El emblema de la COP16: una flor amazónica

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La flor de Inírida (Schoenocephalium teretifolium) en Colombia el 7 de agosto de 2024. (Luis ACOSTA) /AFP)

Cuando Rubén Darío Carianil empezó a sembrar las coloradas flores de Inírida en la Amazonía colombiana sus familiares lo ridiculizaron: “Me decían que para qué tenía que sufrir sembrando maleza”, relata a la AFP este profesor indígena del pueblo Curripako.

Aquella “maleza” se ha hecho tan popular que fue seleccionada como emblema de la COP16, la principal conferencia de Naciones Unidas sobre biodiversidad, que se realizará entre el 21 de octubre y el 1 de noviembre en la ciudad de Cali, en el suroeste de Colombia.

Una década después, Carianil se detiene frente a un mar de pequeñas estrellas rojas con pétalos duros y afilados. En una parcela a las afueras de la ciudad que da su nombre a las flores, el profesor logró domesticar esta planta silvestre. Ahora la exporta a Estados Unidos, Europa y Asia.

“Vea en donde vamos (…) estoy muy feliz”, celebra Carianil bajo el ardiente sol de Inírida, un puerto fluvial de 30.000 habitantes adonde solo se llega en avión o luego de una travesía de varios días por ríos.

– Juego y experimento –

“Nosotros jugamos con ella (la flor de Inírida) desde tiempos milenarios, aquí nadie descubrió nada, lo que yo hice es experimentar”, explica Carianil.

El cultivo es un negocio familiar y se llama ‘Liwi: flores eternas’, dado que los brotes conservan su forma incluso años luego de ser cortados.

En colaboración con su esposa Martha Toledo y el biólogo Mateo Fernández, Carianil ha conseguido propagar la flor de Inírida, nombre popular que abarca dos especies distintas, una que crece principalmente en la época de lluvias y otra más pequeña que se da en el verano.

“Trato de llevar los saberes indígenas y convertirlos en un saber científico”, explica Carianil.

Las flores solo se dan en algunas partes del departamento colombiano de Guainía, del que Inírida es capital, y en algunas zonas de la Amazonía venezolana, a pocos kilómetros del cultivo de Liwi.

Fernández, autor de una de las primeras investigaciones sobre las especies, destaca su belleza, su resistencia a inundaciones y sequías y sus adaptaciones para sobrevivir en suelos infértiles.

Esa resiliencia es precisamente lo que llevó a los organizadores de la COP16 a elegirla como emblema.

– “Apuesta política” –

“Somos el único cultivo de flores de la Amazonía” colombiana, dice orgullosa Martha Toledo, filósofa de profesión y representante legal de Liwi. Tan solo conoce una iniciativa similar en Perú.

Desde el aíre, el cultivo de los Carianil se diferencia de inmediato de los sembradíos de flores que abundan en las regiones andinas de Colombia, donde las flores se propagan en extensas hileras de monocultivo, a veces en invernaderos plásticos.

Aquí los brotes comparten un espacio de unas 20 hectáreas con una variedad de arbustos nativos e incluso un parche de espeso bosque.

“Aprendimos a leer cómo la flor crece en el ecosistema. Cuando tú compras una flor de Inírida te llevas un pedacito de la selva a tu casa”, explica Toledo.

La siembra emula los cultivos tradicionales de los indígenas y los fertilizantes y pesticidas están proscritos. Es “una apuesta política”, sostiene la filósofa.

“Planteamos un encuentro entre la economía local y la economía mundial. Creemos que el departamento se debe desarrollar de manera ambiental y eso es un proceso político”, detalla Toledo.

– Travesía –

Décadas atrás las flores de Inírida abundaban en los pastos que rodean el pequeño aeropuerto local.

Los visitantes “salían del avión y venían por aquí a arrancar todas las flores”, recuerda Carianil. En 1989, temeroso por la conservación de la especie, el gobierno prohibió sacar las flores de su hábitat natural.

La veda se extendió hasta 2005 cuando la autoridad ambiental abrió la puerta para su “aprovechamiento” siempre y cuando no afecte a las poblaciones silvestres.

Hasta el momento solo Liwi ha logrado reproducir la flor y obtener la licencia para comercializarla, primero en el aeropuerto local, luego en Bogotá y, tras varios retos logísticos, en otros países.

Ubicado a casi 700 kilómetros de la capital y desconectado de la red vial del país, Inírida es “una isla rodeada de selva”, explica Toledo.

En octubre de 2022 lograron exportar su primera caja a China.

“En el aeropuerto aplaudían (…) es una locura que de un lugar tan alejado en Colombia salga una caja” a Pekín, recuerda con orgullo la fundadora de Liwi.

Juan Sebastian SERRANO

Yahoo Noticias Agencia AFP