Desde afuera resulta un moderno edificio del centro de Roma, sin embargo esconde en su sótano un verdadero tesoro: los restos de una residencia de la época romana con suntuosos mosaicos.
En el vestíbulo del edificio, construido en los años 50 y que se encuentra a los pies del Monte Aventino, una de las siete colinas de la capital italiana, un vecino cargado de bolsas del mercado sostiene la puerta.
Tras descender un tramo de escaleras se encuentra una puerta de metal gris ordinaria que conduce a una de las maravillas subterráneas de Roma.
Se trata de mosaicos de inicios de nuestra era, descubiertos durante las excavaciones arqueológicas preventivas iniciadas con motivo de la transformación en edificio residencial de la antigua sede del Banco Nacional del Trabajo, comprada por el banco francés BNP Paribas.
“Estamos dentro de una suerte de ‘cofre arqueológico’, una estructura arquitectónica que tiene dos funciones: proteger a los mosaicos y permitir que el público tenga acceso a ellos” donde fueron descubiertos, explicó a la AFP Roberto Narducci, arqueólogo de la dirección de bienes culturales de Roma.
Las excavaciones comenzaron en 2014 y finalizaron en 2018, un trabajo largo y tecnológicamente complejo.
Frente al mosaico, con una delicada vid llena de pequeños racimos que discurren sobre un fondo blanco, el arqueólogo explica el carácter excepcional del lugar, que abre sus puertas por primera vez al público este viernes.
“Aquí estamos dentro de un edificio particular (…) justamente donde se había planeado la creación de ocho garajes”, asegura divertido.
– Magia –
Los estacionamientos se esfumaron. Se acordó con la propiedad, el banco BNP Paribas, que financió la obra, realizar un espacio multimedia, que gracias a un juego de luces y a una banda sonora con el canto de los pájaros, ofrece una visita arqueológica a la “domus” romana.
Las paredes están decoradas con pinturas de colores brillantes que recuerdan las de las villas pompeyanas y los fragmentos que faltaban de los mosaicos fueron reconstruidos milagrosamente.
Con esa suerte de máquina del tiempo se da un salto de más de dos mil años hacia atrás, al momento en que los habitantes de esa suntuosa residencia romana caminaban sobre los mosaicos.
Sin duda la decisión de no trasladar todo a un museo ha dado a ese “cofre arqueológico” un toque mágico.
“Tuvimos la oportunidad de estudiar varias capas de mosaicos superpuestas a lo largo de los siglos, seis en total. Desde un punto de vista científico, eso ocurre muy raramente”, subraya Narducci.
Gracias al estudio de toda la zona, de más de 2.000 m2, los arqueólogos también pudieron “desenterrar varios tesoros que datan del siglo VIII A. C., en particular los restos de una construcción militar, tal vez una torre de guardia”, cuyos cimientos todavía son visibles.
Y los copropietarios del edificio, ¿cómo reaccionaron ante un tal descubrimiento bajo sus pies?
Para Narducci, están “orgullosos” de vivir en ese lugar y acordaron con las autoridades de bienes culturales la apertura al público con guía limitadas al primer y tercer viernes del mes.
“Es verdad que estamos dentro de un edificio residencial con apartamentos, pero también estamos en un sitio arqueológico, cuyos objetos pertenecen al Estado”, resumió el arqueólogo.