importa lo que digan.
“Mi verdad es que a mi hijo la policía le tiró una bomba”, explica la mujer mientras mira las fotografías de otras víctimas, colgadas en una cuerda que recorre la cima de la Loma de la Dignidad.
La mujer relata que no ha superado el dolor por la pérdida de su hijo y que no es fácil hablar de lo que ocurrió. Guarda silencio un momento y fija su mirada en Victoria, su nieta de cuatro años.
“Si Jonny estuviera vivo estaría aquí, leyendo las historias de los amigos que mataron primero que a él (…) También habría estado en el paro nacional (protestas)”, dice Alba.
LA VIOLENCIA CONTRA LOS ESTUDIANTES NO CESA
Al menos 78 personas entre los 17 y los 26 años de edad fueron asesinadas entre abril y junio en Colombia durante las manifestaciones sociales contra el Gobierno del presidente Iván Duque y muchas de ellas eran estudiantes, según un informe de Rutas del Conflicto, una organización civil que le hace seguimiento al conflicto armado en el país.
La brutalidad policial y los enfrentamientos entre los integrantes de la fuerza pública y los manifestantes fueron las causas principales de los decesos, de los cuales la mayoría ocurrió en Cali, la ciudad más importante del Pacífico colombiano.
En las protestas también aumentó la estigmatización contra estudiantes, profesores y empleados de instituciones de educación en el país.
Por eso, Alba recuerda que un sobrino suyo le dijo que presentara la historia de Jonny en la Comisión de la Verdad, y aunque insiste en que todavía no es capaz de hablar de lo que ocurrió, ella está tranquila porque el texto, escrito a máquina, hará parte del legado que este jueves entregará la entidad en un acto de reconocimiento a las universidades afectadas por el conflicto armado.
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