Esta Navidad, la agricultura familiar en Colombia diversificó sus cultivos 65%, redujo 50% el consumo de agua y aumentó 30% sus ingresos, llevando a la mesa alimentos sostenibles y tradicionales.
Esta Navidad, los sabores auténticos de la tierra y la dedicación de las familias campesinas cobran protagonismo, ya que con su trabajo diario mantienen vivas las tradiciones gastronómicas.
En una temporada en la que la sostenibilidad y la alimentación consciente toman un papel central, rescatar los sabores de origen campesino se convierte en un acto de gratitud y respeto hacia quienes cultivan la biodiversidad que llena nuestras mesas.
La agricultura familiar es clave para garantizar alimentos de calidad y mantener vivas las tradiciones del campo.
Aplicando prácticas agroecológicas, estas familias fortalecen su capacidad para enfrentar desafíos, aprovechar de manera sostenible los recursos naturales y conservar los saberes ancestrales que han alimentado a generaciones.
Entre las prácticas agroecológicas en las que la Fundación Alpina ha trabajado junto a las comunidades, se encuentran:
- Diversificación productiva: las familias combinan cultivos, árboles y animales para aumentar la resiliencia de sus sistemas y garantizar alimentos variados durante todo el año.
- Cuidado del suelo: mediante el uso de abonos orgánicos, la rotación de cultivos y coberturas vegetales, se mantiene la fertilidad de la tierra y se promueve su salud a largo plazo.
- Uso eficiente del agua: se implementan sistemas como riego por goteo y cosecha de agua, reduciendo desperdicios y asegurando que los cultivos tengan suficiente humedad incluso en temporadas secas.
- Rescate de semillas nativas y criollas: al conservar y utilizar variedades adaptadas al territorio, las familias fortalecen su autonomía y protegen la diversidad agrícola local.
- Integración de saberes tradicionales y conocimientos actuales: combinando prácticas ancestrales con nuevos conocimientos, las comunidades fortalecen su autonomía y mantienen vivas las tradiciones del campo.

“Apoyar la agricultura familiar es reconocer el esfuerzo de quienes mantienen vivas nuestras raíces, fortalecen la biodiversidad y producen alimentos de manera sostenible. Cada plato en nuestra mesa refleja su dedicación y amor por la tierra.”, destaca Camila Aguilar, Directora Ejecutiva de Fundación Alpina.
Gracias a estas prácticas, alimentos típicos de la temporada como el maíz criollo para arepas y chicha, el frijol y la yuca para sopas, así como hierbas aromáticas y hortalizas para ensaladas y guisos, se producen de manera más sostenible, garantizando su calidad y disponibilidad en las comunidades rurales.
Estas prácticas no solo preservan tradiciones, sino que también han generado cambios visibles: los monocultivos se han transformado en sistemas diversificados y agroecológicos; se han recuperado siembras asociadas y el uso de abonos verdes; se ha reducido hasta un 50% el consumo de agua gracias a riegos eficientes; y se han creado bancos comunitarios de semillas nativas, fortaleciendo la autonomía de las familias.
Además, los resultados muestran que la producción sostenible no solo preserva sabores y tradiciones, sino que también fortalece la economía y la alimentación de las familias campesinas: la diversidad de cultivos aumentó 65%, costos de insumos externos bajaron 40% y los ingresos por la venta de excedentes crecieron más del 30%.
La producción sostenible no solo preserva sabores y tradiciones, sino que también fortalece la alimentación y la economía de las familias campesinas. Respaldar la agricultura familiar significa celebrar la Navidad con gratitud, reconociendo el esfuerzo de quienes cuidan la tierra, protegen la biodiversidad y nos ofrecen alimentos de calidad. Así, cada plato en nuestra mesa se convierte en un acto de responsabilidad, respeto y esperanza para un futuro más sostenible.



