Grabó unos 50 discos, desde aquellos Versos de José Martí en 1975 a la Antología Personal de 2021.
Fue parte de esa Nueva Trova Cubana que le cantó a la Revolución junto con Silvio Rodríguez y Noel Nicola, y también interpretó canciones clásicas de la isla con Company Segundo y Chucho Valdéz, entre otros.
Al amor le cantó con sus propias letras -como la hermosa “Comienzo y final de una hermosa mañana” y “Te quiero porque te quiero”-, pero no dudó también en recurrir al género amoroso por excelencia en el continente: el bolero.
Le escribió letras a su país -“Amo esta isla”, “No vivo en una sociedad perfecta”- y también a otras naciones latinoamericanas como Chile y Nicaragua.
Entre sus homenajes y sus antologías, sus letras de protesta y sus declaraciones de amor, BBC Mundo eligió canciones de Pablo Milanés, conocidas por generaciones dentro y fuera de Cuba.
El amor de “Yolanda” y “Yo no te pido”
La primera es una canción que para él no podía ser sólo una canción, debía ser una declaración de amor que no reparara en las formas. Fue dedicada a Yolanda Benet, su segunda esposa y madre de sus tres hijas.
Tras su muerte, muchos de los seguidores del artista cubano lo recordaron en las redes sociales con una de las frases de la canción:
“Si me faltaras no voy a morirme. Si he de morir quiero que sea contigo”.
Se conocieron en 1968 cuando Pablo compuso canciones para una película que ella producía y se casaron poco tiempo después. La canción apareció en el disco Yo me quedo, de 1982.
Además de “Yolanda”, a ella le dedicó varias otra de sus canciones románticas más recordadas como “Yo no te pido”.
“Yo no te pido que me bajes una estrella azul. Solo te pido que mi espacio llenes con tu luz”. Esta canción apareció en el disco No me pidas, de 1978.
Pero “Yolanda” es la más famosa canción de amor por versos como “cuando te vi sabía que era cierto, este temor de hallarme descubierto”. Aunque divorciados, ambos mantuvieron una gran relación todos estos años.
Ya le prometía en la letra: amarla “eternamente”.
El dolor de “Yo pisaré las calles”
No parece extraño que esta canción esté en un disco que se llama “La vida no vale nada”, publicado en 1976.
La letra fue escrita después de la muerte en 1974 del dirigente del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) Miguel Enríquez, víctima de la represión política en Chile tras el golpe de Estado de Augusto Pinochet.
En la letra, Milanés imagina cuando vuelva a las calles de Santiago para llorar “por los ausentes”.
“Yo vendré del desierto calcinante, y saldré de los bosques y los lagos, y evocaré en un cerro de Santiago, a mis hermanos que murieron antes”.
La canción también le canta a Salvador Allende, el presidente chileno muerto durante el golpe de Estado del 11 de septiembre, a quien recuerda con las palabras “una vida segada en La Moneda”.
A pesar del regreso de la democracia en 1989, Pablo Milanés no regresó a Chile hasta 1998, año que Pinochet dejó su lugar como jefe del Ejército. En su canción, escrita entre tanta muerte, el cantautor cubano imagina otro futuro para Chile con aquel niño que “jugará en la alameda y cantará con sus amigos nuevos”.
Atrás quedará “lo que fue Santiago ensangrentada”.
El miedo en “El breve espacio en que no estás”
Una canción de amor muy diferente a “Yolanda” y a casi cualquier otra canción de amor jamás escrita. Apareció en el disco de 1984 “Comienzo y final de una verde mañana“.
Mientras en “Yo no te pido” le pedía a la amada llenar su espacio con su luz, aquí el espacio permanece oscuro por la incertidumbre.
En el inicio la letra ya queda claro el temor del amante ante el comportamiento de la amada.
“Todavía yo no sé si volverá. Nadie sabe, al día siguiente, lo que hará”.
El miedo es tal que teme indagar por el futuro.
“Todavía no pregunte ¿te quedarás? Temo mucho a la respuesta de un jamás”.
Frente al amor eterno de “Yolanda”, la mujer de esta canción “no habla de uniones eternas”.
Y ante ese temor, una de las frases más controvertidas y fascinantes en la historia de las canciones de amor:
“La prefiero compartida antes que vaciar mi vida”.
Luego de esa frase, que parece romper con todos los cánones de la canción romántica latinoamericana, queda una última línea exquisita.
Quizás una explicación para justificar su sacrificio. Quizás la única respuesta que le queda al amante:
“No es perfecta, mas se acerca a lo que yo simplemente soñé”.
El desamor de “Para vivir”
De nuevo en 1976, en su disco “La vida no vale nada”, Milanés compone un himno al desamor.
Hay una mezcla de reproche, de resignación y de profesía autocumplida.
“Muchas veces te dije que, antes de hacerlo, había que pensarlo muy bien. Que a esta unión de nosotros, le hacía falta carne y deseo también”.
La canción incluye todas esas razones que pueden unir a una pareja y que no tienen nada que ver con el amor.
“Que no bastaba que me entendieras y que murieras por mí. Que no bastaba que en mis fracasos yo me refugiara en ti“.
El amante reconoce “el tremendo cansancio” que provoca en ella y concede su propia impotencia ante el fracaso de la pareja.
“Por mi parte esperaba que un día el tiempo se hiciera cargo del fin. Si así no hubiera sido, yo habría seguido jugando a hacerte feliz”.
El único consuelo son los años que aún le quedan a ella para vivir.
El único consuelo que nos queda a nosotros tras la muerte de Pablo son los años que nos quedan para seguir escuchando sus canciones.
Redacción BBC News Mundo
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