Mujeres y niñez raizal defienden el patrimonio alimentario de San Andrés, Providencia y Santa Catalina

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Sabedoras tradicionales y la niñez raizal han convertido los fogones en aulas vivas, donde se rescatan recetas que protegen la biodiversidad, fortalecen identidad y sostienen la vida insular.

En Seaflower, la cocina raizal resiste. 77 participantes, liderazgo femenino y jóvenes cuidando especies clave como el cangrejo negro abre esperanza para no perder la cultura alimentaria.

Del fogón a la política pública cotidiana, la articulación comunitaria e institucional se unen para salvaguardar la cocina tradicional en San Andrés, Providencia y Santa Catalina.

San Andrés (Colombia) septiembre de 2025._ En el Caribe occidental colombiano, donde el mar turquesa abraza manglares y arrecifes, la cocina tradicional se confirma como trinchera de resistencia cultural y motor de cohesión comunitaria.

En el Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, las comunidades raizales han convertido los fogones en aulas vivas para reafirmar identidad, transmitir saberes y proteger su vínculo con la naturaleza.

El Programa Cocinas para la Paz ha fortalecido durante 2025 procesos de formación, diálogo intergeneracional y salvaguardia del patrimonio alimentario local. El balance a la fecha deja 77 participantes —todas y todos raizales—, con 43 personas certificadas en el Programa de Acompañamiento Comunitario (PAC) y 34 niñas, niños y adolescentes (NNA) que cursaron Herencia en la Mesa.

La participación femenina fue mayoritaria (62 mujeres y 15 hombres), confirmando el liderazgo de las guardianas del fogón en la defensa de la cocina y el territorio.

Estos datos reflejan un compromiso comunitario que convierte la transmisión de saberes en estrategia de salvaguardia del patrimonio inmaterial y, a la vez, en un aporte directo a la sostenibilidad ambiental y la resiliencia social.

“La cocina tradicional tiene un gran poder como fuente de cohesión e integración comunitaria. Llegamos a San Andrés para reconocer y fortalecer sus saberes alimentarios”, señaló Mónica Pulido, Asesora Política para el conocimiento, salvaguardia y fomento de la alimentación y cocinas tradicionales del Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes.

Seaflower, el aula donde se protege la identidad y se promueve la sostenibilidad

A 720 kilómetros de la costa continental de Colombia, el Archipiélago integra la Reserva de Biósfera Seaflower, declarada por la UNESCO por su valor ecológico y cultural del territorio; allí conviven manglares, pastos marinos y uno de los arrecifes más extensos del Caribe. Esta riqueza ecológica se refleja en las cocinas, donde productos del mar y de la tierra protagonizan recetas identitarias como el rundown, la crab soup o los coconut balls.

También se preserva la tradición alimentaria, que cuenta la historia de ancestros afrocaribeños, el vínculo cotidiano con mar y huertas, y el papel de las mujeres como columna vertebral de la vida comunitaria.

Durante el proceso, equipos técnicos y comunidades mapearon riesgos y fortalezas: pérdida de especies emblemáticas, presión del turismo, sustitución de ingredientes locales por productos industrializados, y—al mismo tiempo—prácticas de manejo responsable, pesca artesanal y transmisión oral de saberes que sobreviven gracias a la organización comunitaria.

“Identificamos riesgos para las preparaciones tradicionales y especies en disminución, pero también ejercicios de resistencia que por décadas han sostenido la cocina raizal”, explicó Diana Cardozo, consultora de FAO Colombia.

San Andrés Isla: memoria, aprendizaje y liderazgo de las mujeres

En San Andrés participaron 38 personas21 obtuvieron certificación del PAC. La mayoría fueron mujeres, ratificando su rol en recolección de insumos, preparación de alimentos y cuidado de especies claves. La memoria alimentaria se trabajó como herramienta de análisis: a partir de relatos, prácticas y recuerdos, las y los participantes identificaron pérdidas y permanencias, y valoraron capacidades locales para salvaguardar el patrimonio culinario.

La niñez y la adolescencia desempeñaron un papel protagónico: 17 niños, niñas y adolescentes se involucraron en Herencia en la Mesa, un curso con el que se reconocieron los riesgos que enfrentan las recetas tradicionales y la necesidad de proteger especies como el cangrejo negro. En las sesiones, se priorizaron preparaciones que representan identidad y organización comunitaria:

  • Rundown: plato fuerte con leche de coco, pescado, caracol y bastimentos locales; su preparación convoca saberes agrícolas y pesqueros y refuerza la unión familiar.
  • Coconut balls: dulce de coco y guarapo que conecta la cocina con la molienda de caña y el trabajo del trapiche.
  • Crab soup: sopa de cangrejo negro, tradicional en Semana Santa, que amalgama religiosidad, encuentro familiar y cultura alimentaria.

En este proceso se confirmó que cada receta no solo alimenta, también narra la historia del territorio, la resiliencia de las comunidades y el vínculo profundo entre naturaleza y cultura.

