Un componente crucial en el desarrollo de la sociedad, las carreras profesionales y la actividad empresarial es la educación, e incluso se ha observado que tiene un efecto directo en el crecimiento económico, la productividad laboral y la movilidad social.
En los 35 países de la OCDE, entre 1995 y 2014, el gasto en educación superior aumentó del 0.9 % al 1.1 % del PIB, y para finales de la década de los 2010, 43 % de las personas entre 25 y 34 años tenían un título universitario.
La inversión en educación no sólo reporta beneficios personales, sino que tiene un impacto en las innovaciones y el aumento de la productividad. Un estudio del Banco Mundial, titulado “El Rol de la Calidad de la Educación para el Crecimiento Económico”, encontró que existe evidencia concluyente de que las habilidades cognitivas de la población están directamente relacionadas con los ingresos individuales, la distribución del ingreso y el crecimiento económico.
No obstante, los retornos de inversión en educación han disminuido en años recientes. Una de las razones es el choque entre la educación y el creciente ajuste de los mercados laborales a la automatización. El cambio tecnológico y la competencia global exigen el desarrollo de nuevas capacidades y la adquisición de nuevas habilidades para que los profesionales no sólo se mantengan vigentes, sino que puedan liderar el cambio en el mercado laboral.
Pese a que los reclutadores no financian los costos de la educación superior de sus empleados, sí les exigen, cada vez más, tener títulos de educación superior, en muchas ocasiones no porque la posición lo requiera, sino para descartar candidatos en la búsqueda de aquellos más motivados y competentes.
“El desarrollo profesional se ha vuelto un requisito prácticamente obligatorio para ser parte del motor de productividad de las empresas”, dijo Lina María Correa, directora de Talent Solutions, marca de ManpowerGroup. “Mantener una constante capacitación y formación de los equipos de trabajo permite responder a los retos planteados por un entorno laboral en constante cambio“.
Exigir títulos universitarios se ha convertido en una pŕactica habitual por parte de la gran mayoría de las empresas hoy en día. El impacto de esta tendencia ha sido analizado por la revista The Economist, que mediante datos del censo nacional de Estados Unidos, encontró que entre 1970 y 2015, la proporción de trabajadores de 25 a 64 años con al menos una licenciatura, aumentó en la totalidad de 256 ocupaciones analizadas.
Ahora, más personas en trabajos intelectualmente demandantes, como ingeniero aeroespacial o analistas cuantitativos financieros, poseen títulos académicos, pero el incremento también se produjo en posiciones que en el pasado requerían una capacitación más corta, tales como enfermería o asistentes administrativos, que en ocasiones incluso recibían su formación en el mismo lugar de trabajo.
La automatización es una de las fuerzas de cambio que más está revolucionando los mercados laborales. Un estudio de McKinsey llamado “El Futuro del trabajo en Estados Unidos: Personas y Lugares, Hoy y Mañana”, concluyó que sólo 25 ciudades del país norteamericano tendrían el 60 % del trabajo a nivel nacional para 2030, y el 50 % de los empleos perdidos por la automatización estarían concentrados en 4 áreas: servicio de alimentos, trabajos de apoyo de oficina, producción y servicio al cliente.
Por otra parte, los trabajadores cuyo nivel de educación no supera un diploma de educación secundaria, tienen cuatro veces más probabilidades de desempeñar una función altamente automatizable.
“La creciente automatización, y las perspectivas que plantea la adopción de tecnología, han marcado la pauta para que el nuevo estándar del mercado laboral sea tener un título académico como requisito de ingreso”, explica Correa. “En el futuro, es previsible que este estándar continúe desplazándose, por lo que desarrollar nuevas habilidades de pensamiento crítico y análisis será crucial no sólo para retener empleos, sino también para alcanzar nuevas posiciones en un mundo laboral en transformación tecnológica”.
Para prepararse para los trabajos del futuro, los trabajadores deben desempeñar un papel clave en la continuación de su desarrollo profesional a lo largo de su carrera. La adaptabilidad será fundamental, junto con una aspiración al aprendizaje permanente, capacidad de trabajar de manera independiente y comodidad con el cambio y la incertidumbre, que se han vuelto constantes en el mercado laboral.
Los trabajadores que se hagan cargo de su carrera y piensen en cómo adaptarse a los nuevos tiempos, tendrán las mejores oportunidades. Las habilidades socioemocionales como la creatividad, el pensamiento crítico y la comunicación, también serán cada vez más importantes, así como la capacidad de usar tecnología y desarrollar la inventiva ṕara crear soluciones a los problemas y retos más relevantes para las organizaciones.