Colombia 3 Nicaragua 0

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Equipo defensor de Colombia durante la lectura del fallo realizada este jueves. Foto: cortesía Cancillería de Colombia.

Por Amylkar D. Acosta Medina[1]

¡Nunca es tarde cuando la dicha es buena!

PREÁMBULO

Colombia le infligió una dura derrota, por goleada, tres a cero fue el marcador, a Nicaragua, en el tercero y último partido de un largo litigio que se inició hace 22 años, cuando en 2001 el Gobierno nicaragüense presentó la primera de tres demandas ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ), con sede en La Haya, esta vez alegando poseer la soberanía sobre el archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina. La CIJ tardó once años en dirimir esta disputa territorial desestimando la pretensión de Nicaragua, reconociendo los derechos inalienables e imprescriptibles de Colombia sobre el mismo, pero al mismo tiempo le cedió una franja mayor de zonas marítimas de la que hasta ese momento se le reconocía.

La segunda embestida de Nicaragua contra Colombia se dio en 2012, denunciándola ante la misma CIJ, aduciendo que la Armada de Colombia patrullaba y los raizales realizaban faenas de pesca en las aguas que el Gobierno Nica reivindicaba como propias. Por su parte Colombia ripostó que Nicaragua había cambiado unilateralmente y a su acomodo los límites que le permitía ejercer soberanía dentro de las 200 millas náuticas (equivalente a 370.4 kilómetros) desde sus costas. La CIJ terminó dándole la razón a Nicaragua, dictaminando que, en efecto, Colombia había violado los derechos soberanos de Nicaragua y exigió el cese de dichas incursiones en territorio nicaragüense. Y de contera con su fallo la CIJ desconoció el limítrofe Meridiano 82, con lo cual la delimitación de la fronteras entre los dos países sigue siendo un contencioso por resolver.

Este fallo de la CIJ le significó al país la pérdida de 75.000 kilómetros cuadrados de Mar territorial, al concederle a Nicaragua 531 kilómetros desde su costa y sólo 65 kilómetros cuadrados a Colombia, redefiniendo los límites marítimos vigentes hasta entonces entre Colombia y Nicaragua, que sólo distan 400 millas náuticas el uno del otro, entregándole dadivosamente a Nicaragua el 40% del Mar territorial que le pertenecía a Colombia.

En una estrategia fallida de defensa frente al atropello del cual había sido objeto por parte de la CJI, el Gobierno de Colombia al conocer su veredicto denunció tardíamente el Pacto de Bogotá, el mismo que había suscrito en 1948 reconociéndole su competencia para dirimir las disputas entre países latinoamericanos. Pero ya era tarde porque  existe una cláusula en dicho Pacto que estipula claramente que su competencia sólo cesa una vez haya transcurrido un año contado a partir de la fecha en que cualquiera de los países signatarios resuelva denunciarlo.

Este paso que dio el Presidente Juan Manuel Santos y su Canciller María Ángela Holguín no pasó de ser un tiro al aire. El fallo de la CIJ quedó en firme, este es, como decimos en el Caribe, una clavo pasa´o para Colombia, mal que nos pese. El internacionalista y miembro de nuestra Academia Colombiana de Historia Enrique Gaviria Liévano (q. e. p. d) fue un acérrimo defensor de la soberanía colombiana sobre el archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina y un duro crítico de la estrategia de defensa de la misma, a su juicio equívoca y equivocada[2].

