“Hay una sordera interior que es peor que la física”: Papa Francisco

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Todos tenemos oídos, pero muchas veces no logramos escuchar. Atrapados en nuestras prisas, con mil cosas que decir y hacer, no encontramos tiempo para detenernos a escuchar a quien nos habla. Corremos el riesgo de volvernos impermeables a todo y de no dar cabida a quienes necesitan ser escuchados.

Comentando el Evangelio del día, el Papa Francisco invitó a abrirnos a la Palabra de Dios y a la escucha de nuestro prójimo.

“Jesús es la Palabra: si no nos detenemos a escucharlo, pasa de largo. Pero si dedicamos tiempo al Evangelio, encontraremos un secreto para nuestra salud espiritual”. Fueron palabras del Papa Francisco, quien, como cada domingo se asomó a la ventana del Palacio Apostólico Vaticano para rezar junto con los fieles la oración mariana del Ángelus.

Al comentar el Evangelio del día que en el XXIII domingo del Tiempo Ordinario presenta a Jesús que obra la curación de una persona sordomuda, el Santo Padre animó en este día, para nuestra salud espiritual, a dedicar más tiempo al Evangelio: cada día un poco de silencio y de escucha, – dijo – algunas palabras inútiles de menos y algunas Palabras más de Dios. Pero, además, refiriéndose a modo de ejemplo a nuestra vida familiar, invitó a fijarse en las veces que “se habla sin escuchar primero, repitiendo los propios estribillos siempre iguales”. Y afirmó que el renacimiento de un diálogo a menudo no viene de las palabras, sino del silencio, del no obcecarse, de volver a empezar con paciencia a escuchar a la otra persona, sus afanes, lo que lleva dentro. “La curación del corazón – aseguró – comienza con la escucha.

¡Ábrete!

Lo que llama la atención en el relato – comenzó diciendo el Papa – es la forma en que el Señor realiza este signo prodigioso: toma al sordomudo a un lado, le pone los dedos en los oídos y con la saliva le toca la lengua, luego mira hacia el cielo, suspira y dice: “Efata”, es decir, “¡Ábrete!” (cfr. v. 34)”.

En otras curaciones de enfermedades igualmente graves, como la parálisis o la lepra, Jesús no hace tantos gestos. ¿Por qué hace todo esto ahora, aunque sólo se le ha pedido que imponga su mano sobre el enfermo (cf. v. 32)? ¿Por qué hace este gesto? Quizás porque la condición de esa persona tiene un valor simbólico particular y tiene algo que decirnos a todos. ¿De qué se trata? Se trata de la sordera. El hombre no podía hablar porque no podía oír. De hecho, Jesús, para curar la causa de su malestar, primero le pone los dedos en los oídos.

Primero escuchar, luego responder

“Todos tenemos oídos, pero muchas veces no logramos escuchar”, continuó diciendo Francisco. De hecho, hay una sordera interior, que hoy podemos pedir a Jesús que toque y sane. Se trata de una sordera que “es peor que aquella física” porque es “la sordera del corazón”:

Atrapados en nuestras prisas, con mil cosas que decir y hacer, no encontramos tiempo para detenernos a escuchar a quien nos habla. Corremos el riesgo de volvernos impermeables a todo y de no dar cabida a quienes necesitan ser escuchados: pienso en los niños, en los jóvenes, en los ancianos, en muchos que no necesitan tanto palabras y sermones, sino ser escuchados. Preguntémonos: ¿cómo va mi escucha? ¿Me dejo tocar por la vida de las personas, sé dedicar tiempo a los que están cerca de mí, para escucharla? Esto es para todos nosotros, pero en modo particular, para los sacerdotes, la gente: el sacerdote debe escuchar a la gente, no ir de prisa. Escuchar y ver cómo los puede ayudar, pero después de haber escuchado. Y todos nosotros: primero escuchar, y luego responder.

“La curación del corazón comienza con la escucha”

Así, como escribimos en la introducción y repetimos, el Santo Padre invitó a pensar en la vida familiar: “¡cuántas veces se habla sin escuchar primero, repitiendo los propios estribillos siempre iguales!”

Incapaces de escuchar, decimos siempre las mismas cosas, o no dejamos que el otro termine de hablar, de expresarse, y nosotros lo interrumpimos. El renacimiento de un diálogo a menudo no viene de las palabras, sino del silencio, del no obcecarse, de volver a empezar con paciencia a escuchar a la otra persona, sus afanes, lo que lleva dentro. La curación del corazón comienza con la escucha. Escuchar. Y esto, sana el corazón. “Pero, padre, hay gente aburrida que siempre dice las mismas cosas” ¡Escúchalo! Y luego cuándo terminará de hablar; di tu palabra, pero escucha todo.

¿Nos acordamos de ponernos a la escucha del Señor?

“Lo mismo vale para el Señor”, prosiguió Francisco:

Hacemos bien en inundarle con peticiones, pero haríamos mejor en escucharle primero. Jesús lo pide. En el Evangelio, cuando le preguntan cuál es el primer mandamiento, responde: “Escucha, Israel”. Luego añade el primer mandamiento: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón […] y a tu prójimo como a ti mismo” (Mc 12,28-31). Pero en primer lugar dice: “Escucha Israel”, escucha tú. ¿Nos acordamos ponernos a la escucha del Señor? Somos cristianos, pero quizás, entre los miles de palabras que escuchamos cada día, no encontramos unos segundos para dejar que resuenen en nosotros unas palabras del Evangelio. Jesús es la Palabra: si no nos detenemos a escucharlo, pasa de largo. ¡Si no nos detenemos para escuchar a Jesús, pasa de largo! San Agustín decía: “tengo miedo del Señor cuando pasa”, pero el miedo era que pasase, sin escucharlo.

