Cada vez más comunidades rurales producen sus propios alimentos de forma sostenible, regenerando suelos, cuidando el agua y fortaleciendo su autonomía con prácticas agroecológicas.
Impulsar la transformación agroalimentaria local a través de la agroecología se ha convertido en una respuesta clave frente a los crecientes desafíos alimentarios y ambientales en las zonas rurales de Colombia. Actualmente, el 40% de los hogares rurales del país no tiene acceso suficiente a alimentos nutritivos y diversos, una situación especialmente crítica en departamentos como La Guajira, Chocó, Vichada y Guaviare, donde la inseguridad alimentaria alcanza niveles alarmantes.
Ante este panorama, la agroecología emerge como una alternativa sostenible que, mediante prácticas que regeneran el suelo, protegen el agua y promueven la biodiversidad, permite a las comunidades fortalecer sus sistemas productivos, mejorar su calidad de vida y reconstruir una relación armónica con el entorno. En el marco del Día Mundial de la Alimentación, este enfoque cobra especial relevancia como una vía efectiva para garantizar el acceso a alimentos saludables, accesibles y cultivados en equilibrio con la naturaleza.
En este contexto, la agroecología se establece como el fundamento para consolidar sistemas productivos que fortalecen la autonomía de las comunidades rurales, mediante técnicas como la rotación de cultivos y la aplicación de biopreparados; este enfoque promueve prácticas agrícolas que se ajustan a las particulares culturales y ambientales de cada territorio, fomentando una mayor resistencia frente a las condiciones climáticas.

Bajo esta misma visión integral y sostenible del territorio, en el departamento de La Guajira, y con el propósito de fortalecer la seguridad alimentaria y restaurar los ecosistemas degradados, se han implementado diversas acciones que materializan estos principios.
Entre ellos se destaca, el uso de abonos orgánicos, la recuperación de coberturas vegetales y la implementación de cercas vivas no solo fortalecen la transición agroecológica, sino que han permitido mejorar la retención de agua en suelos frágiles. En zonas de alta vulnerabilidad como la Alta Guajira, estas acciones marcan una diferencia tangible frente a la escasez hídrica y la degradación del territorio, evidenciando que la producción sostenible es una respuesta real y efectiva a las condiciones más extremas.
Asimismo, los sistemas agroecológicos han demostrado su capacidad para reducir el uso de insumos externos hasta en un 80%, lo que contribuye a mejorar la salud del suelo y a diversificar la alimentación de las familias rurales. Este enfoque integral no solo mitiga los impactos ambientales, sino que también fortalece la resiliencia económica y social de las comunidades, promoviendo una agricultura más equitativa y sostenible.
“En cada territorio donde trabajamos, la agroecología ha demostrado que producir alimentos y cuidar la tierra puede ir de la mano. Nuestro acompañamiento ha permitido que más familias siembren para sí mismas, recuperen sus suelos y fortalezcan su seguridad alimentaria, generando cambios que perduran y se multiplican en las comunidades.”, destaca Camila Aguilar, Directora Ejecutiva de Fundación Alpina.
Impulsar sistemas alimentarios locales sostenibles sigue representando desafíos, pero también abre caminos para cambiar realidades desde los territorios. Mejorar la infraestructura y conectar a los productores con mercados cercanos permite que las iniciativas agroecológicas generen ingresos estables y reconocimiento en sus comunidades. Asimismo, la participación activa de mujeres y jóvenes no solo amplía las voces en el territorio, también impulsa que los saberes campesinos e indígenas se traduzcan en soluciones reales.
Desde Fundación Alpina, el compromiso con la transformación agroalimentaria se refleja en cada territorio donde acompaña a las comunidades.
Mediante la agroecología, el fortalecimiento de capacidades locales y la articulación con aliados, la organización impulsa soluciones reales que mejoran la seguridad alimentaria y protegen el entorno. Estos avances muestran que la construcción de sistemas alimentarios sostenibles es posible cuando se trabaja desde lo local y con las comunidades como protagonistas.