La prepotencia pide humildad

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Lo insólito, lo inesperado. Prepotentes periodistas y ex futbolistas, micrófono en mano, critican a James Rodríguez por falta de humildad. La paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio. Así dice el refrán. Ha sido típico en un mundo de los medios, donde también proliferan hipócritamente los llantos actuados por el declive de un crack.

James está bajo presión. Reapareció de repente su apetito por el fútbol de nivel. Pero no hubo ofertas tentadoras, a pesar de la feria de mentiras, repletas de expectativas, auspiciadas por sus voceros, que lo acomodan aquí y allá. Le castigan, los clubes, que antes le preferían, su falta de compromiso al competir.

En su reciente pasado sus apariciones en los estadios, con la pelota, fueron mínimas, porque ha sido juguete de sus caprichos, en perjuicio de su talento, inactivo.

James desconoce en qué lugar de su trayectoria está. A los 29 hace dos años se declaraba un hombre mayor. A los 31, buscando redención se dice joven. Y lo es. Pero el fútbol a la pereza le cobra factura.

La magia inactiva se oxida.

Se vio en sus últimos partidos con la selección, en los que dejó amargas huellas. Por su falta de compromiso no fue Colombia al mundial. Con él a tope, la selección tendría casilla a Catar, con opción de brillar. Pero no quiso porque había desaparecido su apetito por el juego.

Perturbadora es la opción de verlo ofreciéndose a bajo costo, pocos años después de ser codiciado por grandes clubes, sin graves lesiones, con la añoranza de su reconocida calidad.

Su fútbol se hartó de los jeques y la mediocridad de sus rivales. En una ciudad llena de magia y fantasía, pero donde comunes son la modorra, la desmotivación y la melancolía.

Rey plebeyo James. Preso en el país del oro negro, el petróleo, porque así lo quieren sus caprichos, con presente vacilante, pero con posibilidad aun de reactivar su carrera.

Aunque nunca volverá a los topes admirados, cuando estaba en la cresta de la ola. Los días sin entrenamiento pasan factura. La falta de continuidad también.

Su deseo de jugar los partidos fuera de las canchas, ya tiene sus efectos. Esporádicas fueron sus apariciones en los primeros planos, sin la pelota y la maquinaria publicitaria puesta a su servicio, para justificar las vacilaciones de su carrera, no fue efectiva.

No será un milagro su resurrección. Se liberará, en cualquier momento, de los yugos de los árabes, que él buscó.

Por favor. Como lo dije al comienzo. La prepotencia pidiendo humildad. ¡Vea pues!

Por Esteban Jaramillo Osorio