Aquí se puede comprar plátanos o carne congelada sin pagar, o cuando mucho hacerlo con una suma simbólica. En Atlanta, un supermercado alternativo tomó la misión de ayudar a una “nueva población de pobres” ante la inflación récord en Estados Unidos.
“¿Fueron al supermercado recientemente?”, interroga Theresa McGhee mientras llena una bolsa con papas, barras de cereal y tarros de helados en la tienda The Grocery Spot. “Con unas pocas cosas, rápidamente se llega a los 100 dólares”, se queja esta madre de familia.
Con 12% de inflación, Atlanta, gran metrópolis al sur de Estados Unidos, es una de las ciudades del país en donde los precios más aumentaron este año. Eso multiplicó las visitas a The
Grocery Spot, instalado hace casi dos años en Grove Park, uno de los barrios más pobres de la capital de Georgia.
– “Avaricia” –
En este barrio en el que 97% de la población es negra, el alza de precios atiza la desconfianza hacia la clase política estadounidense, que podría costar caro al Partido Demócrata del presidente Joe Biden en las elecciones de medio mandato del 8 de noviembre. Los demócratas apostaron al voto de estas comunidades para ganar en 2020 este estado, muy disputado en cada elección.
Slugga, voluntario en la tienda de 39 años, ya tomó su decisión: no votará dentro de tres semanas.
“No veo el interés”, dice este nativo de Grove Park. Para él la política se resume a una serie de rencillas partidarias. “¿Quién va a ayudarnos realmente?”, se pregunta con las manos en los bolsillos.
Evocando el alza de precios, McGhee, profesional de la salud, denuncia la “avaricia” de “los legisladores” y de “las grandes empresas”, mientras circula por las góndolas y recorre las estanterías de esta colorida tienda.
“Estarían sorprendidos de ver cuánta gente trabajó toda su vida y no llega a satisfacer sus necesidades”, lanza una mujer con un largo chaleco negro que prefiere no dar su nombre.
– “Superhéroes” –
The Grocery Spot gasta más de 400 dólares por semana en gasoil para recorrer Georgia en busca de productos que no se vendieron, y que vuelve a ofrecer en su tienda.
Cada día, casi 500 personas entran al supermercado, que todas las noches se queda sin stock.
“Hay una nueva población de pobres, de la cual nadie se ocupa”, alerta el fundador de esta asociación, Matt Jones.
“Son profesores, conductores de Uber, empleados de supermercados…”, enumera este militar retirado que se declara “antigobiernos”.
En Grocery Spot es sobre todo la cultura del ‘rebusque’ que funciona: en la caja, los clientes son invitados a hacer una donación a la tienda, que no es obligación.
Con cada donación, una vendedora agita ruidosamente una campana, que se escucha en todo el lugar. La asociación de ayuda también es muy activa en redes sociales, donde reúne fondos.
“Siempre quisimos ser nuestros propios superhéroes”, explica Slugga, recostado a un camión pintado con graffitis que es el que el grupo utiliza para recolectar los productos frescos.
“Hoy, me siendo como un Robin Hood, cuando pienso que todas estas personas comieron”, sonríe.
Camille CAMDESSUS
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