UNA DIGRESIÓN

Para una mejor comprensión del más reciente fallo de la CIJ que puso fin a la tercera y última querella entre Colombia y Nicaragua, que tuvo su origen en una nueva demanda presentada en septiembre de 2013 pretendiendo la extensión de su plataforma continental a expensas de la de Colombia. y ponerlo en contexto, me permito una digresión retrotrayéndonos a sus antecedentes más remotos. En 1894 Nicaragua ocupó por la fuerza y le arrebató a Colombia la Costa de Mosquitia, que posteriormente, el 24 de marzo de 1928, le reconoce su anexión territorial mediante la firma del Tratado Esguerra – Bárcenas sobre cuestiones territoriales entre los dos países, suscrito por Domingo Esguerra y José Bárcenas, en representación de Colombia y Nicaragua, respectivamente. El Meridiano 82 de Greenwich sirvió de mojón en la delimitación de la frontera marítima entre los dos países. Así quedó establecido en el Acta de Canje de ratificaciones de dicho Tratado[3].

Es de anotar que esa renuncia de Colombia en dicho Tratado al ejercicio de su soberanía sobre la Costa de Mosquitia, reconociendo “la soberanía y pleno dominio de la República de Nicaragua sobre la Costa de Mosquitios”, se da no obstante que, como lo acota el internacionalista Enrique Gaviria, la Real Orden de noviembre de1803 constituía un título inobjetable sobre el mismo, así como sobre el archipiélago, el cual se derivaba de la aplicación del utis possidetis juris (doctrina que se remonta al interdicto del pretor romano, que se utilizaba para dirimir controversias entre estados referentes a conflictos territoriales) y que significa que así como posees seguirás poseyendo). Este surgió y se aplicó con posterioridad a la independencia de las colonias de la coyunda de la Corona española para la determinación de las fronteras al momento de constituirse como repúblicas soberanas.

Luego, con el derrocamiento del dictador Anastasio Somoza en julio de 1979, a manos del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), este al asumir el poder desconoce dicho Tratado por considerarlo inválido, toda vez que había sido suscrito en momentos en los que Nicaragua estaba ocupada por las tropas de los Estados Unidos (1912 – 1933). Y ahí fue Troya!

Por aquellas calendas el Presidente Alfonso López Michelsen y su Canciller Indalecio Liévano Aguirre les dieron un giro a la política exterior de Colombia y uno de sus legados más importantes es precisamente la expedición de la Ley 10 de 1978, “por medio de la cual se dictan normas sobre mar territorial, zona económica exclusiva y plataforma continental”. Hasta entonces Colombia estuvo alineada y apegada a la tesis de las 12 millas de Mar territorial, resignándose, con mentalidad mediterránea, a ejercer su soberanía marítima sólo sobre el mismo, cuando ya se había incorporado en la legislación consuetudinaria a nivel internacional el concepto de Zona económica exclusiva[4]. Ello hizo posible extender en un 44.85% la extensión del territorio de Colombia, sumándole 928.660 kilómetros cuadrados marítimos al 1.142.000 kilómetros cuadrados de territorio continental e insular.

Y así lo dejó establecido en dicha Ley, mediante la cual se  “establece adyacente al Mar territorial una Zona económica exclusiva cuyo límite exterior llega a 200 millas náuticas medidas desde las línea de base donde se mide la anchura del Mar territorial”.  Y este es precisamente el busilis de esta trifulca de Colombia con Nicaragua.

Cabe preguntarse a qué atribuir los reveses de Colombia frente a las ambiciones expansionistas de Nicaragua que datan desde las postrimerías del siglo XIX y los albores del siglo XX. El ex canciller y actual Decano de la Facultad de Estudios Internacionales, Políticos y Urbanos de la Universidad  del Rosario y durante muchos años agente especial de Colombia para el litigio con Nicaragua Julio Londoño Paredes, nos da pistas en una declaración suya al periódico El Espectador: “Colombia nunca se preocupó por el archipiélago, incluso en el siglo XIX, el gobierno de entonces le dio instrucciones al embajador colombiano de la época en Washington, Enrique Cortés, para tratar de venderlo a EE. UU, lo que pasa es que en ese momento los estadounidenses no estaban interesados.Solo con la creación el aeropuerto internacional Gustavo Rojas Pinilla, el país empezó a valorar el archipiélago”[5]. Dicho de otra manera, ha primado el desdén por las islas y los isleños, tanto es así que sólo en el tramo final de este largo litigio con Nicaragua se tuvo en cuenta a los raizales, que habían sido objeto de su niguneo, en el equipo de defensa de la parte colombiana.

