Falta un minuto para la medianoche en ese reloj del Juicio Final: Johnson en Glasgow

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GLASGOW, 1 nov (Reuters) -El lunes comenzó una conferencia de la ONU vital para evitar los efectos más desastrosos del cambio climático, en un desafío que se hizo aún más abrumador por la incapacidad de las principales naciones industriales para acordar nuevos compromisos ambiciosos.

La COP26 empezó en la ciudad escocesa de Glasgow un día después de que los países del G-20 no lograron comprometerse con el objetivo de frenar las emisiones netas de carbono para 2050, una fecha límite ampliamente citada como necesaria para prevenir el calentamiento global más extremo.

En su lugar, sus conversaciones en Roma solo reconocieron “la relevancia clave” de detener las emisiones netas “para mediados de siglo o alrededor de esa fecha”, no fijaron un calendario para eliminar el carbón a nivel local y suavizaron las promesas de reducir las emisiones de metano, un gas de efecto invernadero mucho más potente que el dióxido de carbono.

Su compromiso de reducir de forma gradual los subsidios a los combustibles fósiles “a mediano plazo” se asemejó a las palabras usadas por el G-20 en una cumbre celebrada en Pittsburgh en 2009.

“La humanidad agotó hace tiempo el reloj del cambio climático. Falta un minuto para la medianoche en ese reloj del Juicio Final y debemos actuar ahora”, dijo el primer ministro británico, Boris Johnson, en la ceremonia de apertura. “Si no nos tomamos en serio el cambio climático hoy, será demasiado tarde para que nuestros hijos lo hagan mañana”.

Mientras Johnson hablaba, la activista sueca Greta Thunberg retuiteó una petición para que sus millones de seguidores firmen una carta abierta acusando a los líderes de traición.

“Esto no es un simulacro. Es un código rojo para la Tierra”, indicó la carta. “Millones sufrirán mientras nuestro planeta es devastado, un futuro aterrador que será creado o evitado por las decisiones que tomes. Tienes el poder de decidir”.

Muchos de esos líderes tienen previsto subir al escenario en Glasgow al comienzo de dos semanas de negociaciones que el anfitrión de la conferencia, Reino Unido, califica como vitales.

DISCORDIA

Las diferencias entre algunos de los mayores emisores sobre cómo reducir el consumo de carbón, petróleo y gas, y ayudar a los países más pobres a adaptarse al calentamiento global no facilitará la tarea.

En el G-20, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, señaló a China y Rusia -ninguno de los cuales enviará a su líder a Glasgow- por no llevar propuestas a la mesa.

El presidente chino, Xi Jinping, cuyo país es por mucho el mayor emisor de gases de efecto invernadero, por delante de Estados Unidos, se dirigirá a la conferencia el lunes en una declaración escrita, según un cronograma oficial.

El ruso Vladimir Putin, uno de los tres mayores productores de petróleo del mundo junto con Estados Unidos y Arabia Saudita, abandonó sus planes de participar en conversaciones en vivo por enlace de video, dijo el Kremlin.

Los delegados de menor rango, muchos de ellos retrasados ​​el domingo por interrupciones en el servicio ferroviario entre Londres y Glasgow, tenían problemas más mundanos.

Más de 1.000 tuvieron que hacer cola durante más de una hora en un cuello de botella fuera del lugar para presentar pruebas de un test negativo de COVID-19 y obtener acceso, mientras eran entretenidos por los activistas con un remix musical electrónico con los discursos anteriores de Thunberg.

PROMESAS, PROMESAS

Con un retraso de un año por la pandemia del COVID-19, la COP26 tiene como objetivo mantener vivo el objetivo del calentamiento global máximo a 1,5 grados Celsius por encima de los niveles preindustriales, algo que, según los científicos, evitaría sus consecuencias más destructivas.

Para lograrlo hay que asegurar compromisos más ambiciosos para reducir las emisiones, asegurar miles de millones en financiamiento relacionado con el clima para los países en desarrollo y finalizar las reglas para implementar el Acuerdo de París de 2015, firmado por casi 200 países.

Las promesas existentes para reducir las emisiones permitirían que la temperatura superficial promedio del planeta aumente en 2,7°C en el siglo, lo que según la ONU sobrecargaría la destrucción que el cambio climático ya está causando al intensificar las tormentas, exponer a más personas a un calor mortal y a inundaciones, elevar el nivel del mar y destruir hábitat naturales.

Los países desarrollados confirmaron la semana pasada que cumplirían tres años más tarde la promesa hecha en 2009 de proporcionar 100.000 millones de dólares al año en financiación climática a los países en desarrollo para 2020.

(Reporte de Elizabeth Piper y Jeff Mason; escrito por Mark John y Kevin Liffey; editado en español por Carlos Serrano)

Por Mark John y Katy Daigle

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