Los pueblos indígenas constituyen menos del 5% de la población mundial pero ayudan a salvaguardar el 80% de la biodiversidad mundial.
Brasil, Colombia, México y Perú reúnen 92% de las tierras forestales, las cuales absorben un promedio de 30 toneladas métricas de carbono al año.
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América Latina, 9 de agosto de 2023 —
Los pueblos indígenas son imprescindibles para la conservación de la biodiversidad, porque a través de sus conocimientos ancestrales y estrategias cuidan los ecosistemas y favorecen la lucha contra el cambio climático.
Existen alrededor de 476 millones de indígenas que viven a lo largo de 90 países y representan poco más del 5% de la población mundial; sin embargo, se encuentran entre las poblaciones más desfavorecidas y vulnerables ya que conforman el 15% de las poblaciones más pobres, según la ONU.
En el marco del Día Internacional de los Pueblos Indígenas celebrado el 9 de agosto de cada año, The Climate Reality Project América Latina hace un llamado a la colaboración global en la protección y empoderamiento de estas comunidades, reconociendo sus contribuciones esenciales en la lucha contra el calentamiento global.
Los pueblos o comunidades indígenas son de gran importancia para la supervivencia de la biodiversidad, sus grandes conocimientos y la profunda conexión que mantienen con la naturaleza, les ha permitido desarrollar estrategias adaptativas para coexistir de manera sostenible con su entorno.
Asimismo, el cuidado y protección a los ecosistemas, tanto por motivos alimentarios como por creencias, ha tenido como resultado la conservación efectiva de su flora y fauna, además de mantener el equilibrio ecológico que contribuye a la captura natural de carbono y a la regeneración de ciclos vitales.
De acuerdo con la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático, los pueblos indígenas ayudan a salvaguardar el 80% de la biodiversidad mundial y son depositarios de muchas de las soluciones a la crisis climática.
Los Pueblos Indígenas de América Latina, con sus prácticas y creencias arraigadas, han demostrado que la coexistencia armoniosa entre seres humanos y la naturaleza es posible, sin embargo, el reconocimiento de sus derechos y el fortalecimiento de su autodeterminación siguen siendo un desafío.
En la región, países como Brasil, Colombia, México y Perú, reúnen el 92% de las tierras forestales de las comunidades indígenas que son sumideros netos de carbono; éstos absorben con cada hectárea aproximadamente 30 toneladas métricas de carbono al año.
En promedio, estas tierras capturan tres cuartas partes más de carbono por hectárea que las tierras no indígenas. A pesar de ello, en los cuatro países estas tierras están constantemente amenazadas por la ganadería, minería y tala, gran parte de las cuales es ilegal y está vinculada a la corrupción y la colaboración entre los gobiernos y actores ilegales.
De acuerdo con Natalia Lever, directora de The Climate Reality Project América Latina, “Los ciclos naturales son esenciales para la salud de nuestro planeta, y los pueblos indígenas han sido guardianes excepcionales de esta sabiduría; su enfoque en la regeneración y renovación de recursos ha demostrado ser un modelo eficiente y sostenible en contraste con los métodos extractivos modernos. Proteger la diversidad de los pueblos indígenas y los diferentes contextos en los que habitan, es proteger la biodiversidad”.
Existen casos de éxito como el pueblo de Yabarana en Venezuela,dicha comunidad cambia la caza y recolección, por la pesca, agricultura y la cría de animales según las condiciones estacionales y ambientales. Otro caso de éxito es la comunidad de Puno en Perú, que utiliza su conocimiento tradicional sobre el medio ambiente y la vida silvestre, como la frecuencia de las lluvias, la floración de ciertas plantas, la aparición de ciertos animales y su apareamiento, para determinar cuándo plantar y cuándo cosechar. De manera similar, el pueblo Chipaya en Bolivia monitorea el viento, nieve, nubes y las estrellas para determinar qué especies plantar, cuándo y dónde.
No obstante, los sistemas extractivistas han impactado negativamente en sus derechos de jurisdicción, por lo que, respetar sus conocimientos y permitirles gestionar sus territorios es un paso esencial para restaurar el equilibrio y valorar la riqueza cultural que aportan las comunidades indígenas. Soluciones como empoderar a estas comunidades y fortalecer sus condiciones de vida, no sólo evita la pérdida de sus conocimientos, sino que también contribuye a la preservación de ecosistemas resilientes, diversos y vitales que actúan como sumideros de carbono naturales.
Finalmente, los gobiernos tienen un papel importante, porque deben asegurarse de que las comunidades indígenas tengan plenos derechos legales sobre la tierra que poseen, así como reconocer y respetar su derecho al consentimiento libre, previo e informado, tomar medidas para asegurar que los derechos sean respetados en la práctica y capacitar activamente a las comunidades indígenas, para gestionar sus bosques a través de financiamiento y apoyo adecuado.
Para evitar los efectos más devastadores del cambio climático, se debe alcanzar la neutralidad de carbono, sin embargo, este objetivo no se logrará sin reconocer y apoyar el papel crucial de los pueblos indígenas y otras comunidades locales en la restauración y protección de sus tierras.