En Búsqueda de la Autohistoria, el nuevo libro de Luis Eduardo Rendón

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En Búsqueda de la Autohistoria a mi modo de ver, es un trabajo arduo y deliberado por establecer las señas de identidad propias, resultantes de traer del pasado remoto y cercano los hechos, personas y personajes que de manera casuística coadyuvaron en la estructuración de una personalidad que se auto – describe enmarcada en tiempos, lugares y circunstancias específicas, con un único objetivo: poder comprender al hombre de hoy a partir de una introspección fundamentada en las referencias de su historia personal.

El esfuerzo realizado por Luis Eduardo Rendón Vásquez en la indagación de su propio pasado guarda analogía con una de las novelas del escritor español Juan Goytisolo, precisamente denominada Señas de Identidad, por cuanto ausculta las circunstancias que modelaron su personalidad y su posicionamiento ante la sociedad en variadas y polisémicas facetas: estudiante universitario, miembro activo del movimiento estudiantil de la década de los setentas, docente universitario, economista y funcionario público, hijo, amigo y hermano, defensor del medio ambiente, practicante de la filosofia taoísta, compositor, entre otras.

La lectura de esta reciente obra de Luis Eduardo Rendón Vásquez, alusiva a sí mismo, me hizo recordar a Teresa (personaje principal de La Insoportable Levedad del Ser, de Milán Kundera), quien mirando la imagen de su rostro en el espejo, trata de hacer un esfuerzo consciente y deliberado por ir anulando de su rostro las huellas genéticas de la madre, suprimiendo todos los aspectos parecidos a esta e imaginando su rostro solo con sus características propias, desconectando todo parecido hereditario para finalmente encontrar su verdadero y auténtico yo.

De manera similar, el autor, se esfuerza en estrujar su memoria para traer del pasado su historia de vida conformada por las vivencias y experiencias más significativas que le marcaron y que desembocaron en la pluralidad de identidades que hoy cohabitan en su existencia. El texto consiste, en un recorrido por los vericuetos de sus circunstancias personales en diferentes contextos de la geografía nacional (Ciénaga, Barranquilla, Montería) y las situaciones surgidas por efectos de la casualidad o de lo que algunos otros llaman destino.

Como mencioné anteriormente, el texto revela la aparición de diiferentes y variados personajes en uno solo: el estudiante que deja su ciudad natal para ingresar a un claustro universitario rico en historias y revueltas y que de manera abrupta y dramática termina insertado en el movimiento revolucionario estudiantil de la época, produciéndose como resultado una extraña amalgama de actor revolucionario y pacifista reacio a cualquier solución que entrañe el uso de la violencia.

La manera como el autor recrea los episodios de las luchas estudiantiles de sus años mozos me dejó particularmente asombrado, al reconocer que luego de transcurrir más de cinco décadas, las cosas han seguido iguales (de hecho, el libro rememora la frase de la primera línea de las luchas juveniles recientes, que se visualizó en pancartas y paredes a lo largo del territorio nacional: “Nuestros ideales son tan altos que ni el mismo miedo los puede alcanzar.

En orden cronológico, el lector puede percibir la transformación del estudiante inquieto e inquisitivo en un profesor universitario que transita hacia una formación docente que lo convertiría en un auténtico maestro, teniendo como fondo el surgimiento y consolidación de una universidad privada que hoy día se encuentra acreditada como de alta calidad. La vida estudiantil universitaria y las incertidumbres del momento son entretejidas de manera habilidosa con situaciones especiales surgidas de los afectos de familiares y personas cercanas, que jugaron un papel preponderante en la motivación personal del autor para enfrentar y sortear retos, desafíos y todo tipo de dificultades.

Múltiples son los elementos que captan la atención de esta especie de crónica auto biográfica: la descripción de José Consuegra Higgins y el papel que desempeñó en las Universidades del Atlántico y Simón Bolívar, aunado a la influencia protectora y pedagógica sobre Luis Eduardo Rendón, las amistades con sus contertulios y con los que por esas circunstancias especiales de la vida se convirtieron en sus alumnos, las nuevas perspectivas laborales y de conocimiento del sector público, surgidas de la obtención de su título de pregrado y posterior posgrado, la configuración de su faceta de ambientalista y también de compositor musical, y en general, anécdotas e historias íntimas que generan una conexión especial entre el lector y el autor.

Prólogo

ROMÁN PAYARES ALMARALES