El país bajo violencia total, matan soldados, policías, y ciudadanos: caos

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Fotografías de los soldados asesinados en el Cauca, suministradas por el Ejército Nacionl.

Seis soldados del ejército colombiano murieron este martes a manos de disidentes de las FARC, en la peor arremetida de los rebeldes desde que expresaran la voluntad de negociar su desarme, informó el gobierno.

Los jóvenes militares fueron atacados a las 03H00 de la mañana con granadas, artefactos explosivos improvisados y ráfagas de fusil en una zona rural del municipio de Buenos Aires (suroeste), departamento de Cauca, según un boletín del ejército, que da cuenta de seis uniformados “asesinados”.

“Han perdido la vida varios soldados (..) Todos entre 18 y 20 años”, detalló más tarde el presidente, Gustavo Petro, al término de un consejo extraordinario de seguridad en Bogotá.

“La operación que hicieron es de infiltración. Premeditadamente se buscó el ataque, se planificó por parte de la columna Jaime Martínez”, uno de los grupos que se apartó del acuerdo de paz al que se acogieron la mayoría de los exguerrilleros de las FARC en 2016, agregó el mandatario.

La semana pasada otros tres soldados murieron en medio de combates con disidentes en el municipio de Argelia, cerca de Buenos Aires. Ambos ataques fueron “concomitantes el uno del otro”, precisó Petro.

Desde que asumió el poder el 7 agosto, el mandatario y sus delegados se han reunido con jefes de las dos principales facciones de disidentes de las FARC con miras a eventuales negociaciones de paz.

El Frente Primero, o Estado Mayor Central -que agrupa a la mayor parte de los combatientes, incluida la columna Jaime Martínez-, anunció en septiembre que iba a reducir los ataques contra la fuerza pública para propiciar un alto al fuego bilateral.

“La posición militar no cesa mientras no haya realmente una voluntad de negociación” por parte de las disidencias, aseguró Petro este martes y anticipó una “reacción” al ataque contra la fuerza pública.

– Acercamientos entre balas –

El primer presidente de izquierda en la historia de Colombia aspira a desactivar medio siglo de conflicto armado con una nueva política de “paz total” que incluye negociaciones y sometimiento a la justicia de las organizaciones alzadas en armas.

Petro reiteró este martes que “la posibilidad de diálogos hoy no está circunscrita al cese de las operaciones militares”.

En junio el ejército abatió a Leider Noscue, alias Mayimbú, quien comandaba la columna Jaime Martínez y fue homenajeado en noviembre por cientos de pobladores del Cauca y decenas de rebeldes en unas exequias colosales.

Sin un mando unificado, estos grupos suman unos 5.200 miembros repartidos en diferentes regiones del país, de acuerdo al centro de estudios Indepaz, y se financian principalmente del tráfico de droga.

El ministro de Defensa, Iván Velásquez, lamentó que los soldados fallecidos fueran jóvenes que prestaban el servicio militar obligatorio de 12 meses que impone la ley a los hombres colombianos entre 18 y 24 años.

“Los soldados regulares, como los que murieron hoy en Buenos Aires, Cauca, no deben ser enviados a zonas de conflicto. Los mandos de las fuerzas militares tienen que revisar con cuidado los lugares a los que pueden ser asignados, reduciendo al máximo los riesgos para sus vidas”, advirtió el jefe de la cartera.

El oficialismo aboga por la eliminación del servicio militar obligatorio, pero la iniciativa fracasó en el Congreso.

– Narcotráfico –

Tras décadas de fracasada lucha antidrogas, Colombia sigue siendo el mayor productor de cocaína, el motor de la violencia que deja más de nueve millones de víctimas en el prolongado conflicto.

Petro aseguró que los enfrentamientos en el Cauca tienen “que ver con rutas de narcotráfico y otros (negocios ilegales) que utilizan el área difícil del Naya”, un corredor selvático que conecta los inmensos sembradíos de hoja de coca en las montañas del departamento con el Océano Pacífico, donde los narcos embarcan cargamentos rumbo a México y Centroamérica.

En las regiones del Putumayo y Arauca, fronterizas con Ecuador y Venezuela respectivamente, la fuerza pública también está desplegada por “conflictividades” con disidentes, informó el gobierno.

