El peluquero Mauricio Leal, que peinó a famosas y estrellas de Colombia, apareció muerto junto a su madre sobre una cama a finales de noviembre, en lo que parecía un matricidio, pero la confesión este martes en los juzgados de su hermano, Jhonier, del doble asesinato ha revolucionado el caso.
Leal, un peluquero de 47 años que tuvo una niñez difícil en la ciudad de Cali, y su madre, Marleny Hernández, aparecieron acuchillados sobre una cama en la habitación de una lujosa casa de La Calera, a las afueras de Bogotá, en la noche del 21 del pasado noviembre.
Junto a los cuerpos había una carta manuscrita en la que el estilista decía: “Los amo. Perdónenme, no aguanto más. A mis sobrinos y hermanos dejo todo. Con todo mi amor, perdóname, mamá”. Todo parecía apuntar a que el peluquero mató a su madre y luego se suicidó.
Sin embargo, pronto se comprobó que el estilista, ya herido y bajo el efecto de unas pastillas tranquilizantes, fue obligado por su hermano a escribirla, todo dentro de la trama para hacer parecer que era un suicidio, aunque no encajara por las cuchilladas, poco habituales en un suicidio.
EL FRATRICIDIO
“He tomado la decisión, de manera libre y voluntaria, de aceptar los cargos a través de un acuerdo con la Fiscalía y aprovecho la oportunidad para hacer mi manifestación de arrepentimiento pidiendo perdón antes que nada a mi familia”, decía ante una jueza de Bogotá el hermano este martes.
Todo apunta a que Jhonier quería quedarse con la herencia de su hermano, fortuna que a su vez las autoridades investigan si fue legítimamente ganada por el peluquero o si, al contrario, está vinculada con lavado de activos.
De hecho, la Fiscalía se incautó, con fines de extinción de dominio, de dos propiedades y dos sociedades que estaban a nombre de Mauricio y cuya sucesión ya había iniciado el ahora señalado asesino. Esos bienes sumarían alrededor de 5.000 millones de pesos (poco más de 1,2 millones de dólares).
Pese a que desde el comienzo Jhoiner Rodolfo Leal Hernández se había declarado ajeno a los asesinatos, la Fiscalía reconstruyó lo ocurrido y el acusado no tuvo otra opción que confesar hoy en la audiencia.
Al contrario de Mauricio, Jhoiner no tuvo suerte en los negocios que emprendió, mientras que a los salones de estética de Mauricio de Bogotá iban reinas de belleza, cantantes y otras figuras del espectáculo.
NO HAY CRIMEN PERFECTO
El parricida y fratricida fue detenido en Bogotá por las autoridades en medio de un espectacular operativo, mientras que la gente no perdía detalle del caso.
Los expertos coincidían en que Jhoiner era el principal sospechoso del doble crimen pues en las entrevistas que dio a medios locales se contradecía y no daba muestras de sufrimiento por la doble muerte.
Una de las cosas que más llamó la atención es que dijo que una herida que tenía en la mano se la había hecho con unas tijeras y, en otra, cambió su versión al decir que se la había hecho con una pared rugosa.
En las audiencias el fiscal del caso dijo que el confeso asesino, que vivía en la misma casa de sus víctimas, primero mató a su propia madre en la habitación en la que dormía y luego fue a la de Mauricio, al que hirió. Al parecer el arma se partió y tuvo que ir a la cocina a por otro cuchillo.
Una vez muertos, movió los cuerpos a una sola habitación para lo cual utilizó guantes para no dejar huellas.
A todo lo anterior se suma que ninguna puerta o ventana de la casa en donde ocurrió el crimen fue forzada y que las cámaras de seguridad dejaron ver que a la propiedad no entró ningún desconocido.
El fiscal le insistió varias veces a Jhonier que no “había crimen perfecto” pese a que planeó durante varios el asesinato de su hermano, que comenzó aseando peluquerías pero que luego montó su propio negocio en Bogotá.
Al aceptar los cargos de homicidio agravado por el parentesco, por estado de indefensión y sevicia, y ocultamiento, alteración o destrucción de elemento material probatorio Jhonier podría ser condenado a una pena entre 45 y 50 años de prisión, pero recibiría una rebaja de la pena de hasta la mitad de la condena.
Yahoo Noticias Agencia EFE