Apareció en la portada de la revista Marie Claire el 8 de marzo, Día Internacional de los Derechos de la Mujer, convirtiéndose en una de las pocas mujeres discapacitadas en silla de ruedas en recibir esa atención mediática en Francia.
“En términos de representación, es importante ver a una mujer discapacitada. Pero sé que estar expuesta es un arma de doble filo”, dice a la AFP la mujer que recientemente publicó su primer libro, “Mister T & moi” (Ediciones Marabout), un romance comprometido en el que una mujer discapacitada se enamora de un hombre que no lo es.
A Elisa Rojas no le gusta hablar de sí misma. Y lamenta que con demasiada frecuencia se dé la palabra a personas discapacitadas con “testimonios llenos de patetismo”.
Abogada en París, especializada en derechos de los trabajadores, no oculta los obstáculos que se han interpuesto en su camino.
– “Desinstitucionalización” –
Nació en 1979 en Chile y llegó a Francia con dos años. Sus padres se instalaron primero en Bretaña (noroeste) y luego en París para que su hija, que padece una enfermedad rara que debilita sus huesos y retrasa su crecimiento, pudiera beneficiarse de los mejores tratamientos.
Sus primeros años estuvieron marcados por las operaciones quirúrgicas y la escolarización en centros especializados para niños discapacitados.
Todavía guarda un doloroso recuerdo de esta experiencia, y ha hecho de la “desinstitucionalización”, es decir retirar a los discapacitados de las instituciones, el “corazón de la lucha”.
“Vivimos en una sociedad que considera normal agrupar a las personas con discapacidad y apartarlas del resto de la sociedad. Si se considerara nuestra presencia como algo natural, la asistencia humana y técnica y la accesibilidad serían algo natural”, argumenta, desechando las críticas de sus detractores que la consideran “extremista e irracional”.
Con un bachillerato en letras y estudios de abogacía, Elisa Rojas era “la buena estudiante con discapacidad”. También era la que tenía que ser llevada arriba y abajo de las escaleras por sus compañeros y la que no podía salir sola por la falta de acceso.
Pero nunca se quejó. Y encontró la escritura. Comenzó a relatar con realismo y cinismo el día a día de los discapacitados, primero a su mejor amigo, luego en su blog “Aux marches du palais” (En las escalinatas del palacio) y en Twitter, donde la siguen cerca de 20.000 personas.
Fue en 2004 que se dio a conocer. “Me llamo Elisa, tengo 25 años y nací con una enfermedad genética”, escribió en una carta publicada en Le Monde en la que denunciaba “el desentendimiento de los poderes públicos y el vergonzoso retraso de Francia con respecto a sus enfermos y discapacitados”.
– “Ideas tóxicas” –
Más de quince años después, su primer libro, aparentemente ligero y a menudo divertido, es también una crítica ácida a una sociedad “que infantiliza, invisibiliza y hace vulnerables” a los discapacitados.
“Tomé conciencia de que era la sociedad en la que me había construido como mujer discapacitada la que me daba ideas tóxicas y que necesitábamos hablar más en público para romper con el discurso institucional”, explica.
En 2016, cofundó un colectivo para luchar contra el “validismo”, el hecho de que las personas sin discapacidad se sientan superiores a las que sí la tienen.
“Su fuerza es que no tiene miedo. Domina las redes sociales, el alegato, y tiene esa presencia que atrae las miradas”, dice su amiga, la directora afrofeminista Amandine Gay, que comparte su activismo.
Su último karaoke en un bar antes de la pandemia terminó prematuramente porque los baños para discapacitados estaban “inaccesibles, llenos de barriles de cerveza y cajas de cartón”, dice Gay.
“Elisa ha allanado el camino a muchos discapacitados. Pero aún queda mucho camino por recorrer”, añade.
Yahoo Noticias Por Jessica LOPEZ Agencia AFP Foto internet AFP