La industria española de los videojuegos se abre paso

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El director creativo de Nomada Studio, Conrad Roset, ve una de sus ilustraciones para el videojuego "Neva" en un ordenador el 27 de septiembre de 20024 en la localidad española de Terrassa (Josep Lago/AFP/

Con un dinámico mercado interior y cada vez más visibilidad internacional, la industria española de los videojuegos no deja de ganar potencia, impulsada por varios estudios que sueñan con hacerse un hueco en la élite mundial a pesar de las dificultades.

“El sector goza de un buen momento (…) Poco a poco España se va poniendo en el mapa” de los videojuegos, asegura José María Moreno, secretario general de la Asociación Española de Videojuegos (Aevi), que reúne a más de 80 actores del sector nacional.

España, por el momento, no cuenta con ningún peso pesado en la industria, como sí lo son el estadounidense Electronic Arts, el francés Ubisoft o el polaco CD Projekt. Pero “hay muchos estudios independientes”, muchos de ellos “muy creativos” y cuyo trabajo “es reconocido” a nivel internacional, insiste Moreno.

Según la organización patronal del sector DEV (Desarrollo Español de Videojuegos), actualmente hay 790 estudios de producción activos en el país, frente a los 330 que se contaban hace diez años. Estas empresas emplean a 9.260 personas, un 15% más que en 2020 (8.020) y el doble que en 2015 (4.460).

Esta dinámica se explica en gran parte por el alza de las ventas de videojuegos, impulsadas por el aumento de jugadores en el país (20 millones actualmente). La facturación de los estudios españoles pasó, según DEV, de 314 millones de euros en 2013 a 1.380 millones (1.545 millones de dólares) en 2023, lo que supone un salto del 340%.

– Más visibilidad –

“Durante años, los juegos españoles han carecido de visibilidad. Pero eso está cambiando”, juzga Pedro González Calero, profesor de Ingeniería Informática en la Universidad Complutense de Madrid y organizador del “Guerrilla Game Festival”, que se celebra todos los años a comienzos de noviembre en la capital española.

Varias firmas españolas disponen ya de notoriedad internacional, como The Game Kitchen, cuyo juego “Blasphemous” vendió varios millones de copias, o los estudios madrileños MercurySteam (“Castlevania: Lords of Shadow”) y Pendulo (“Runaway”).

Otros, fundados más recientemente o de menor tamaño, se están haciendo un nombre, como Tequila Works o Nomada Studio, cuyo título “Gris” vendió tres millones de ejemplares y fue premiado en 2019 en los Game Awards de Los Ángeles, considerados como los “Óscar” de los videojuegos.

“Ese premio nos dio un empujón. Fue un poco inesperado, ya que era nuestro primer juego”, explica a la AFP Roger Mendoza, cofundador de este estudio de una decena de empleados y creado en 2016 en Barcelona, ciudad que concentra casi un tercio de las firmas de producción españolas.

El equipo de Nomada presentó hace unos días su segundo título, “Neva”, en un esperado evento celebrado en la capital catalana. El juego, que se comercializará a partir de mediados de octubre, debería permitir al estudio “seguir con su crecimiento”, además de “embarcarse en un nuevo proyecto”, apunta Mendoza.

– Gran competencia –

Poco a poco, “los estudios españoles van adquiriendo madurez”, gracias principalmente a la llegada de “capitales extranjeros”, que les proporcionan más medios para desarrollar sus trabajos, subraya Pedro González Calero. Para muchos, sin embargo, proyectarse a largo plazo “sigue siendo un reto”, matiza este experto.

Pero, aunque los juegos “made in Spain” poseen sus puntos fuertes, como la presencia de un sólido sector formativo con jóvenes muy cualificados, el sector sigue siendo frágil económicamente, incluso sin haber padecido especialmente la minicrisis que afecta al sector mundial desde hace un año.

“El mercado internacional es muy competitivo (…) Para hacerse un hueco, uno necesita talento, pero también una base financiera sólida”, insiste José María Moreno, para quien la industria española sigue sufriendo la falta de un estudio que sea “de referencia”, además de la “fuga de talentos”.

Según DEV, que agrupa a empresas productoras y desarrolladoras, uno de cada dos estudios factura actualmente menos de 200.000 euros al año. Este nivel resulta demasiado modesto para hacerlos influyentes, insiste la organización, que reclama “medidas que mejoren el día a día de la vida de los estudios”.

Al igual que Aevi, la asociación pide un régimen fiscal más ventajoso, que siga el modelo de Francia o Reino Unido. En estos países, la aplicación de estas medidas “está aumentando el número de producciones, atrayendo grandes inversiones y estableciendo un efecto multiplicador importante” para la economía local, resaltan.

Valentin BONTEMPS

Yahoo Noticias Agencia AFP