Ciénaga o el desencanto de la Magia

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El domingo en las horas de la tarde llegó a mi casa el joven poeta, compositor y músico Jesús Noguera, hijo de mi buen amigo poeta y compositor Alfonso Noguera. Me enteré por Jesús sobre una Feria del Libro que se organizó aquí en Ciénaga desde el pasado viernes y me invitó de paso a que fuéramos a visitarla; claro que acepté de inmediato su propuesta, ya que  un hecho de esta naturaleza raras veces acontece en esta localidad y donde en muy pocas ocasiones sucede algo extraordinario.

Cuando iniciamos el recorrido hacia el evento cultural, nos percatamos que debíamos sortear algunas dificultades que por lo general siempre se dan cuando sobre Ciénaga se desparraman torrenciales aguaceros, generando por supuesto, el colapso de los Manjoles y el consabido e inevitable derrame de las aguas negras malolientes y putrefactas provenientes de las alcantarillas.

Durante ese accidentado recorrido, tuvimos que acudir a nuestras innatas habilidades de acróbata y equilibrista para efecto de poder caminar sobre algunas piedras e improvisados puentes localizados en forma estratégica y así lograr acceder en forma victoriosa al andén más cercano. A pesar de la existencia de estos maltrechos medios que permitían facilitar de alguna manera el tráfico inusual de la gente, fue imposible evitar que nuestros zapatos quedaran salpicados de esas indeseables aguas descompuestas y verdosas, sobre todo los de Jesús que estaban recién estrenados.

Después de superar el engorroso periplo, llegamos por fin a la Feria del Libro, sintiendo de inmediato que respiraba un agradable ambiente. Me llamó mucho la atención la forma como estaban organizados los libros y la diversidad de géneros narrativos que estaban allí expuestos para satisfacer el gusto de cualquier lector.

Mi mayor sorpresa fue la de haber encontrado entre la vorágine de libros, la reciente publicación del reconocido escritor colombiano Mario Mendoza, titulada “Leer es Resistir”. Igualmente me causó agrado la presencia de muchos jóvenes ávidos de la buena lectura, adquiriendo libros de variados temas y de autores clásicos y contemporáneos. 

Agotada nuestra estancia en la Feria del Libro, resolvimos salir y dirigirnos hacia nuestras casas. Durante el retorno volvimos a convertirnos en víctimas de las calles encharcadas e impregnadas de desagradables y corrosivos olores. Fue en ese instante, que me pregunté si Ciénaga había dejado de ser un paradisiaco lugar lleno de encanto y de atractiva magia, para metamorfearse  en un dantesco escenario que atenta contra la dignidad y la integridad social y cultural de esta localidad.

Una ciudad como Ciénaga, que ha sido renombrada de múltiples formas por una pléyade de ilustres historiadores  de distintas épocas y que ha ostentado diversos títulos emblemáticos, como la que fue en sus orígenes La Aldea Grande, la mitológica Ponqueyca y en el transcurrir de su impredecible historia, fue signada la Villa de San Juan Bautista de la Ciénaga y  posteriormente San Juan del Córdoba. No contenta con estos nombres y apellidos, también ha sido llamada por poetas y escritores La Región más Transparente, El Valle de Cienaguas,Ciudad de los Espejos y últimamente como si fuera poco, alguien la bautizó como la Capital del Realismo Mágico.

Nos contaba y también nos advertía el poeta ya fallecido Raúl Gómez Jattin en uno de los tantos encuentros de Escritores del Caribe Colombiano realizados en esta ciudad, que Ciénaga poseía un rarísimo  encanto mágico que atraía en forma misteriosa  a propios y extraños que la visitaban circunstancialmente. Nos recordaba el poeta Gómez Jattin que este poblado fue  cuna del esoterismo en Colombia, ya que por estas tierras algunos maestros de la Logia Blanca han dejado sus indelebles y promisorias  huellas, y por esta razón estábamos en mora de presentarle al mundo la cara oculta de una nueva narrativa que de fe de los enigmas y códigos secretos de este legendario y biodiverso territorio.

Otras voces en distintos escenarios del país han surgido para denominar a Ciénaga como La Capital de la Música en Colombia, por ser una región que ha parido insignes músicos con una destacada instrucción musical y de significativa transcendencia en el ámbito nacional e internacional, tales como Eulalio Meléndez, Andrés Paz Barros, Guillermo de Jesús Buitrago, Efraín Burgos, entre muchos otros que indiscutiblemente han enriquecido nuestro patrimonio cultural y musical.

Pero mientras proseguíamos nuestra sinuosa marcha por las dislocadas calles verdosas y enfangadas de nuestro Pueblo Patrimonio, me llamaban la atención los numerosos murales impregnados en algunas paredes que hacen parte del Centro Histórico de Ciénaga y de su área de influencia. Verdaderas obras de arte  que dan cuenta de la existencia del talento y el valor artístico que existe en este campo de la pintura y de las artes plásticas en general.

Le comentaba en esos momentos a Jesús, mientras ojeaba detenidamente algunas páginas del libro de Mendoza que daba vergüenza y desaliento el hecho de contemplar el estado deplorable en que se encuentra lo que  en otrora  fu el el Teatro Magdalena y qué decir del histórico lugar donde un 6 de diciembre de 1928, se perpetró por parte del gobierno nacional la epopéyica masacre de las bananeras, hoy convertido en un escabroso refugio de noctámbulos, viciosos y prostitutas.

Considero que Ciénaga se merece un mejor trato y la verdad  es que no se le pueden pedir peras al olmo, cuando se sabe que por mucho tiempo hemos estado bajo la férula de una clase dirigente con una famélica  y escasa estructura y formación cultural. Sé que muchos hacedores de cultura de esta municipalidad  estaríamos dispuestos a rescatar, preservar y salvaguardar nuestra identidad cultural. Tenemos un gran reto por delante: posicionar a Ciénaga para convertirla en una potencia artística y cultural, que sea capaz de jalonar importantes avances en su desarrollo ecoturistico, agroecológico y agroindustrial. 

Estoy seguro que lo podemos lograr si nos juntamos los que estamos plenamente convencidos que con verdaderos principios éticos, morales y una verdadera cultura fundamentada en el respeto y la dignidad de nuestros ciudadanos y ciudadanas, Ciénaga se mantendrá con sus paisajes encantadores, atrayendo con su vibrante magia a todo aquel que quiera disfrutar de sus bondades edénicas y paradisiacas  y también de sus ricas tradiciones, mitos y leyendas, de sus ritmos y encantos musicales, llenos de poesía y expresiones populares.

Este es nuestro cuarto de hora y no lo podemos desaprovechar  todo sea por el bien y el bienestar de nuestras presentes y futuras generaciones.

Por: Luis Eduardo Rendón Vásquez

Economista, escritor y defensor ambiental