Por Luis Eduardo Narváez Martínez
La rápida expansión de la inteligencia artificial, mejor conocida por su sigla IA, ha generado una serie de interrogantes sobre su impacto ético en nuestra sociedad, tanto en los analógicos, digitales e híbridos; estamos repensando este hallazgo universal y de apariencia reciente.
La IA, creada por el ser humano desde las ciencias de la computación, se ha convertido en una herramienta en algunos casos indispensable, que puede generar con nuestros pequeños esfuerzos: imágenes, textos, sonidos, identificar patrones sospechosos, las mejores sugerencias de contenido y un mundo de respuestas o soluciones precisas. Nos desafía a asumir la responsabilidad de su uso y a considerar cómo las máquinas pueden seguir fortaleciendo las diferentes disciplinas a favor del ser humano, mientras simulan el comportamiento del mismo. Reconocemos que esto es imparable.
La integración de la IA en diversas áreas de nuestra vida plantea importantes dilemas éticos, desde la interpretación y manipulación de datos, hasta la simulación del comportamiento humano que nos hace susceptibles y vulnerables. La IA nos desafía a repensar nuestros valores y principios fundamentales; en este sentido, es crucial reflexionar sobre cómo equilibrar los beneficios potenciales de la IA con la preservación de nuestros valores humanos más importantes e innegociables para no caer en sanciones inadmisibles, legales y sociales.
Los desafíos éticos asociados con la IA son diversos y complejos, a medida que nos adentramos en esta nueva era tecnológica, es fundamental abordar cuestiones como la transparencia, desinformación, intimidad, autenticidad, responsabilidad y la falta de rigurosidad en los datos ofrecidos desde la producción científica, al mismo tiempo, debemos reconocer el potencial transformador de la IA para mejorar nuestras vidas y fortalecer diversas disciplinas que generan bienestar para el ser humano. Sin embargo, es necesario proceder con cautela y establecer un marco ético sólido que guíe el desarrollo y la implementación de la IA, algo inimaginable pero que más temprano que tarde será requerido.
Es un tema que incumbe a todos, a quienes realizan el desarrollo como a quienes hacen uso de ella. Garantizar que la IA se utilice de manera responsable y para el beneficio de la humanidad únicamente, sabemos que es una utopía; pero si mantenemos los valores y principios humanos como guía en su progreso y uso, muy seguramente nos cuestionaremos y motivará a la reflexión para tomar las mejores decisiones a favor, ante un fenómeno universal, de innovación y donde se lastima si se quiere al propio ser humano.
El Autor: CEL/WP: 3017175210, X: @luisenarvaezm Psicólogo. Magíster en psicología y egresado de especialización en intervención psicosocial.