La bahía de Balaklava en Crimea, famosa por su belleza, está casi vacía de visitantes en junio, lo que hace temer una temporada turística desastrosa para esta península ucraniana anexionada por Rusia en 2014 y base logística de la ofensiva contra Ucrania.
Desde el verano de 2022, Crimea ha sido a su vez blanco de ataques, en particular con drones. Y tras la suspensión de los vuelos comerciales, ahora solo es accesible por tren y automóvil, lo que implica largos viajes.
Razones suficientes para disuadir a muchos turistas rusos que suelen ir en masa a Crimea.
Serguéi Kniazev, de 41 años, es piloto de lancha motora. Desde el comienzo de la temporada, en junio, normalmente conduce a una gran cantidad de turistas desde Balaklava hacia las playas salvajes de los alrededores.
Pero este año no.
“Esperamos que la temporada sea exitosa, pero hay pocas personas que vienen a Crimea. Aún así, hay grandes lugares aquí”, dice.
Natalia Osetrova, una oftalmóloga de Moscú de 46 años, vino de vacaciones con su esposo, su hija de 4 años y su perro, porque su madre vive en la península.
Ese día, la familia es una de las pocas que toma un bote a las playas alrededor de Balaklava.
“Ya llevamos tres semanas aquí, nos encanta, tenemos suerte con el clima, unas buenas vacaciones y hay poca gente”, dice. Vinieron en coche desde Moscú, alrededor de un día y medio de viaje.
La familia pasó por el simbólico puente de Kerch, que conecta Crimea con Rusia y resultó dañado en octubre de 2022 por la explosión de un camión bomba.
Un ataque que puso al descubierto la vulnerabilidad de la península.
“Temíamos, por supuesto, que volaran el puente o que hubiera otro ataque terrorista”, dice Natalia Osetrova, pero asegura que se pudo evitar “gracias a Dios”.
Cuando elle cruzó el puente de Kerch, los agentes de policía registraron su equipaje y “escanearon” su vehículo .
– “Circunstancias especiales” –
El 4 de junio, el presidente del parlamento de Crimea, Vladímir Konstantínov, consideró “realista” no esperar “grandes ingresos” durante la temporada turística.
La semana pasada, la ciudad costera de Yalta, a orillas del Mar Negro, se llenó de gente, como es habitual en esta temporada, según periodistas de AFP en el lugar.
Muchos son pensionistas que acuden a los centros de descanso de Yalta de forma gratuita gracias a las estancias que ofrece su empresa, una tradición heredada de la época soviética.
Pero, en la playa de Simeiz, en la carretera a lo largo del Mar Negro entre Sebastopol y Yalta, no hay multitudes.
“En este momento hay circunstancias especiales debido a la operación especial” en Ucrania, dice un crimeo de Sebastopol, Vladislav Fyodorov, de 31 años, mientras bebe vino con amigos en la playa.
“La mayoría de la gente tiene mucho miedo de venir aquí”, dice este escenógrafo para el cine que tiene un tatuaje de Crimea en el torso. “Todo está tranquilo aunque digamos que en el otro lado [en Ucrania] hay combates”, afirma.
En Alushta, otra playa medio vacía, está Valentina Orlova, una turista de Makiivka, una ciudad cerca de Donetsk, en el este de Ucrania, controlada por Moscú.
“Somos de Donetsk, estamos acostumbrados a ‘vivir aquí y ahora’, a disfrutar el momento y no temer el día siguiente”, dice para justificar su visita a Crimea.
Andrey BORODULIN
Yahoo Noticias Agencia AFP