El “secreto” para nuestra salud espiritual

Y así llegó el Obispo de Roma a decirnos el “secreto” para nuestra salud espiritual, que encontramos “si dedicamos tiempo al Evangelio”:

He aquí la medicina: cada día un poco de silencio y de escucha, algunas palabras inútiles de menos y algunas Palabras más de Dios. Escuchemos hoy, como el día de nuestro bautismo, las palabras de Jesús: “Effetá, ábrete”. Jesús, deseo abrirme a tu Palabra, abrirme a la escucha. Sana mi corazón de la cerrazón, la prisa y la impaciencia.

En la conclusión, y antes de elevar al cielo la oración mariana, pidió “que la Virgen María, abierta a la escucha de la Palabra, que se hizo carne en ella, nos ayude cada día a escuchar a su Hijo en el Evangelio y a nuestros hermanos con un corazón dócil, con corazón paciente y con corazón atento”.

LA FIESTA DE SANTA TERESA DE CALCUTA

Hoy, 5 de septiembre, la iglesia católica celebra la fiesta de Santa Teresa de Calcuta, canonizada hace cinco años por el Papa Francisco en una Misa celebrada en la Plaza de San Pedro.

La Santa albanesa murió exactamente hace 24 años, el 5 de septiembre de 1997, en Calcuta, India, a los 87 años de edad.

Santa Teresa de Calcuta, don para la Iglesia de hoy, constituye uno de los ejemplos más claros de cómo debemos amar a Cristo en el servicio a los más pobres, o a los “más pobres entre los pobres”, como ella los llamaba. Teresa de Calcuta, además, le dio una lección al mundo sobre cómo entender la pobreza. Para ella, la mayor pobreza no necesariamente se encuentra en los barrios humildes -como los de Calcuta-, sino también en todos aquellos lugares donde el amor está ausente, como en las sociedades en las que se permite el aborto.

La Madre Teresa nació el 26 de agosto de 1910 en Skopje, en ese entonces parte de Albania y hoy territorio de Macedonia. Su nombre fue Gonxha Agnes Bojaxhiu, pero adoptó el de Teresa al ingresar al Instituto de la Bienaventurada Virgen María.

¡VERDAD QUE PODEMOS!

“Estamos congregando a muchas instituciones, a todos los niveles de la sociedad, academia, colegios, barrios, parroquias, en fin, a todos los sectores sociales, para reflexionar qué tipo de verdad queremos, qué tipo de verdad puede ayudarnos hoy en el país a crecer en solidaridad, reconciliación y en capacidad de encuentro”, explicó monseñor Héctor Fabio Henao Gaviria, director del Secretariado Nacional de Pastoral Social (SNPS) de Colombia, al referirse al enfoque que tendrá la jornada que se desarrollará entre el 5 y el 11 de septiembre.

El sacerdote, agregó: “la verdad tiene una fuerza muy grande y un poder enorme de sanación (…) El dolor de tantas personas que históricamente han tenido que soportar el sufrimiento causado por la violación de sus derechos”.

En esta línea “la Semana por la Paz será un momento grande para reunirse en comunidad, conversar, escuchar y dialogar sobre temas comunes que impactan en la construcción de paz en el país (…) Nos invita a nosotros y desde todos los horizontes de la sociedad a abrirnos a la verdad y a construirla de manera colectiva”.

La paz es un esfuerzo de múltiples organizaciones, entre las cuales se encuentran: la Pontificia Universidad Javeriana, Red Pro de Paz, Justicia Especial para la Paz, entre otras. El Secretariado Nacional de Pastoral Social-Cáritas Colombiana integra este trabajo colaborativo, aportando desde cada una de las labores de servicio a la verdad y la reconciliación, por eso, nos unimos al mensaje #VerdadQuePodemos.

EL DÍA QUE LA VIRGEN SALVÓ NUESTRA FE

En el marco de la Misión Mundial 2021, Mater Fátima organiza el Congreso virtual “Lepanto 450, el día que la Virgen salvó nuestra fe”, organizado con motivo del 450 aniversario de la victoria de la flota cristiana sobre el imperio otomano en la Batalla de Lepanto.

El Congreso abordará el acontecimiento desde el punto de vista histórico, espiritual y cultural en voz de ponentes especialistas en cada tema, se llevará a cabo del 6 al 8 de septiembre y podrá ser sintonizado en el canal de YouTube @MaterFátimaInternacional a partir de las 10:00 Horas Tiempo de México.

El objetivo es, por un lado, agradecer al Cielo su intervención para salvar el cristianismo en Europa y por consiguiente en América; y por otro lado, recordar al mundo sobre el inimaginable poder de la oración, en este caso, del rezo del Santo Rosario, una práctica insistentemente solicitada por la Santísima Virgen en sus apariciones en Fátima, Portugal, en 1917.

Hoy, como hace casi medio milenio, el mundo católico se ve nuevamente amenazado por el enemigo, y como hicieron los fieles de aquel entonces, nos toca ahora a nosotros defender nuestra fe, unir nuestras oraciones y pedir que se repita el milagro; que la Santísima Virgen María interceda para que salve nuestras naciones y defienda nuestra fe.

Con este Congreso deseamos sensibilizar el corazón para que se reaviva la fe y devoción por el rezo del Santo Rosario, para posteriormente unirnos en oración el 7 de octubre, día del aniversario de esta victoria; cuando se realizará una Liga Santa en memoria de la coalición convocada por el Papa San Pío V para llamar a las tropas a la lucha en defensa de la fe. Esta Liga Santa que promueve Mater Fátima, para el 7 de octubre, será una jornada de oración del rezo del Santo Rosario continuos durante al menos dos días.