La conmovedora historia de los hermanos Soleiny, Tien, Lesly y Cristin, de 9, 4, 13 y 1 año de edad respectivamente, ha dejado sin palabras al mundo.
Estos valientes pequeños sobrevivieron a un accidente aéreo en el corazón de la selva amazónica colombiana, donde su madre y otros dos adultos perdieron la vida. Después de una búsqueda angustiosa que duró 40 días, las fuerzas militares lograron encontrar a los niños, el pasado viernes, con señales de deshidratación y picaduras de insectos, pero en buen estado de salud en general.
Según informó el portavoz de las fuerzas especiales militares de Colombia, Pedro Arnulfo Sánchez, la clave para su supervivencia fue la ingesta de harina de yuca. Durante su travesía en la selva, los niños consumieron alrededor de tres kilogramos (seis libras) de fariña, una harina gruesa hecha de yuca, utilizada comúnmente por los pueblos indígenas de la región amazónica.
Las habilidades y conocimientos adquiridos de sus orígenes indígenas fueron fundamentales para su supervivencia. Gracias a su familiaridad con la selva, sabían qué alimentos eran seguros para consumir y cómo encontrar agua, lo que les permitió resistir por tanto tiempo en la selva del Guaviare. También jugó a favor su inmunidad a las enfermedades de la selva.
¿Quiénes son los muinane?
Según el portal de lenguas de Colombia del Instituto Caro y Cuervo, el pueblo indígena muinane, cuyo nombre significa “hombre de la desembocadura del río”, habita en el departamento del Amazonas, cerca de las cabeceras del río Cahuinarí en la población de La Sabana, así como en el departamento del Caquetá, a orillas del río Caquetá, cerca de la población de Araracuara. Su asentamiento original se encontraba en el área de La Sabana, donde se estima que la comunidad contaba con alrededor de 2.000 personas hacia el año 1900.
Sin embargo, durante la época de la bonanza cauchera de la Casa Arana, la mayoría de la población muinane fue diezmada y solo sobrevivieron pequeños grupos de cinco clanes. En la actualidad, la población de los muinane es de poco más de 500 personas y se estima que menos de 200 de ellas son hablantes de la lengua que pertenece a la familia lingüística bora.
Los muinane habitan en ecosistemas frágiles del territorio amazónico y han desarrollado sistemas de horticultura de tala y quema, así como prácticas de recolección, caza y pesca, esta última con fines comerciales. Aunque en el censo de 2005 del DANE se incluyó a los muinane dentro de la población uitoto, debido a la existencia de un sector de población uitoto que se autodenomina muinane-uitoto y que habla la variante nipode de esa lengua, actualmente se considera, tanto en la literatura etnográfica como por parte de los propios habitantes de la zona, que los muinane son una comunidad independiente. Para distinguirlos se les denomina “muinanes de La Sabana”, haciendo referencia a su origen en la desembocadura del río.
La lengua muinane está en peligro de desaparecer
Además del español, en Colombia se hablan 68 lenguas nativas según el último censo DANE (2005). Las comunidades donde se hablan totalizan 850.000 personas. Estas lenguas son de tres tipos: las criollas, habladas en el territorio nacional, por los pueblos Raizal y Palenquero de la región Caribe, las indoeuropeas, a las cuales pertenece la lengua Rromanés o Shib Rromaní y sus variantes, habladas por los pueblos Rrom o Gitano, y las lenguas indoamericanas o indígenas, habitantes autóctonos del territorio colombiano. La situación de las 68 lenguas nativas de Colombia es muy variable y depende de condiciones demográficas, geográficas, culturales, sociales y políticas muy distintas según los grupos étnicos, de ahí que el pronóstico sobre la pervivencia de las lenguas nativas de Colombia sea muy complejo y distinto según los casos.
Aunque varias de ellas tienen una gran vitalidad aún, la mitad de las lenguas en Colombia (34) es hablada por grupos de menos de mil personas y está, por lo tanto, en una situación de gran precariedad. En ese sentido, es importante señalar que la trasmisión de la lengua de una generación a otra muestra también cifras preocupantes: en general, se aprecia la erosión del uso de la lengua entre padres e hijos, abuelos y nietos, en los contextos comunitarios o locales y familiares. Cinco lenguas están casi extintas, pues tienen muy pocos hablantes: tinigua (1 hablante), nonuya (3 hablantes), carijona (30 hablantes pasivos), cocama (3 hablantes activos, 50 pasivos) y pisamira (13 hablantes).
La lengua muinane está en el grupo de las 19 lenguas que están en serio peligro de desaparecer, junto con las mencionadas a continuación: achagua, hitnú, andoque, bora, miraña, ocaina, nukak, yuhup, siona, coreguaje, sáliba, wanano, cabiyarí, jiw, ette o chimila, yagua, awá y criollo de San Basilio de Palenque.
El conmovedor rescate de estos valientes niños indígenas ha capturado la atención mundial y ha resaltado su increíble fuerza y coraje. Sin embargo, esta historia también nos invita a reflexionar sobre la alarmante amenaza de la desaparición de las lenguas indígenas en Colombia y, con ellas, el conocimiento que les permitió sobrevivir en la selva.