Providencia y Santa Catalina: el territorio como aula viva

En Providencia y Santa Catalina participaron 39 personas y 22 se certificaron en el PAC. El enfoque se centró en el reconocimiento de la cocina y el territorio como aulas vivas. Con recorridos, observación directa y diálogos intergeneracionales, la metodología integró teoría y práctica, a través de Cocinas para la Paz, 17 niños, niñas y adolescentes pescaron, cosecharon y cocinaron stewboil, una receta en riesgo de desaparición cuya recuperación impulsa el encuentro entre generaciones.

Participantes recordaron que tras el huracán Iota, el liderazgo de las mujeres se reafirmó. Ellas sostuvieron la organización comunitaria, articularon producción de alimentos, transmitieron saberes y cuidaron especies. Las recetas priorizadas —crab soupbushy (fermentado/destilado de miel de caña asociado a resistencias históricas) y stewboil (tradicional de los sábados)— se entendieron como lenguajes de resistencia frente a la homogeneización cultural y el olvido.

Cocina, identidad y futuro sostenible

Con turismo en expansión, cambio climático y modernización, la cocina raizal emerge como estrategia de resistencia y ruta de futuro. Cada niña o niño que aprende a preparar rundown, cada mujer que transmite un secreto del fogón, cada familia que se reúne alrededor de una receta, aporta a la seguridad alimentaria local, al uso responsable de especies y a la continuidad de una cosmovisión que entiende cocinar como cuidar.

El balance en el Archipiélago permite identificar tres logros:

  1. Identidad cultural: recetas, sabores y técnicas como vehículo de cohesión social y reafirmación de lo raizal.
  2. Sostenibilidad ambiental: prácticas alimentarias ligadas al cuidado de manglares, arrecifes, pastos marinos y especies clave.
  3. Participación comunitaria e intergeneracionalmujeres, niñas, niños y adolescentes lideran y aseguran pertinencia cultural y continuidad.

Conocimientos y prácticas guía la ruta para mantener viva la memoria

“Con Cocinas para la Paz, aprendí recetas que no conocía, compartí conocimientos y enseñanzas a los niños, que son parte fundamental de este proyecto. Ellos son la raíz y la continuidad de mis conocimientos, ellos están aprendiendo para transmitir a futuras generaciones, sienten lo que la tierra, el monte y la selva nos da”, relata Elvina Webster, conocida como ‘Big Mama’, cocinera tradicional de San Andrés Islas.

Elvina nació en Providencia, departamento de Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina; es una cocinera tradicional raizal con más de 30 años de experiencia, dedicada a preservar y transmitir la cultura ancestral de su pueblo a través de la cocina. Madre de tres hijos, que se define como una mujer servicial, empoderada y trabajadora. Actualmente lidera su propio restaurante, donde ofrece recetas típicas de su isla natal, manteniendo vivos los sabores del Caribe insular. Además de su labor en la cocina, también se dedica a la pesca y la agricultura, oficios que complementan su compromiso con la tradición y la autosostenibilidad.

Articulación que permanece: instituciones, medios y comunidad

La articulación interinstitucional fue decisiva para crear condiciones de participación y amplificar resultados, Secretarías de Cultura, Turismo, Agricultura, Pesca y Salud de la Gobernación del Archipiélago y de la Alcaldía de Providencia y Santa Catalina han acompañado cada paso del proceso con Cocinas para la Paz.

Y es que este entramado no es accesorio, hace parte de las apuestas por mantener la cultura y dar mayor sostenibilidad social, ambiental y económica. La cocina tradicional se mantiene viva cuando escuelas, organizaciones de base, autoridades locales y sector cultural convergen para facilitar insumos, espacios de formación, acceso a mercados de cercanía y campañas de sensibilización que pongan en valor lo propio. Así, el fogón se vuelve política pública cotidiana, un lugar donde se cocina identidad, economía local y conservación.

Fogones que alumbran el mañana

La defensa del patrimonio alimentario raizal no termina al apagar el fuego. Comienza cada día con manos que seleccionan ingredientes locales, con niñas y niños que preguntan, con mayores que cuentan y enseñan. Cocinas para la Paz demuestra que los fogones del Archipiélago son escuelas abiertascentros culturales y espacios de cuidado.

Para asegurar permanencia y escala, la articulación interinstitucional es el hilo conductor, en el que mantener alianzas entre comunidad e instituciones, promover formación continua, apoyar cocinas escolares con identidad, reforzar monitoreo y protección de especies (como el cangrejo negro), incentivar compras locales y visibilizar el trabajo de mujeres y juventudes, es más que necesarios. Así, la memoria alimentaria deja de ser un vestigio y se afirma como política de vida: un legado que se hereda, se celebra y se cuida.

Cuando el fogón convoca, la comunidad se reconoce. Cuidar la cocina tradicional raizal es cuidar el territorio, es defender la biodiversidad, asegurar el alimento y sostener una cultura que mira al mar y a la huerta con gratitud. En la confluencia de saberes, instituciones y ciudadanía, el Archipiélago enciende su futuro con Cocinas para la Paz.

Información suministrada por :

Oficina de Comunicaciones Representación de la FAO en Colombia