Pedro Rafael Delgado, un contador cubano de 56 años, vio cambiar drásticamente su vida pocos días después de que Cuba aprobara por referendo un conjunto de leyes que dan luz verde al matrimonio homosexual.
Durante más de una década, Delgado, quien trabaja en una oficina del Partido Comunista de Cuba, vivió como “amigo” de su pareja de 62 años, Adolfo López. Carecía de los derechos básicos y se sentía rechazado incluso por su propia familia debido a su orientación sexual.
“Ser gay era el bochorno de la familia y siempre viví con eso”, dijo a Reuters en una entrevista.
El nuevo Código de las Familias de Cuba, un conjunto de medidas y normas que establece derechos para todos los cubanos, independientemente de su orientación sexual, a casarse y adoptar hijos, lo cambió todo, dice Delgado.
Pero activistas y expertos consultados por Reuters sostienen que la amplia campaña dirigida por el Gobierno para promover la ley hizo más para moderar la homofobia y el machismo arraigados que la letra pequeña del propio Código, que rige la totalidad de las relaciones familiares y no solo los temas que abordan la orientación sexual.
“No cabe duda de que representa un cambio (…) no solamente desde el punto de vista legislativo, sino también de mentalidad”, dijo Adiel González, un activista y profesor de 32 años.
“Algunos dicen que (el cambio) se debe únicamente al Código, lo cual es falso” dijo González, y agregó que antes existían cambios de actitud, pero la discusión sobre la ley ayudó a que las personas aceptaran otras orientaciones sexuales.
Durante meses antes del referendo, el Gobierno inundó la televisión, la radio y periódicos estatales de Cuba, que controla, con anuncios que promovían la ley. También colocó vallas publicitarias en las carreteras y realizó desfiles, mientras que los líderes del Partido Comunista, incluido el presidente Miguel Díaz-Canel, promocionaron reiteradamente el texto.
Sin embargo, ese impulso mediático unilateral no fue bien visto por todos. En un comunicado previo al referendo, la Iglesia Católica de Cuba dijo que el abrumador apoyo estatal y el control de los medios habían sofocado las voces de oposición.
El Gobierno dijo que al menos la mitad de los 11 millones de habitantes de la isla participaron en reuniones entre vecinos antes de la votación con el objetivo de discutir la medida.
Cuba ha registrado 75 matrimonios entre personas del mismo género en octubre, según el diario estatal Trabajadores. Eso es más del 2% del total de los 3.300 matrimonios reportados para el mes, según muestran los datos.
Una comparación directa de esas estadísticas con otros países o regiones es difícil dadas las particularidades culturales y legales.
Sin embargo, los hogares del mismo género en Estados Unidos representan el 1,5% de las residencias ocupadas por parejas de cualquier género, según datos de la Oficina del Censo de Estados Unidos.
REINICIAR
Si bien Cuba ha sido aclamada durante mucho tiempo como la vanguardia de la izquierda latinoamericana, se había quedado atrás en relación con sus vecinos regionales en materia de matrimonio igualitario, incluidos Argentina, Brasil, Chile y Colombia, que se movieron más rápidamente en el último año para aprobar el matrimonio homosexual y otras reformas progresistas.
La estudiante de medicina transgénero cubana Ariana Mederos, de la provincia occidental de Matanzas, recuerda que dos años antes le había explicado al rector de su Universidad que “él” ahora era “ella”.
En aquel momento, Mederos no estaba protegida por el Código de las Familias recientemente aprobado.
“Lloré mucho. Pensé que iba a perder mi carrera”, dijo a Reuters, recordando el día. “Y en el momento en que pensaba que todo se iba a derrumbar, me dijo el rector, ‘la vamos a apoyar en su transición y tendrás todo nuestro apoyo, incluido el de tus profesores'”.
Mederos dice que las actitudes cambiaron en Cuba con la discusión previa al referendo.
“Cuba está cambiando y yo soy prueba de ello”, añadió. “Veo muchos cambios positivos pero sé que aún falta mucho por trabajar, luchar por todos estos derechos”, agregó.
Activistas como González dicen que el Código, si bien marca un paso hacia la igualdad, todavía carece de detalles, incluida una ley de identidad de género separada que permita que las personas transgénero sean tratadas de acuerdo con las identidades que elijan.
“La lucha no acaba. Ahora hay que ver que el Código no quede en letra muerta, seguir trabajando y vivir en una sociedad menos discriminatoria”, destacó.
(Reporte de Nelson Acosta y Anett Ríos, editado por Aida Peláez-Fernández; REUTERS NAB DS/APF)
Por Nelson Acosta y Anett Ríos
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