Cerca de 10.600 heliostatos (espejos), 392.000 paneles solares y una torre de 250 metros de altura. Son las colosales dimensiones de Cerro Dominador, la primera planta de energía solar concentrada de Latinoamérica, inaugurada este martes en el norte de Chile, en pleno desierto de Atacama.
Con 1.000 hectáreas de extensión y ubicado en una zona con uno de los mayores niveles de radiación solar del mundo, a 100 kilómetros de la norteña ciudad de Calama, el proyecto consta de dos componentes: un sistema fotovoltaico de 100 MW, en funcionamiento desde 2017, y un innovador sistema solar térmico, con 110 MW de potencia instalada, pionero en la región e inaugurado esta jornada.
Ambos componentes generarán conjuntamente una capacidad total de 210 megavatios y suministrarán energía verde a la red eléctrica chilena.
“Es una planta que está en la frontera del conocimiento y la tecnología. No hay ninguna planta que tenga una mejor tecnología que esta”, afirmó durante la inauguración el presidente chileno, Sebastián Piñera.
El proyecto contribuirá a evitar la emisión de 630.000 toneladas anuales de dióxido de carbono (CO2), lo que equivale a la circulación de 135.000 vehículos al año, “más que los automóviles que existen en esta región de Antofagasta”, agregó el mandatario.
Con una inversión total de 1.300 millones de dólares, el complejo cuenta con financiamiento de la Unión Europea y del Banco de Desarrollo Alemán KfW, entre otros, y sus principales constructores han sido las españolas Acciona y Abengoa.
La planta solar Cerro Dominador es propiedad de una compañía del mismo nombre, perteneciente a la firma de fondos de inversión estadounidense EIG Global Energy.
LA SEGUNDA TORRE MÁS ALTA DE CHILE
Uno de los elementos estrella del proyecto es la torre central de 250 metros donde está colocado el receptor de calor y al que apuntaran los miles de helioestatos.
Se trata de la segunda construcción más alta de Chile, solo superada por el rascacielos de Santiago conocido como Costanera Center, de 300 metros y uno de los más altos del continente.
Los helioestatos son espejos de 140 metros cuadrados de superficie reflectante y 3 toneladas de peso cada uno, que siguen la trayectoria del sol con movimiento en dos ejes, reflejando y direccionando la radiación solar hacia el receptor.
A través de este receptor, circulan sales fundidas a una temperatura de 560 grados centígrados, transfiriendo el calor a un circuito que impulsa una turbina de vapor para generar energía eléctrica.
“Las sales fundidas pueden almacenarse por hasta 17,5 horas, lo que permite que el sistema siga funcionando incluso sin luz solar directa y haya una producción fiable de electricidad 24 horas al día”, explicó el CEO del proyecto, Fernando González.
Chile, un país de 19 millones de habitantes y una geografía muy extrema, con el desierto al norte y los grandes bosques al sur, es capaz de producir 70 veces más de electricidad de la que hoy necesita.
“Chile fue un país pobre en las energías del pasado, teníamos poco petróleo, poco carbón, poco gas, pero inmensamente rico en las energías del futuro”, indicó el mandatario.
En los últimos seis años, la participación solar y eólica se multiplicó por diez en la matriz energética del país y se espera que las energías renovables lleguen al 70 % de la misma antes de 2030, según datos oficiales.
En 2021, apuntó Piñera, se van a inaugurar más proyectos de energías limpias en Chile “que en toda la historia anterior del país”, con una capacidad instalada de casi 6.700 MW.
“Si no cambiamos el rumbo vamos hacia un desastre ecológico, la ciudadanía nos exige, como un imperativo moral, cambiar ese rumbo y la tecnología nos entrega las herramientas para hacerlo”, concluyó.
La próxima cumbre del clima COP26, que se celebrará en Glasgow (Escocia) el próximo noviembre, tendrá un marcado énfasis en la importancia de poner fin a la dependencia mundial del carbón y en las oportunidades de la energía renovable, según difundió el pasado mes de mayo la organización.
Conforme a la trayectoria actual de las emisiones de dióxido de carbono, está previsto que la temperatura aumente entre 3 y 5 grados Celsius para finales de siglo, según la ONU, que persigue limitar el calentamiento a 1,5 °C.
Naciones Unidas considera que este objetivo “no es imposible” pero que “exigiría unas transiciones sin precedentes en todos los aspectos de la sociedad” y para lo que “los próximos diez años son primordiales”.
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