EL FELIZ DESENLACE

Y la tercera fue la vencida. Colombia, los colombianos y los caribeños en particular registramos con alborozo la grata noticia de la que fue portadora la presidenta de la CIJ Joan Donoghue, al dar lectura al fallo proferido por la misma que deja a Nicaragua y al sátrapa Daniel Ortega con un palmo de narices.

Nicaragua no vio una esta vez, como lo anunció la revista Semana, “en resumen, se podría decir que Colombia ganó todo y Nicaragua perdió todo. La decisión se dio por una mayoría muy grande de la siguiente manera. En todas las pretensiones, Colombia ganó con 13 votos contra 4. El primero tenía que ver con la hipótesis de Nicaragua de delimitar el límite marítimo de la plataforma continental extendida. El segundo, con declarar que las Islas de San Andrés y Providencia tienen una plataforma limitada. Estos dos puntos tuvieron una mayoría de 13 contra 4. El tercero tenía que ver con limitar los espacios marítimos de Serrana, Serranilla y Bajo Nuevo.Allí, Nicaragua había dicho que Serranía, Bajo nuevo y Serrana no generan derechos territoriales, pero la Corte dijo que Colombia sí tiene soberanía sobre estas. La corte sobre esto último, votó 12 a favor y 5 en contra”[6]. Y lo más importante es que este fallo no tiene apelación, es de única instancia, en este partido el árbitro, que es la CIJ, no cuenta con Var que ponga en duda el marcador.

No obstante, el negociador nicaraguense, el abogado Carlos Arguello, al notificarse del fallo, afirmó que “esto no ha concluido, es una etapa más, aún hay temas sin resolver”, tal vez refiriéndose a los límites fronterizos y destacó que la Corte “dejó en firme las 200 millas náuticas que corresponden a Nicaragua[7] que se le habían otorgado o reconocido en el fallo precedente en 2012. Él podrá exclamar con el profesor Maturana que perder es ganar un poco.

Como era de esperarse todos cuantos tuvieron que ver con este complejo e intrincado proceso que ha tenido este final feliz, a una, como en Fuenteovejuna, en el célebre drama escénico de Lope de Vega, levantan las manos y muestran el pulgar hacia arriba, atribuyéndose el triunfo. Al fin y al cabo, como dijo Napoleón Bonaparte, la victoria tiene cien padres y la derrota es huérfana. Pero la verdad sea dicha, así parezca una frase de cajón, un lugar común, esta vez tenemos que decir que quien ganó fue Colombia y por goleada y lo alcanzado es una muestra palmaria de lo que se puede lograr cuando se antepone el interés patrio sobre los intereses subalternos de la pequeña política, de la que hablaba el caudillo liberal Jorge Eliecer Gaitán. Ojalá esta lección nos quede aprendida, en medio de tanta polarización política. Enhorabuena!

Bogotá, julio de 2023

www.amylkaracosta.net


[1] Miembro correspondiente de la Academia Colombiana de Historia

[2] Enrique Gaviria Liévano. Los archipiélagos de Estado en el Derecho del mar/ La desintegración del archipiélago de San Andrés y el fallo de la Corte de La Haya/ La plataforma continental colombiana y el nuevo Derecho del mar.

[3] Diego Uribe Vargas. El Meridiano 82, frontera marítima entre Colombia y Nicaragua. 1999.

[4] Benjamín Ardila Duarte. Alfonso López Michelsen, el derecho internacional y las relaciones exteriores de Colombia. 2006

[5] El Espectador. Noviembre, 18 de 2020

[6] Semana.  Julio, 13 de 2023

[7] Ídem