La comunidad católica de Tierra Santa rememoró el jueves las últimas horas de Jesús en Jerusalén, donde, tras la cancelación de algunas ceremonias el año pasado por la pandemia, se han recuperado tradiciones como el Lavado de Pies y se respira un aire de optimismo.
Las liturgias se iniciaron con una misa a primera hora en el Santo Sepulcro oficiada por el patriarca latino de Jerusalén, Pierbattista Pizzaballa, ante unas 150 personas.
En esta ocasión, y a diferencia del año pasado, la situación sanitaria permitió también realizar el Lavado de Pies, que recrea el de Jesús a sus doce discípulos como gesto de humildad e igualdad, uno de los actos simbólicos más característicos de los ritos de Semana Santa.
Mientras que en 2020 buena parte de las celebraciones fueron canceladas o realizadas a puerta cerrada a causa del coronavirus, este año las tradiciones se llevan a cabo casi con normalidad, tras una marcada reducción de las infecciones fruto de la masiva campaña de vacunación israelí, que ya alcanzó más de la mitad de población.
Algo que nuevamente se hace sentir, sin embargo, es la falta de peregrinos extranjeros durante las liturgias, lo que ya había sucedido el año pasado dado que Israel veta el ingreso de turistas desde el comienzo de la pandemia para evitar su propagación.
De esta manera, fueron fieles locales, religiosos de las comunidades católicas de Tierra Santa y residentes internacionales de la región quienes se acercaron hoy a la Ciudad Vieja, ubicada en la parte oriental de Jerusalén, bajo ocupación y anexión israelí.
Tras los eventos de la mañana, el fray Francesco Patton, custodio de Tierra Santa, recorrió con un pequeño grupo de religiosos el camino hacia el Cenáculo, donde la tradición sitúa la Última Cena y se recuerdan las instituciones del sacerdocio y la eucaristía.
Allí, en una ceremonia a puerta cerrada, se recreó nuevamente el Lavatorio de los Pies, encabezado por Patton, que lavó los pies de doce franciscanos entre un reducido grupo de asistentes.
Esta Semana Santa “significa un poco de retorno a la normalidad, esperamos que poco a poco esta normalidad que aquí comienza a haber pueda llegar a otras partes del mundo”, dijo Patton a Efe mientras caminaba rumbo al Cenáculo por las callejuelas de la Ciudad Vieja.
Mientras se realizaba la liturgia en el Cenáculo, algunos fieles y religiosos se juntaron a sus puertas tras hacer también su propio recorrido hasta ahí.
Uno de ellos fue Elías Tadeo Ibarra Ramírez, sacerdote mexicano de 35 años y residente de Jerusalén, que señaló a Efe que “vivir la Semana Santa y la fe en la Tierra Santa es una oportunidad privilegiada. Nos acercamos al manantial de la fe, a las raíces de las sagradas escrituras, a la experiencia de Jesús…”.
“Todo en Jerusalén nos transporta a la experiencia de la iglesia primitiva, a la experiencia más original de la fe. Este año lo celebramos con mucha esperanza y mucha solidaridad respecto a las personas que están todavía encerradas y en una zona roja, viviendo el deseo de vacunarse y no tener acceso a la vacuna”, agregó Ibarra, que buscará participar en la mayoría de ceremonias de Semana Santa.
Estas continuarán hoy con una misa en la Basílica de la Agonía, en el huerto de Getsemaní, donde la tradición indica que Jesús se retiró a orar y meditar antes de ser entregado por Judas. Este evento marca la Hora Santa y la vigilia de la crucifixión de Jesús.
Las liturgias del Triduo Pascual -jueves, viernes y sábado santo- continuarán mañana, con eventos como el Via Crucis, que recorrerá las catorce estaciones de la Vía Dolorosa, mientras las calles y templos de las zonas más sagradas de Jerusalén reviven los rituales que encarnan los últimos días de Jesús y su resurrección.
Pablo Duer y Joan Mas Autonell
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