El lago Poopó era el segundo más grande de Bolivia después del Titicaca. A mediados de los años 80 del siglo XX llegó a abarcar una superficie de 3.500 kilómetros cuadrados, un área superior al del Gran Londres, pero comenzó a secarse y, desde 2015, ha quedado reducido a unos pequeños charcos rodeados por un enorme desierto.
Según los científicos, el cambio climático, el fenómeno El Niño y la extracción de agua para la agricultura, la industria y la minería son los motivos que han provocado la muerte del lago, que ha conllevado también la paulatina desaparición de los urus muratos, un pueblo indígena boliviano que habitaba junto al Poopó.
Apenas quedan unos 600 miembros de la comunidad Uru, etnia con una historia milenaria en Bolivia y también en algunas zonas de Perú y Chile. Los muratos, una subetnia, estaban asentados junto al Poopó y vivían de él, pero desde que se secó comenzaron a emigrar y ahora solo aguantan siete familias conscientes de que se les presenta un futuro complicado.
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