Yumbo, octubre 27 de 2025. En Colombia, la reforestación comercial ha emergido como una alternativa estratégica para enfrentar desafíos ambientales y, al mismo tiempo, fortalecer la productividad y el desarrollo rural.
Establecidas en suelos degradados con vocación forestal, las plantaciones forestales comerciales permiten recuperar servicios ecosistémicos esenciales, como la regulación hídrica y la captura de carbono, mientras abastecen de forma renovable sectores productivos clave como la construcción, el mueble, la bioenergía, el papel, el cartón y los empaques.
Según Fedemaderas, el país cuenta actualmente con más de 550.000 hectáreas de plantaciones forestales comerciales, pero de acuerdo con la UPRA (Unidad de Planeación Rural Agropecuaria del Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural) hay un potencial de 7,5 millones de hectáreas, una cifra que refleja la capacidad de Colombia para consolidarse como un referente de esta práctica en la región.
Aunque su impacto es cada vez más reconocido, la reforestación comercial aún genera dudas y percepciones equivocadas. Por lo tanto, entender cómo funciona este modelo (cuándo, dónde y con qué criterios se implementa) es clave para valorar su rol en una transición productiva más sostenible. En ese sentido, Fedemaderas y Smurfit Westrock presentan tres elementos importantes para comprender cómo funciona este modelo y cuál es su capacidad de aporte en el país.
- Las plantaciones forestales comerciales no compiten con el bosque natural
Una de las principales confusiones sobre la reforestación comercial está en la idea de que sustituye o amenaza los bosques naturales. En realidad, ocurre lo contrario. Cuando se realiza bajo criterios técnicos y normativos, esta práctica se convierte en un complemento para la conservación, ya que se establecen en suelos que perdieron su cobertura boscosa hace varias décadas y, actualmente, presentan baja productividad, como antiguas áreas de ganadería extensiva.
Este tipo de reforestación se rige por la normatividad para plantaciones forestales, garantizando trazabilidad y sostenibilidad. Además de restaurar funciones ecológicas como la protección del suelo, el ciclo del agua y la captura de carbono, las plantaciones funcionan como corredores biológicos que conectan fragmentos de bosque natural, facilitando el tránsito y la conservación de la biodiversidad.
Los bosques naturales gestionados de manera sostenible bajo enfoques comunitarios, junto con las plantaciones forestales comerciales, representan dos modelos complementarios de la economía forestal. La madera proveniente de cada uno impulsa distintos mercados, productos y servicios ecosistémicos, con características y usos específicos. Esto permite desmitificar la idea de que promover la reforestación comercial y el uso responsable de la madera implica una amenaza para los bosques naturales.
En este sentido, lejos de competir con los ecosistemas nativos, las plantaciones forestales comerciales bien manejadas ayudan a reducir la presión sobre los bosques naturales al ofrecer una fuente legal, renovable y certificada de fibra vegetal.
Este es el caso de Smurfit Westrock en Colombia que lleva más de 50 años investigando y produciendo madera sostenible en sus plantaciones forestales comerciales y desde el 2005, viene desarrollando estudios de caracterización de bosques naturales en el 33% de su patrimonio forestal, con el objetivo de conocerlos, protegerlos y conservarlos a largo plazo.
- Colombia tiene una alta demanda de madera, pero una baja producción legal
El país cuenta con vastas extensiones de tierra con potencial para la producción sostenible de madera, pero su capacidad instalada para responder a la demanda es limitada, afrontando una subutilización cercana al 92%. Esta brecha ha dado lugar a un mercado desbalanceado, donde una parte significativa de la madera proviene de fuentes no certificadas o incluso ilegales, afectando directamente a los ecosistemas naturales.
Además, Colombia cuenta con 114 millones de hectáreas continentales, de las cuales el 75% tienen vocación forestal. Sin embargo, solo una pequeña parte se aprovecha con fines productivos. Este desfase evidencia la urgencia de impulsar la reforestación comercial legal y certificada, como motor de desarrollo responsable y conservación ambiental.
Frente a esta realidad, las plantaciones forestales comerciales bien manejadas, representan una oportunidad concreta para sustituir madera de origen ilegal por fibra renovable, trazable y producida bajo estándares ambientales rigurosos. Al aumentar esta oferta, se reduce la presión sobre bosques nativos y se crea una base adecuada para una economía forestal competitiva y sostenible.
- El potencial de Colombia como país forestal competitivo
Con más de la mitad de su territorio con vocación forestal y una ubicación estratégica en el continente, Colombia tiene las condiciones necesarias para consolidar una economía forestal capaz de generar empleo de calidad en el campo, atraer inversión y dinamizar regiones históricamente regazadas. Esta industria puede abastecer de forma renovable a mercados nacionales e internacionales, mientras se convierte en una fuente clave de servicios ecosistémicos como la captura de carbono, la protección de fuentes hídricas, la restauración de suelos y la generación de energía renovable con biomasa.
Sin embargo, para que este potencial se traduzca en desarrollo, es fundamental adoptar una visión que combine planificación territorial, seguridad jurídica, incentivos adecuados y articulación multisectorial. Especialmente, incentivos desde la demanda pueden ayudar a dinamizar el crecimiento de mercados aún muy prematuros en el contexto nacional.
Así, la reforestación comercial legal y certificada puede convertirse en una palanca estratégica para avanzar hacia un modelo de crecimiento más inclusivo, ambientalmente responsable y alineado con las metas de descarbonización de Colombia, y llegar a la meta de cero deforestación del bosque natural.
Estos tres elementos permiten comprender que la reforestación comercial no es solo una herramienta ambiental, sino una oportunidad de desarrollo integral para el país. Su crecimiento responsable puede impulsar la economía, fortalecer los encadenamientos rurales y posicionar a Colombia como líder en soluciones basadas en la naturaleza.