Luego del acuerdo de paz con el grueso de las FARC, facciones detractoras del pacto siguieron en armas y aprovecharon la fragilidad del Estado en sus regiones de influencia donde hoy se disputan a sangre y fuego la producción y tráfico de cocaína con otras organizaciones.

Las disidencias hoy hacen hace parte de la amalgama de grupos armados con los que Petro quiere dialogar para lograr su desarme en el marco de su política de “paz total”.

El Ejército de Liberación Nacional (ELN), la última guerrilla reconocida del país, negocia en este momento con delegados del gobierno en Venezuela.

Dos bandas urbanas de Buenaventura, el principal puerto de Colombia en el océano Pacífico, también adelantan acercamientos con Petro para desescalar la violencia.

Yahoo Noticias Agencia AFP Fotos internet AFP

Información de la Casa de Nariño

El Presidente Gustavo Petro advirtió este martes que cuando el Gobierno del Cambio llama al diálogo, a la reconciliación y a construir una Paz Total, “nosotros no estamos dando permiso para traquetear. Estamos dando un permiso para acabar definitivamente la violencia”.

En la ceremonia de acenso de oficiales del Ejército Nacional, el Jefe de Estado expresó que “nosotros, cuando estamos hablando de diálogo, no estamos dando permisos para lo ilegal. Estamos dando permisos para hablar. Pero tiene que haber una voluntad”.

En su intervención, ante los 280 hombres y mujeres que ascendieron al grado de subtenientes del Ejército, el Mandatario añadió que “no puede en la mente de las personas que hoy ejercen violencia haber un espacio creyendo que una opción de diálogo es una opción para aprovechar en el sentido de aumentar las condiciones de construcción de una economía ilegal”.

En el campo de paradas de la Escuela de Cadetes José María Córdova, en el occidente de Bogotá, el Presidente Petro enfatizó que “no vamos a dar permiso para desarrollar economías ilegales que, finalmente, traerán más muerte, más sangre. O se aprovecha el diálogo para salir de las armas, de la violencia, o no hay”.

Por el contrario, dijo: “Estamos dando un permiso para acabar definitivamente la violencia y pasar a territorios que, como en el caso de Buenaventura, se puedan construir con una visión común de prosperidad, de dejar la exclusión del territorio colombiano”.

Rechazo a recientes actos de violencia

En su discurso, el Gobernante rechazó los recientes hechos de violencia ocurridos en los departamentos en Arauca y Putumayo.

En ese sentido indicó que “estamos hablando de una planificación que –por las informaciones que he recibido– tenía como base el criterio de que allí tenía que abandonar el territorio la Fuerza Pública”.

Por esa razón, afirmó: “¿Por qué debe salir el Estado de esa zona? ¿Por qué un proceso de paz tendría que implicar que saliera el Estado? Y peor aún, ¿por qué se podría pensar que el Estado tendría que salir, cuando ni siquiera hay un proceso de paz, sino el uso del territorio para traquetear? Pues eso no se puede esperar de este Gobierno”.

Eficacia para lograr la paz

Aunque reiteró que “la paz, por tanto, en medio de la violencia, en mi opinión, sigue siendo importante, sigue siendo la ilusión de Colombia, sigue siendo la única posibilidad real de construir una nación”.

El Presidente fue enérgico en señalar que la paz “no puede ser ingenua” y que, por lo tanto, “el diálogo no es para matar jóvenes. El diálogo es para hacer vivir a la juventud colombiana. No tiene otro propósito. Si lo que vamos a empezar implica la muerte en cadena de jóvenes, no tiene sentido. Nuestra juventud no está para ser sacrificada”.

En ese orden de ideas, dijo, “lo que yo estoy pensando como Presidente de Colombia no es sacrificar una generación de jóvenes, como tantas, en medio de un conflicto y un desangre”.

A lo cual, concluyó: “No es un diálogo por diálogo. Es un diálogo para la eficacia. Y la eficacia consiste en dejar la economía ilegal y en dejar la violencia. Lo demás es retórica, discursos. En la acción política, además de la retórica, lo que necesitamos esencialmente es eficacia y si se trata de paz, la eficacia consiste en dejar de matar, en dejar de traquetear, en dejar definitivamente la violencia”.