La EPS más grande del país acumula deudas por más de 21 billones de pesos.
La situación administrativa se ha traducido en afectaciones a los pacientes: un aumento de tutelas contra la entidad, filas masivas y fallecimientos.
La situación es más apremiante para pacientes de enfermedades huérfanas, quienes requieren tratamientos especializados y de alto costo, sin los cuales está en riesgo su vida.
El Observatorio ENHU advierte sobre el impacto negativo que tiene la población afectada con una enfermedad huérfana y reiteró su llamado a encontrar soluciones inmediatas.
La Nueva EPS atraviesa una crisis que afecta directamente la vida y la salud de más de 11 millones de personas en Colombia, y en especial las de quienes padecen patologías huérfanas definidas por la ley 1392 de 2010 como crónicas, debilitantes y potencialmente mortales, cuya atención especializada no puede interrumpirse sin consecuencias graves.
Según un informe de la Contraloría, la entidad acumula deudas que superan los 21 billones de pesos. Se trata de un aumento del 198% en relación con diciembre de 2022, cuando rondaba los 5,4 billones de pesos.
Este déficit ha afectado directamente la prestación del servicio de salud y tiene en vilo a miles de pacientes, quienes no han podido ser atendidos ni recibir sus medicamentos. Clínicas de referencia como la Fundación Cardiovascular, la Clínica Universitaria Bolivariana y el Hospital Universitario de Caldas han suspendido servicios por falta de pago, dejando a miles de afiliados sin atención.
Luz Victoria Salazar, presidenta del consejo directivo del Observatorio Interinstitucional de Enfermedades Huérfanas ENHU –que reúne a 33 organizaciones de pacientes a nivel nacional– explicó que la crisis se traduce en barreras para los afiliados y beneficiarios, quienes están recibiendo sus tratamientos con unas intermitencias muy prolongadas. “La falta de continuidad deteriora la salud de los pacientes, afecta la calidad de vida propia y la de sus familias por la incertidumbre que atraviesan, además de poner en vilo sus resultados en materia de salud” señaló.
El caso de la EPS más grande del país también está bajo la lupa de la Fiscalía General de la Nación, que adelanta una investigación sobre un presunto esquema de desfalco que operó entre 2012 e inicios de 2024. De acuerdo con el expediente, durante años se alteró la contabilidad de la entidad para presentar utilidades ficticias, ocultar la facturación de clínicas y hospitales y garantizar el desembolso de fondos por parte de la Administradora de Recursos del Sistema General de Seguridad Social en Salud ADRES. Con esta operación, mientras la entidad garantiza su operación frente al Estado, crecieron exponencialmente sus deudas con los demás actores del sistema.
En 2024 las tutelas contra la entidad crecieron un 29%. Se han reportado filas masivas, desabastecimiento de medicamentos e incluso fallecimientos. En julio de este año, un adulto mayor falleció mientras esperaba para recibir sus medicamentos en un dispensario de la Nueva EPS en Neiva.
Aunque la Nueva EPS en general ha estado dispuesta a hablar con organizaciones de pacientes, no se perciben medidas para mejorar la situación. Para Salazar, muchos de los proveedores a los que se les adeudan recursos podrían recibir giros directos, pero esta opción no se está contemplando.
“Aunque la EPS dice tener soluciones a las problemáticas de los pacientes, la realidad es que no hay medidas inmediatas que permitan que las personas con enfermedades huérfanas retomen sus tratamientos y sean atendidas todas sus necesidades en salud. Vemos que la crisis se va a agudizar generando más caos y más inestabilidad para los pacientes. Por la magnitud de Nueva EPS su crisis no es un problema aislado, sino un riesgo sistémico para todo el modelo de salud en Colombia”, advirtió.
Su diagnóstico está en línea con el de la Contraloría, para la cual la intervención del gobierno ha coincidido con un agravamiento en los indicadores de la entidad. Según sus pronósticos, la Nueva EPS podría dejar de ser viable para finales de 2025.
El Observatorio ENHU hace un llamado a que la crisis de la Nueva EPS no se convierta en un daño irreversible para la salud de los pacientes con enfermedades huérfanas y, en general, para los más de 11 millones de afiliados que dependen de esta entidad.
Historias de pacientes
Fanny Ayerbe Cruz – Pitalito Huila
Solo le quedan 7 días de medicamento-Nueva EPS
A sus 30 años fue diagnosticada con Hipertensión Pulmonar, una enfermedad huérfana que se caracteriza por el estrechamiento de las arterias de los pulmones lo que imposibilita la circulación normal de la sangre y el oxígeno entre ellos y el corazón. Esto genera muchas dificultades de salud incluyendo anomalías en el corazón por el sobreesfuerzo de este órgano en el intento de bombear la sangre.
Actualmente tiene 37 años y lleva dos meses peleando para que le entreguen el medicamento Remodulin 10ml, terapia que se encarga de dilatar las arterias para permitir el paso de la sangre. “El riesgo que corro sin medicamento es muy grande, de por si mi corazón tiene que esforzarse de más, sin el Remodulin corro el riesgo de que se pare mi corazón”.
A pesar de tener la fórmula médica, Nueva EPS decidió que era necesario una auditoría y una junta médica donde dictaminaron que se necesitaba un centro de infusión, omitiendo que ella tiene instalado una bomba de infusión en su cuerpo. Después de todo el tiempo perdido se lo aprobaron. Sin embargo, la droguería Discolmedica no lo dispensa. “Hoy llegué a Nueva EPS a reclamar de nuevo porque me pude poner de pie, no me había podido parar de la cama” señala Fanny.
Tiene oxígeno permanente y reconoce que su día a día cada vez es más limitante. No puede ir al baño sola, no puede estar de pie mucho tiempo. “De por si uno tiene que lidiar con dolores, vómito y ahogo para que ahora me toque superar tantos problemas del sistema de salud. Uno queda traumado, es agotador”.
Álvaro Novoa – Bogotá D.C
“Nos toca aprender a vivir con el dolor, acostumbrarnos” -Nueva EPS
Álvaro Novoa nació con mucopolisacaridosis tipo IV (MPS IV) una enfermedad huérfana que se caracteriza por la falta de la enzima necesaria para descomponer una sustancia conocida como glicosaminoglicanos al interior de las células. Esto genera síntomas como problemas en las articulaciones, anomalías en los huesos, talla baja y dificultades en la visión entre otras.
“Nos toca aprender a vivir con el dolor. Acostumbrarnos. Estoy esperando que el dolor ceda para poder ir por los medicamentos” Para ilustrar la odisea el paciente relata que el año pasado le dejaron de suministrar el medicamento desde octubre y lo volvieron a entregar en marzo de 2025. Tuvo una interrupción de dos meses y aunque lo pudo recibir en septiembre no sabe en qué momento se lo vuelven a suspender. Inclusive el médico le formuló medicinas por 5 meses para el control del dolor, el primer mes se perdió pues le aseguraron llegarían a domicilio, lo cual nunca ocurrió, el segundo mes se las dieron incompletas y ahora está esperando a ver qué ocurrirá en el tercer mes.
Adicionalmente, recalca que es muy complicado acceder a las citas médicas con especialistas y a otras necesidades porque los convenios con la EPS en buenas instituciones, como él las llama, están cerrando. Eso pone en riesgo su acceso al tratamiento también porque sin la orden médica no hay manera de conseguirlo.