Como tantas otras mujeres, Vasfije Krasniqi-Goodman fue violada durante la guerra de Kosovo, pero es la única en haberse atrevido a contarlo públicamente. Ahora como diputada quiere luchar por los derechos de las mujeres, tratadas con frecuencia como ciudadanas de segunda.
En las últimas elecciones legislativas las mujeres alcanzaron un nivel de representación política inédito en la historia del Estado, dominado durante mucho tiempo por personalidades masculinas de la lucha por la independencia, proclamada en 2008.
Hay un récord de diputadas y una mujer ha sido elegida presidenta de la antigua provincia de Serbia.
La sed de cambio es palpable en Kosovo como en otras zonas del mundo donde el movimiento #MeToo ha tenido eco.
La falta de oportunidades económicas y los prejuicios sexistas y patriarcales son algunos de los elementos que alimentan este ansia de transformación.
Pero el camino hacia la igualdad no parece que vaya a ser fácil.
Según un estudio publicado en 2019 por una oenegé, solo el 12,6% de las kosovares tenían un trabajo en el territorio de 1,8 millones de habitantes, donde la responsabilidad de los niños recae en las mujeres. Según los últimos datos oficiales, solo el 15% de las mujeres tienen propiedades.
Para Vasfije Krasniqi-Goodman, de 38 años, el combate comenzó con la defensa de las mujeres violadas, su reconocimiento como víctimas de guerra y su derecho a denunciarlo sin ser estigmatizadas por la sociedad.
– “La voz de las víctimas” –
“Soy la voz de las víctimas de violencia sexual pero la esfera de mi combate se amplía a todos los temas que afectan” a las mujeres, dice.
Dos serbios, uno de ellos policía, la violaron cuando tenía 16 años.
Según estimaciones oficiales, alrededor de 20.000 kosovares fueron violadas durante la guerra de 1998-1999 entre la guerrilla albanesa y las fuerzas serbias.
Nadie ha sido condenado por ello, ni en Serbia ni en Kosovo.
Esta diputada es la única en haber hablado del calvario que vivió.
Vasfije Krasniqi-Goodman vivió dos décadas en Estados Unidos y regresó con su hija para asumir su escaño en el Parlamento.
“Dejo mi vida en Estados Unidos para aportar mi contribución en Kosovo” llevando a cabo proyectos a favor de las mujeres para “realmente mejorar sus vidas”, declaró a la AFP antes de las elecciones de febrero. Y en general asegura que quiere defender todos los derechos humanos.
Con la llegada al poder del movimiento reformista de izquierda Vetëvendosje (VV) de Albin Kurti, las mujeres están mejor posicionadas para que se les escuche.
– “No paréis de avanzar” –
Ocupan más de un tercio de los 120 escaños de diputados, dos puestos de adjuntas al primer ministro, varios ministerios y la presidencia.
“Las mujeres tienen el derecho de estar donde quieran”, declaró la presidenta Vjosa Osmani poco después de ser electa. “No paren, no dejen de avanzar. Todos sus sueños pueden cumplirse”, afirma esta jurista muy popular de 38 años.
Su nombramiento demuestra que la política “no es solo un ámbito de los hombres”, comenta Luljeta Demolli, directora del Centro para los Estudios de Género.
Pero el sexismo no tardó en manifestarse. En el momento en el que Osmani estaba siendo elegida, un diputado y profesor de ciencias políticas hizo referencia en las redes sociales a una figura femenina de la era otomana con una “barriga como un barril” y una “cara hinchada y roja como un pimiento”.
Como se montó un revuelo y hubo llamamientos pidiendo su destitución, Ardian Kastrati retiró el comentario publicado y aseguró que no se refería a la jefa del Estado.
Para muchos, la igualdad sigue siendo un espejismo en este rincón pobre de Europa donde el salario medio es de 500 euros (600 dólares).
– “Desigualdad económica” –
“La desigualdad de género comienza con la desigualdad económica”, opina Leonida Molliqaj, una socióloga de 28 años. “Vivimos en un país muy pobre, donde los maridos también son víctimas de la pobreza. Adquieren una mentalidad de opresores hacia los que todavía tienen menos, es decir las mujeres”.
Una peluquera de 30 años, con un diploma de gestión, afirma haber sufrido acoso durante “al menos 40 entrevistas” por un trabajo en su sector.
“Me humillaban. Me daban ‘consejos de amigos’ pidiéndome que no perdiera el tiempo porque la gestión es cosa de hombres, no de mujeres”, dice esta mujer que ha pedido el anonimato. Optó por abrir una peluquería en Pristina en la que es su propia jefa.
Las mujeres están tomando conciencia de sus derechos. Aumentan las protestas contra la violencia de género que, como en otros países, ha empeorado durante la pandemia de coronavirus, con 2.069 casos registrados en 2020 contra 1.500 en 2018, según la policía.
Después del asesinato en marzo de Sebahate Morina, una madre de 44 años, a manos de su exmarido, la población se echó a las calles de Pristina para gritar: “¡Ni una más!”.
Algunas esperan que las cosas cambien. “Los jóvenes tienen un enorme potencial”, recalca Leonida Molliqaj. “Nunca ha habido tanta militancia, nunca tantas mujeres jóvenes interesadas por el feminismo”.
Yahoo Noticias Por Zana CIMILI e Ismet HAJDARI Agencia AFP Foto internet AFP