El futuro del hospitality ya no se mide solo en estrellas, sino en megabits, resiliencia y seguridad.
Por Juan Alcántara, director comercial para México, Centroamérica y el Caribe, de Allied Telesis

El concepto de hospitalidad ha evolucionado mucho más allá del confort físico. Hoy, la verdadera experiencia del huésped depende de la calidad y estabilidad de la conectividad. En un mundo hiperconectado, donde cada viajero llega con tres o cinco dispositivos en su equipaje digital, la red se ha convertido en el nuevo front desk: el punto de contacto invisible que define la satisfacción, la fidelidad y hasta la reputación de un hotel.
El sector enfrenta un desafío doble: ofrecer una experiencia de continuidad rápida, estable y segura para cientos o miles de huéspedes, y al mismo tiempo garantizar la operación ininterrumpida de todos sus sistemas internos. Desde el check-in sin contacto y las llaves digitales hasta el streaming en alta definición y las videollamadas en tiempo real, la demanda de ancho de banda y la necesidad de seguridad de datos han alcanzado niveles inéditos.
Cada huésped exige conectividad perfecta en todo momento. Y eso implica redes capaces de soportar miles de conexiones simultáneas sin comprometer la velocidad ni la privacidad. Los hoteles manejan información sensible —datos personales, financieros y de pago—, lo que los convierte en objetivos frecuentes de ciberataques. La infraestructura tecnológica ya no es solo un servicio: es una garantía de confianza.
A través de proyectos emblemáticos, como el del Kyoto Hotel Okura en Japón, hemos aprendido que la clave está en diseñar redes inteligentes, resilientes y automatizadas. Allí, una estructura combinada con gestión centralizada, permitió ofrecer conectividad inalámbrica en más de 300 habitaciones y espacios comunes, integrando además cámaras IP para reforzar la seguridad y la atención al cliente. El resultado fue una operación sin fallas, una experiencia digital impecable y la tranquilidad de contar con soporte 24/7.
En la actualidad, tecnologías como Wi-Fi 6/6E y Wi-Fi 7 permiten mayor capacidad y baja latencia para absorber la creciente cantidad de dispositivos IoT presentes en los hoteles. Es importante que los switches, de multivelocidad con enlaces ascendentes de 5 Gbps o más, aseguren que la red cableada no se convierta en un cuello de botella del servicio inalámbrico.
La automatización de la gestión es otro pilar fundamental: simplifica configuraciones, reduce tiempos de despliegue y facilita replicar políticas en múltiples sedes, algo esencial para las grandes cadenas hoteleras. Además, contar con una segmentación dinámica y seguridad basada en políticas, aíslan el tráfico de huéspedes del tráfico operativo, cumpliendo con las normativas internacionales de privacidad y protección de datos.
La hospitalidad moderna exige una red que crezca sin interrupciones, se anticipe a los problemas y garantice una experiencia digital homogénea, incluso en temporadas de máxima ocupación. Con monitoreo proactivo y herramientas de inteligencia de red, es posible detectar fallas antes de que el usuario las perciba, manteniendo la promesa esencial del sector: que el huésped se sienta atendido, incluso cuando no ve todo lo que sucede detrás de escena.
Las redes se han convertido en el nuevo lujo invisible que los huéspedes valoran sin saberlo. Y en ese sentido, la tecnología deja de ser un soporte para convertirse en el alma de la experiencia.



